Recuerdo una parte de mi adolescencia leyendo la revista “Muy interesante”. Para mi mente en ebullición, en aquellos años sin internet, tener acceso a esa ciencia aunque tuviera cierta dosis “sensacionalista” era un regalo. Allí vi por primera vez un holograma, una imagen en dos dimensiones que con el uso adecuado de la luz conseguía ser tridimensional. En esos tiempos remotos en que la imagen era más escasa e inaccesible fue también el germen del aprendizaje en la exploración visual. Con uno de los números de la revista regalaban el libro “El triángulo de las Bermudas”, de Charles Berlitz. El …
