Ruymán Rodríguez: “El proyecto ‘La Esperanza’ es un modelo resolutivo que demuestra que la anarquía es más funcional”

Miembro del Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria y de la Federación Anarquista de Gran Canaria, Ruymán nos concedió el pasado martes una entrevista en la que nos cuenta los aspectos más significativos relacionados con el proyecto de la Comunidad ‘La Esperanza’, la ocupación más grande llevada a cabo hasta el momento en todo el Estado español, y cómo por ello sufrió torturas y vejaciones por parte de la Guardia Civil de la isla

Ruymán Rodríguez. Foto: AraInfo

El pasado 28 de marzo, dentro del XVII Seminario de Solidaridad Política que se celebró del 20 al 29 del mismo mes en el edificio Paraninfo de Zaragoza y organizado por la Asociación Social Sindical Internacionalista (ASSI), Ruymán Rodríguez, miembro del Sindicato de Inquilinos de Gran Canaria y de la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC), impartió una charla bajo el título ‘Cruzar el Rubicón’ en la que cuestionaba los límites del modelo de gestión actual en el Estado español.

En un viaje relámpago que le llevó de Gran Canaria a Zaragoza, pasando por Madrid, Ruymán hizo un hueco en su apretada agenda y nos concedió una entrevista en la que nos cuenta los aspectos más significativos relacionados con el proyecto de la Comunidad ‘La Esperanza’, la ocupación más grande llevada a cabo hasta el momento en todo el Estado español, y cómo por ello sufrió torturas y vejaciones por parte de la Guardia Civil de la isla. 

¿Podrías explicarnos en qué consiste la Comunidad ‘La Esperanza’, el proyecto de ocupación más grande del Estado español?

Nace en el año 2013, parte de un proceso muy largo llevado a cabo por la Federación Anarquista de Gran Canaria (FAGC) que se funda en 2011, siendo al principio un colectivo anarquista al uso. Nos dedicábamos a una labor meramente disolvente, señalar todo lo malo que hacían los demás. Entonces fue cuando detectamos cuáles eran los verdaderos déficits de vivienda, sociales y económicos que había en la isla. Con 135.000 casas vacías, 20 desahucios diarios, récord de pobreza infantil, 30% de paro, 35% de exclusión social… o nos metíamos en los temas sociales o íbamos a acabar teniendo muchísimos titulares pero no influyendo para nada en la vida de la gente.

Después de parar muchos desahucios y ocupar bastantes inmuebles, es cuando encontramos estos cuatro bloques de viviendas, llegamos a un acuerdo con la constructora, que quiebra y es embargada por Bankia, para que nos permita realojar familias desahuciadas y sin recursos a cambio de rehabilitar el inmueble. Metemos a las primeras veinte familias a principios de 2013 y actualmente ya viven allí 76 familias, 207 personas.

¿Qué modelo se aplica a la hora de gestionar este proyecto?

La Comunidad ‘La Esperanza’ es un proyecto muy paradójico porque es estructuralmente libertario pero que no está compuesto por anarquistas. Lo gestionan directamente los vecinos, autogestionado al 100%. La FAGC sólo interviene para asesorarles en temas de desahucios, todo lo demás lo llevan ellos. Es un modelo asambleario, horizontal, que se basa en sus comisiones de trabajo y en una estructura totalmente autogestionaria. Los problemas que pueden surgir son los de cualquier tipo de comunidad de vecinos con los problemas de convivencia habituales, con la gran diferencia de que allí los tienen que solucionar ellos.

Por ejemplo, si se les tapona una alcantarilla no hay ningún ayuntamiento que vaya allí a desatascarla, tienen que ser ellos los que tienen que encargarse de eso, si hay algún tipo de problema eléctrico o del tipo que sea, son ellos los que tienen que atajarlo. Y a su vez, los problemas de convivencia también los regulan ellos. Son los que establecen sus propios códigos de elección interna y los que deciden en asamblea cómo se gestionan los posibles conflictos de convivencia.

Es un modelo resolutivo, funcional, porque demuestra que la anarquía, y vivir en anarquía, es duro porque requiere mucho trabajo, pero es factible y es más funcional. Recordemos que llegan a ese proceso cuando experimentaron, porque nosotros en ningún momento intentamos condicionarlo, un modelo presidencialista previo en el que un vecino se hacía presidente. Ese modelo no funcionó, no se sentían representados, sentían que el poder corrompía. Fue entonces cuando dijeron, "vamos a llamar a los anarquistas y vamos a poner en marcha un modelo libertario".

