Mar Cambrollé: "Las mujeres trans no somos un peligro, estamos en peligro"

Ahora es la presidenta de la Federación Plataforma Trans pero su historia en el movimiento por los derechos de la personas trans comienza en los años 70. Hablamos con Mar Cambrollé sobre la Ley Trans, la Memoria Trans y las deudas de la democracia.

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Mar Cambrollé.

La trayectoria de esta activista por los derechos trans comienza muchas décadas atrás, Franco todavía respiraba o lo intentaba, Camilo Sesto rompía los números 1 de la radiofórmula y Mar Cambrollé todavía era “un maricón de Andalucía”.

Todavía no existían conceptos como transgénero, ni las siglas LGTBIQ, no había derechos para nadie pero para algunas personas su mera existencia constituía un delito. De todo esto hablamos con Mar Cambrollé, de qué ha cambiado y de que sigue a la espera de ser reconocido. Hablamos de la Ley Trans pero también de Memoria Trans, de la lucha antifranquista y de las deudas y las culpas de la democracia.

Tu activismo comienza en los años 70, una época de muchos despertares, con las calles calientes por la muerte del dictador pero, ¿cómo fue ese despertar político para ti?

Yo comienzo mi andadura en el activismo por la libertad sexual en España aún vivo el dictador, cuando todavía las personas LGTBI teníamos la amenaza de poder ir presas solamente por el único delito de amar o ser diferentes. Fue ese el móvil que yo dije por qué sin cometer delitos nos pueden meter presas o presos.

Y ahí empieza mi inquietud, mi cuestionamiento, en aquella época había una revista que era un poco contracultural y ya me sorprendió porque ponía en el interior un dossier sobre la homosexualidad. Era de Armand de Fluvìa que entonces aparecía en prensa con el nombre de guerra de Roger de Gaimon porque no podía dar su nombre real. Teníamos una ley en la que solo por visibilizarnos nos podían meter presas y este hombre primero salió ocultándose la cara con un periódico con ese nombre de guerra.

A mí lo que me interesó fue el análisis que había hecho sobre la homosexualidad. En aquella época para la justicia era un delito, para la medicina una enfermedad y para la Iglesia el pecado de fondo y la inmoralidad, sobre todo, en una época donde teníamos a todos los obispos con categoría de senadores en las Cortes franquistas. Teníamos a la iglesia gobernando.

Yo en aquella época, que tendría unos 18 años, con un régimen franquista y cuando digo régimen no me refiero a una persona sino a una manera de entender y de hacer política, de cultura, de costumbres, donde las personas trans no teníamos ni siquiera nombre, éramos todos maricones para el dictador. Incluso las leyes era para los homosexuales aunque luego caía todo el mundo. Yo ni siquiera le ponía nombre a lo que a mí me pasaba con esa edad.

Llamé a la revista para ponerme en contacto con este señor y me dijeron: “¿Quién llama?” Y yo: “Pues un maricón de aquí de Andalucía”.

La suerte fue que a los pocos días me llamó Armand de Fluvià, estuve hablando con él, me fui a Catalunya cuatro o cinco días y más o menos como la que toma un máster de lucha y organización vine toda ya como muy preparada y entonces fundo en Andalucía lo que es la primera organización por la libertad sexual que se llamó el Movimiento Homosexual de Acción Revolucionaria que convoca además la primera manifestación pública que tuvo lugar en Andalucía el 25 de junio de 1978.

En un año fundamental y determinante para todo el colectivo en España y es que antes de esa fecha, en abril, nos reunimos en secreto en Sevilla todos los colectivos del Estado español, yo fui la anfitriona en recogerles. Fue fundamental porque en esta reunión se marcan las estrategias comunes de salir un mismo día, con un mismo cartel impreso en los idiomas gallego, vasco, catalán y castellano y salíamos además con tres reivindicaciones.

La abolición de la ley de peligrosidad social, la amnistía sexual, que todos los presos y presas de las cárceles franquistas salieran a la calle y pedíamos una tercera reivindicación que fue siempre la tabla de reivindicación que era la libre utilización del propio cuerpo que hoy podemos llamarla como la autodeterminación para las personas trans.

