En Aragón, cientos de niñas, niños y adolescentes viven situaciones de acoso en sus centros escolares cada año. Aunque las cifras se acumulan y los protocolos se activan, muchas veces el sistema llega tarde, minimiza o simplemente no actúa. El bullying no es una travesura, es violencia. Y esa violencia, si no se nombra y se enfrenta, mata.