Es decir, ¿las administraciones no intervienen en ningún momento?

El ayuntamiento lo único que ha hecho es denegarles el padrón a los últimos vecinos, denegarles cualquier tipo de trabajo en la bolsa municipal, denegarles cualquier tipo de ayuda… Además de eso, a principio de 2016, en abril, les formulan un decreto de desalojo. Ese decreto lo paramos a base de una gran cantidad de movilizaciones callejeras. Presentamos 50 recursos de reposición escritos con ‘sangre’, porque nos costó teniendo en cuenta que no somos abogados y nos tuvimos que ‘empapar’ el derecho administrativo. Cuando lo presentamos en el ayuntamiento se quedaron sin grapas y sin matasellos porque no se lo esperaban, los ‘ahogamos’ en papel.

El día que estaba destinado para el supuesto desalojo, habiendo advertido ya nosotros que un desalojo sin orden judicial es ilegal y el ayuntamiento no lo puede realizar, al final no pasó nada. Recuerdo que los recibimos con un desayuno colectivo en el que nos gastamos 60 euros en churros y chocolate, un derroche para lo que es ‘La Esperanza’ (risas).

En una video entrevista que te hicieron hace ya un tiempo, explicabas que vuestra relación con el ayuntamiento resultaba un tanto paradójica porque incluso desde el propio consistorio mandaban a familias sin recursos a ‘La Esperanza’, ¿esta situación ha llegado a suceder?

Totalmente. Hay tres familias viviendo en ‘La Esperanza’ que las ha derivado el propio alcalde. Fueron al ayuntamiento a solicitar una vivienda y les dio nuestro número de teléfono. Les dijo que no tenían ni vivienda pública ni protegida que ofrecerles y que los realojáramos nosotros en ‘La Esperanza’. Y después de esta hipocresía tremenda los intentaron desalojar.

Recordemos que para más inri, el partido Nueva Canarias, que en sus orígenes era un partido asambleario de lo que hoy podría intentar ser Podemos y actualmente intenta ir de izquierda alternativa, esta gentuza, porque son gentuza, ha intentado los dos desahucios masivos más grandes de la isla, ‘La Esperanza’ con 200 personas y el edificio de inquilinos en Sardina del Sur con otras 200 personas y en ambos casos quienes les han parado los pies han sido los propios vecinos.

Ruymán Rodríguez: Foto: AraInfo
Ruymán Rodríguez: Foto: AraInfo

Por todos estos motivos, el 30 de abril de 2015, cuando te disponías a ir a tu trabajo, la Guardia Civil te detiene en Santa María de Guía (Gran Canaria), ¿cuáles fueron los motivos de dicha detención? 

Según me dicen cuando me meten en el coche, lo que querían hacer es identificarme porque la foto del DNI no se parecía a mi cara y por eso me llevan al cuartelillo. Allí empiezan a decirme que me vaya de Guía, que deje de llenarlo de basura, que estoy metiendo a toda la gentuza de la isla a vivir en Guía, que son todo chusma… Entonces tuve la bonita ocurrencia de decirles que para mí la gente que estaba trabajando no era chusma, sino que gentuza eran los políticos que ellos defendían.

A partir de ahí se producen una serie de golpes, estrangulamientos hasta en tres ocasiones que me hacen vomitar sangre. Pido el ‘habeas corpus’ –procedimiento jurídico mediante el cual cualquier ciudadano puede comparecer inmediatamente ante el juez para que este determine sobre la legalidad del arresto-, asistencia sanitaria y demás. Pero claro, viendo lo que había pasado, la Guardia Civil reacciona y lo que hace es imputarme por atentado contra la autoridad, un delito posterior a mi detención.

Actualmente no pueden demostrar por qué me detuvieron ese día, porque no hay ningún tipo de orden judicial, y lo que alegan es que mientras me estaban torturando le pegué una patada a uno de ellos, por eso me piden pena de cárcel. Ahora estamos en un largo proceso judicial que ahora se encuentra en el Penal y que han supuesto unos costes económicos tremendos. Aprovecho de paso al movimiento libertario para agradecerles su ayuda porque se lo debo a ellos el haber podido hacer frente a esto.