Cuando recuerdo esto me duele en el alma como después de cuarenta y tantos años la única reivindicación no satisfecha, la única que aún no se ha cumplido es precisamente la de las personas trans, la autodeterminación.

Han pasado décadas pero sigue habiendo resistencias por parte de diferentes sectores para que salga adelante una ley que reconozca este derecho.

Los obstáculos que mayormente hemos encontrado no han venido en esta ocasión ni de la ultraderecha política ni de los fundamentalismos religiosos sino que han provenido principalmente y hay que decirlo del seno del PSOE, de ese feminismo rancio, de esas mujeres que de manera organizada y con una estrategia bien planificada de reparto de roles han intoxicado a la opinión pública, han utilizado de manera perversa el nombre del feminismo para esconder su discurso transodiante. Sobre todo porque han sido las teóricas que han regalado el fundamento a la ultraderecha y a la derecha.

El 18 de mayo se votó en el congreso la iniciativa que pudimos llevar como una estrategia de la plataforma para que se pudieran retratar con luz y taquígrafo aquellos grupos que estaban a favor de los derechos trans o al contrario. Sorprendente que cuando hizo la explicación del voto en contra la diputada de Vox, lo mismo que la diputada del Partido Popular, ambas hicieran referencia al argumentario del partido socialista. Cuando esto está pasando algo mal está ocurriendo en el ideario del partido socialista, no es posible que la ultraderecha compre el fundamento ideológico para estar en contra de que no avancen derechos de las personas trans.

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Concentración el 18 de mayo frente al Congreso español. Foto: Plataforma Trans.

Lo que más me ha dolido, porque también han creado una intoxicación, porque son mujeres que más que feministas, son mujeres con influencia en la academia, son mujeres con influencias en las instituciones y bueno yo creo que la mayor relevancia y el mayor apoyo institucional y político ha provenido de Carmen Calvo.

Ha sido horrendo y horrible las palabras y las afirmaciones que ha hecho en contra de la Ley Trans siendo vicepresidenta de un Gobierno. España ha tenido un ranking en Europa a favor de las personas trans y que se ha visto salpicado, incluso, no me importa decirlo, con frases que se pueden entender alentadoras del odio hacia las personas trans porque se nos ha señalado en varias ocasiones como un peligro social. Cuando dijo que no se puede legislar sobre el deseo o que la identidad de las personas trans podía poner en riesgo… Eso era señalarnos como un peligro social.

Yo estaba reviviendo el señalamiento del franquismo, de una Ley que se llamaba precisamente de Peligrosidad Social. Ha sido algo horrendo lo que hemos tenido que aguantar o, por ejemplo, yo entiendo el disenso, disentir es legítimo incluso hasta bueno en algunas ocasiones pero el disenso no es la equiparación con conductas delictivas que en el fondo lo que intentan es deshumanizar a las personas trans.

El primer paso para la agresión es deshumanizarte, te deshumanizo, te quito la categoría humana, te trato como algo por debajo de la condición humana y eso me permite agredirte como se nos está agrediendo en las redes sociales con está brutalidad que jamás ni siquiera la ultraderecha más ñoña usó.

No quiero que se saque de contexto, que ahora estoy defendiendo a la ultraderecha, pero la verdad es que la Iglesia Católica, igual que esta gente, lo único en lo que siempre se han amparado para negar las identidades trans es que “Dios nos ha hecho hombre y mujer” y que es un atentado violar esto, que “no se puede alterar lo que Dios ha creado”.

Pero de ahí a decirnos que somos peligrosas, que podemos entrar en los cuartos de baño y violar a las mujeres, que si entramos en las cárceles podemos violar a las mujeres... Eso es señalarnos, la equiparación a una conducta delictiva unida a las mujeres trans.

Nos parece patriarcal, nos parece machista y sobre todo nos parece un discurso de odio horrible y que verdaderamente es la antesala a las agresiones que después sufrimos en las calles, en las escuelas, en los centros de trabajo. Esto es lo que provoca el delito de odio. El discurso de odio es la antesala del delito de odio.

