Vaya por delante mi aprecio a cuantas medidas de solidaridad se están tomando con los afectados por la Dana y mi admiración a los voluntarios que de diversos modos, y siempre con encomiable generosidad, regalan tiempo y esfuerzo para ayudar a las víctimas de este zarpazo de la naturaleza, esa fiera herida que cuando se revuelve no escatima en destrozos. Pero aunque ahora lo prioritario sea la acción inmediata y concreta y la reflexión sea difícil de abordar, sobre todo por quienes sobreviven en el barro y contemplan su futuro como un nido de interrogantes -no tengo palabras para consolar …