Quizá en otras circunstancias lo suyo hubiera sido ‘bomba de humo’ y pasar de esta gentuza y que me buscaran, pero teniendo una actividad pública tan importante y con tantos proyectos, es imposible hacer eso y por ello hemos tenido que plantar cara donde no nos gusta. Pero, hay una pequeña nota positiva que es, que de oficio se ha imputado al guardia civil que me estranguló en la tortura, y ahora estamos en una acusación por su parte de detención ilegal y tortura, y por la mía, atentado contra la autoridad. Actualmente estamos a la espera del juicio.

¿Crees que el proyecto ‘La Esperanza’ se podría trasladar a otros territorios del Estado español? ¿o por el contrario crees que las circunstancias que se dan en la isla lo hacen inviable en otro lugar?

Es verdad que la situación social y económica de Gran Canaria es muy concreta y parecería difícil de exportar. Pero tenemos que ser realistas. En todas las grandes ciudades del Estado español hay bolsas de pobreza, de marginación y de indigencia. El problema es que los anarquistas no estamos trabajando en esos sectores, los anarquistas estamos a mirarnos el ombligo, a regodearnos en el 36 y en lo grandes que fuimos, y no nos importa volver a plantear un proyecto productivo, práctico y que verdaderamente solucione el día a día de la gente con herramientas libertarias.

Ese proyecto, adaptando esas circunstancias, con todas las salvedades, con todas las propias adaptaciones que requiere otro ambiente y otras circunstancias socio-económicas, podrían ser perfectamente exportables, e incluso mejor de lo que lo hemos hecho allí, porque repito, lo hemos hecho un grupo en el que somos muy pocos, que cada vez hay menos anarquistas y más vecinos, porque los anarquistas no están por currar en lo que tienen que currar, y además no tenemos recursos. En la Federación trabajamos cuatro, yo tengo un sueldo de 400 euros mensuales, es decir no cobramos nada, somos pobres de solemnidad y podemos sacar eso adelante. Si lo podemos hacer nosotros, lo puede hacer cualquiera.

Lo importante de nuestra experiencia es que nosotros no hemos querido hacer la parte fácil, porque decirle a alguien, “métete en la boca del lobo porque esto va a ser bonito, precioso y no vas atener ningún varapalo”, esto es suicida y es insolidario. Nosotros hemos querido plantear este proyecto, y las distintas ocupaciones que tenemos entre manos, planteando el lado oscuro de la militancia y planteando que hay muchas decepciones. Una asamblea libertaria puede perfectamente acordar algo muy autoritario, que la gente tiene machismo y racismo y porque los saques de vivir de sus barrios no va a dejarlo en casa. Por eso, ver la vida desde el laboratorio es muy fácil, pero al final verla día a día acabas asqueado con el trabajo de invasión que ha realizado el capitalismo. Todo esto lo podemos ver en los palacios pero lo que no sabemos es que también ese trabajo ha llegado hasta la última chabola.

Y sin embargo, con todos estos pormenores, que hemos tardado en subsanar después de muchos varapalos, de muchos golpes y muchos batacazos, ese pequeño éxito de conseguir la ocupación más grande del Estado a base de herramientas libertarias, vale la pena intentarlo en cualquier sitio. Un proyecto que no lo ha hecho la PAH, ni un partido político, ni los comunistas… lo han hecho los anarquistas, que somos muy endogámicos y sacamos pecho para todo, pero para esto no (risas).

Por último Ruymán, ¿algo que desees añadir?

Me gustaría hacer una invitación al movimiento libertario a salir del ‘ghetto’ ideológico para meterse en el ‘ghetto’ del barrio. Va a ser duro, va a ser chungo, van a recibir mil palos. Los códigos que existen en la calle son duros y si no los conoces te pueden reventar por dentro. Vas a ver tantas muestras de insolidaridad como de generosidad a ultranza, pero es el único sitio donde es posible crecer porque esa es la única gente que no tiene nada que perder, porque ya lo ha perdido todo. Es la única gente que tiene algún motivo para levantarse, y si no nos organizamos con ellos, seguiremos viviendo la utopía en nuestros locales y regodeándonos.

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