Un sector del feminismo considera que la diversidad es un peligro, ¿por qué este giro en el feminismo?

Yo creo que aquí pueden haber varios factores y nosotras somos las víctimas de eso. Yo creo que por un lado hay una lucha de poder. Carmen Calvo ha tenido siempre los temas de igual y le habrá molestado profundamente el que una mujer joven sea quien lidere ahora el Ministerio de Igualdad y por eso le ha bloqueado no solamente la Ley trans sino todas las propuestas de leyes que han querido sacar desde el ministerio. Pero al margen de este celo político yo estoy convencida además de que ideológicamente Carmen Calvo piensa así.

No importa que sea socialista para que después ideológicamente tus ideas estén del lado de la ultraderecha en este sentido, en esa moral ñoña porque fíjate si tiene interiorizada una transfobia que es que además le cuesta trabajo nombrar a las personas trans, le cuesta trabajo hablar de Ley Trans, habla todo el tiempo en clave LGTBI porque como es un acrónimo que verdaderamente invisibiliza a la víctima. Incluso hablando bien ejerce violencia porque no nombra a la víctima de las mayores violencias.

Es algo evidente pero que no proviene de un discurso victimista, los menores trans son los que más acoso reciben en los centros educativos, las agresiones en las calles las que más las sufren son las personas trans y si es a nivel de discurso o de equiparación vejatoria y humillante en redes sociales.

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Concentración en el Paraninfo de Zaragoza contra la transfobia en 2018. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo).

La exclusión laboral, es algo que nos golpea solamente a nosotras, que tenemos que pedir un cambio de nombre y de sexo a través de una ley que ya es obsoleta de 2007 que está en contra de la directiva y legislación europea al respecto.

El tener que abordar una atención sanitaria después de que la Organización Mundial de la Salud en 2018 despatologizara la transexualidad, todavía hay que ir a centros médicos donde nos tratan como enfermas mentales o tener que soportar lo mismo en las Universidades. Todavía existen libros que hablen de la transexualidad es un trastorno o una enfermedad, esos libros tendrían que haber sido retirados porque la OMS igual que la asociación de psiquiatría médica americana ha dicho al mundo que la transexualidad no es una enfermedad sino que es parte de la diversidad humana.

A la hora de manejar datos sobre violencia machista resulta muy complicado y frustrante porque las cifras oficiales no contabilizan los feminicidios de mujeres trans.

Hay un dato muy relevante que demuestra cómo las mujeres trans somos, además de como mujeres que somos sino que hay que sumarle la discriminación múltiple, si eres pobre, racializada o trans.

Hay una organización europea que se dedica a monitorear todos los asesinatos que se cometen con las personas trans, se llama Trangender Europe y todos los años en septiembre hace públicas las estadísticas del año anterior. Lo últimos datos los dieron en 2020 y se correspondían a los asesinatos de 2019 y habíamos sufrido 331 asesinatos (datos de todo el mundo) a mujeres trans, no hombres trans.

Las estadísticas de 2008 a 2019 pues llevábamos más de 3.300 asesinatos, el 99% a mujeres trans. Yo creo que no nos matan por lo que tengamos en las piernas, nos matan porque somos mujeres. Y eso es una violencia machista y patriarcal.

Natacha Rampova, más que Natacha era La Rampova, ella en tiempos del franquismo fue detenida, aún no tenía 14 años, y ella cuenta que fue violada hasta más de ocho veces en un día y contaba que era la práctica habitual con todas las presas transexuales. Es un modo de exponer el alto riesgo que las mujeres trans sufren en las cárceles de hombres pero quien verdaderamente promueve y hace posible que desde la dirección general de Instituciones Penitenciarias se dictara una circular en 2006 para que todas las mujers trans que estuvieran presas pudieran estar en el módulo de mujeres fue María Jesús Lastra.

Ella estaba presa y ella incoó un expediente solicitando que no se sentía segura y que se sentía en peligro en el módulo de hombres. No solamente fue atendida su petición sino que fue extendida ya por una circular de Instituciones Penitenciarias para todo el Estado español. Las mujeres trans no somos un peligro, sino que estamos en peligro.

