Allá por la lejana mitad de la década del 2000, nos reunimos en Zaragoza un grupo reducido de personas que consideramos injusto e inexplicable que, tras tantos años de asentamiento de la democracia en nuestro país, la situación de las víctimas del franquismo siguiera aparcada en un total vacío legal e institucional. Había existido en nuestro país un ilegal golpe de Estado que derrumbó la naciente democracia española en los años 30. Este acto vino acompañado de una represión brutal que se cebó en miles de personas que fueron asesinadas y represaliadas por sus ideas políticas. La subsiguiente guerra y …
