Es llamativa la tendencia de los centros escolares a mortificarse imponiéndose nuevas y penosas ocupaciones que, para desgracia de quienes las padecen (y padecemos), asfixian todavía más a unos profesores cada día más atolondrados y exhaustos. Reuniones interminables, protocolos infumables, informes estadísticos, consejos orientadores, evaluaciones predictivas, atenciones virtuales, y tantos otros preceptos que de órdenes incomprensibles nos llegan siempre en horas intempestivas y cuyo polvo nos resulta cada vez más difícil sacudirnos. Adherencias de todo tipo que, como si cayeran del cielo, se pegan a nuestras ropas, traspasando la primera piel e instalándose, bien recostados, en los rincones más primitivos …