¿Cómo era ser mujer trans en el postfranquismo y como es ser mujer trans en el 2021?

Ha cambiado muchísimo para vergüenza de la administración y para la alegría de nuestra comunidad. Digo para vergüenza de la administración porque en 42 años jamás ha habido políticas públicas para frenar la discriminación que sufren las personas trans en todos los ámbitos.

Yo creo la serie de La Veneno, nos guste a algunas más o a algunas menos, pero es un testimonio biográfico de cómo vivíamos las personas trans en el 87 y en el 88, después de haber sido expulsadas de nuestros hogares, apartadas de la atención sanitaria, excluidas del mercado laboral, obligándonos como una única manera de subsistir la prostitución. Entregándonos con este vacío que sufríamos de ser expulsadas de nuestro hogar, de no poder estudiar, de no poder trabajar, a buitres que olían la carnaza, esa necesidad de amor, que nos engañaron, la droga en la que cayeron muchas compañeras, y eso tiene un responsable por acción o por omisión y es el Estado. Eso es lo que nos ha dado la democracia a las personas trans no el franquismo.

¿Dónde vivimos hoy? Hace una década atrás nace el sujeto político organizado de las personas trans, empiezan a organizarse, nace la Federación Plataforma Trans y nace otro sujeto político novedoso, las familias de los menores trans empiezan a organizarse. La influencia e incidencia política, cultural y social que hemos tenido el movimiento transespecífico ha hecho posible estos cambios.

En muchísimas comunidades ya los chicos tienen protocolos en los colegios que les protegen, que las familias donde antes te expulsaban hoy te acogen y te acompañan con amor, hemos pasado de la fotografía de blanco y negro a una fotografía digital y de color.

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Orgullo de este 2021. Foto: Berta Comas.

Hay algo muy significativo y lo digo con orgullo, cuando solamente una década atrás las adolescentes y jóvenes trans terminaban en una esquina ejerciendo la prostitución, hoy el 90% están en las universidades y eso es una conquista del activismo y del movimiento trans. No ha sido fruto de políticas públicas ninguna. Que todo esto esté garantizado y protegido por una Ley Trans es una deuda que la democracia tiene con nosotras.

No será posible la liberación, la equidad de las personas trans sin el empoderamiento de las mismas y el empoderamiento de las mismas pasa porque el sujeto político sea el protagonista de las acciones y estrategias que le concierne.

De una manera paradójica, el acrónimo LGTBI que nació como una necesidad o como una palabra inclusiva, ha resultado lo contrario. Ese acrónimo ha invisibilizado a la víctima más vulnerable del colectivo LGTBI. Si las discriminaciones no se nombran por su nombre no se pueden combatir.

Me gustaría detenerme en la memoria histórica, la recuperación de los relatos y la reparación del daño irreversible que han sufrido las personas trans, ¿qué le debemos a la personas trans? ¿Qué le debe el Estado?

Nos debe primero un perdón moral que ni siquiera estamos pidiendo dinero, el perdón moral del Estado por esa omisión de no haber implementado políticas públicas para que las personas trans no viviéramos en una desigualdad que ha rayado el trato subhumano, por debajo de la categoría humana.

Nosotras en todos los momentos, y ahí están las fotos épicas de las manifestaciones, hemos estado en la primera línea dando la cara y el cuerpo para consolidar democracia y sociedades igualitarias. Las personas trans siempre fuimos las peores maltratadas de la dictadura pero las olvidadas de la democracia. Y esa es una deuda que hay que reparar porque nosotras hemos construido sociedades igualitarias aunque a nosotras no nos haya llegado.

No tenemos el estatus que tienen los gays, tienen dos ministros gays, existen referentes en el mundo de la literatura, el arte, la ciencia, la política, ¿dónde estamos nosotras?

Nosotras tenemos que romper ese apartheid que nos ha tratado de manera por debajo de la condición humana para abrirnos paso en todos estos ámbitos.

Esto va a venir con una ley que tenga el simbolismo de la reparación histórica pero también de blindar y garantizar el acceso en igualdad de oportunidades a todos los servicios que ya hoy disfruta el resto de la sociedad.

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Activistas trans y madres en las puertas del Congreso este marzo. Foto: Plataforma Trans.

Los derechos cuando se amplían a quien no los tiene nunca significa quitárselo a los que ya los tienen. Y los derechos garantizan pero no obligan. El derecho al aborto que garantiza a la mujer a abortar en condiciones saludables, no obliga a las mujeres a abortar, el derecho al matrimonio igualitario permite que todas las personas se puedan casar pero no las obligan.

Los derechos que se consoliden para las personas trans en el ámbito sanitario garantizarán pero no nos obligan.

Por eso lo de decir que esto entra en conflicto… Nunca. Porque además esas teorías apocalípticas, son viejas y retorcidas y se han utilizado en otros momentos. Cuando los negros quisieron salir de la exclavitud, los blancos dijeron estos negros vienen a quitarnos derechos, cuando las mujeres quisieron igualdad, los hombres dijeron estas mujeres quieren quitarnos derechos y con los heteros pasa igual. Cuando los gays quisieron derechos, preguntaron cuándo es el día de los heteros y ahora cuando las personas trans queremos tener igualdad de oportunidades, que no queremos privilegios, vienen a decir que venimos a menoscabar derechos de otras personas.

Busquen otra excusa que no haya sido usada porque esta es vieja y ñoña y lo que esconde es un totalitarismo, un negacionismo de un grupo vulnerable como son las personas trans.

Entre Stonewall y la manifestación en Andalucía pasaron algo menos de 10 años, ¿estos disturbios en Nueva York traspasaron las fronteras y llegaron hasta aquí?

Claro que sí y también ha habido momentos en España que los han motivado las personas trans y se ha beneficiado el colectivo LGTBI.

El 1979 en Rentería en un pub entró la policía a amenazar a los maricones y un travesti llamado Francis les dijo “pues si quieres detener a alguien detenme a mí” y agarró el policía y le pegó un tiro en la cara matándolo. El asesinato de Francis supuso la revuelta de Stonewall del País Vasco, ahí se rearma la resistencia en el País Vasco.

Otro acontecimiento que dio lugar a dos cosas importantes: en 1991 Sonia Rescalvo, una mujer trans en Catalunya la matan a patadas los skinheads y la muerte de Sonia Rescalvo dio lugar a que se introdujera en el Código Penal el agravante de homofobia y transfobia.

El asesinato de una mujer trans valió para que nuestro Código Penal pusiera el agravante de homofobia y transfobia. En 1992 nace por primera vez el primer Observatorio para los Delitos contra las personas LGTBI, que fue el observatorio de Catalunya. Nosotras con nuestros cuerpos, nuestros físicos y nuestras vidas hemos dado lugar a que aparecieran derechos para todo el colectivo en general. Por eso esta deuda no es una deuda para la democracia y de la sociedad, es una deuda que el colectivo LGTBI tiene también con las personas trans.

En EEUU pasó igual allí había un soldado que tenía una mujer trans y lo asesinaron por estar con una mujer trans. El asesinato que tuvo una causa de transfobia valió para que el ejército de Estado Unidos abriera la veda para todos los gays y lesbianas, sin embargo, las personas trans no.

Una persona trans da lugar a un avance pero no es receptora de esos derechos, aquí ha pasado con nosotras igual. Nosotras hemos puesto el cuerpo y las caras en las manifestaciones épicas e históricas, nos ha costado la vida a muchas mujeres trans, ¿beneficiario? El colectivo LGTBI, gays y lesbianas hablando claro.

Para hacer que las políticas LGTBI sean inclusivas, hay que deconstruir viejos clichés y dinámicas tóxicas del machismo y del patriarcado, hay que dar la voz a las lesbianas, bisexuales, y sobre todo a las personas trans, que hemos sido objeto de un tutelaje impuesto, que sólo es posible de superar desde el empoderamiento y la participación activa como sujetos políticos de las estrategias y políticas que nos conciernen.

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