Las medallas de Billy, los restos franquistas que nunca salieron de la policía

Incomprensiblemente, la Administración sigue sosteniendo una Ley del régimen franquista por la que se desarrolla un sistema de condecoraciones y recompensas "al mérito policial" que data del año 1964 Muere por COVID-19 Antonio González Pacheco, "Billy El Niño", policía torturador que durante décadas se sirvió y escondió cobardemente tras el poder que le otorgaba una placa y una pistola, para infringir sufrimiento y dolor, con el fin de acallar la voz a toda aquella persona que defendiera la libertad, los derechos, la democracia y se cruzara en su camino. Un elemento de represión franquista que siguió avalado y protegido en …

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Incomprensiblemente, la Administración sigue sosteniendo una Ley del régimen franquista por la que se desarrolla un sistema de condecoraciones y recompensas "al mérito policial" que data del año 1964

Muere por COVID-19 Antonio González Pacheco, "Billy El Niño", policía torturador que durante décadas se sirvió y escondió cobardemente tras el poder que le otorgaba una placa y una pistola, para infringir sufrimiento y dolor, con el fin de acallar la voz a toda aquella persona que defendiera la libertad, los derechos, la democracia y se cruzara en su camino. Un elemento de represión franquista que siguió avalado y protegido en el tiempo por los herederos del régimen, al que vergonzosamente laurearon con generosas gratificaciones económicas en forma de medallas policiales. Miserable y cobarde al que recientemente aún pudimos ver sacar pecho y regocijarse en celebraciones castrenses arropado por sus viejos compañeros de crueles andanzas.

Rabia e impotencia sería el sentimiento que expresa que este monstruo nunca haya sido juzgado por sus crímenes y haya disfrutado con total impunidad, de toda una vida de placeres pagados por el Estado con dinero público. Rabia por la falta de reparación y justicia con las víctimas de sus atrocidades, que ningún gobierno tuvo el valor de resarcir y a las que, hoy más que nunca, debemos de recordar y apoyar.

Se va un despreciable personaje pero todavía nos quedan muchos Billys y sus medallas pensionadas. Un sistema de recompensas heredado de épocas pasadas, una lacra que a día de hoy perdura en el seno de la institución policial.

Incomprensiblemente, la Administración sigue sosteniendo una Ley del régimen franquista por la que se desarrolla un sistema de condecoraciones y recompensas "al mérito policial" que data del año 1964. Una norma denunciada en múltiples ocasiones, cuyo contenido y aplicación dan lugar a un instrumento concienzudamente urdido con el que, desde la época de la dictadura, se premia económicamente a determinados funcionarios y funcionarias de los cuerpos policiales, mayoritariamente de las escalas de mando, con condecoraciones arbitrarias y opacas que concede el Ministerio del Interior.

Ya en el año 2018 la Agrupación Reformista de Policías (ARP), presentó una denuncia ante la justicia en la que se ponía en cuestión todo el sistema de concesión de medallas al Mérito Policial con el que se ha ido recompensando, sin justificación ninguna, a la fidelidad de los comisarios e inspectores que han participado en actividades reprobables vinculadas a las cloacas de Interior. Denuncia que ponía en evidencia un sistema manchado y que podría suponer una presunta prevaricación y malversación en la concesión de condecoraciones pensionadas con gratificación económica vitalicia; cuestión que afecta a todo el oscuro procedimiento de los premios policiales establecidos durante el franquismo y repartidos arbitrariamente hasta el día de hoy.

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La misma denuncia recogió la negativa sistemática de la Administración a justificar la concesión de las condecoraciones, siendo imposible averiguar las motivaciones de todas esas recompensas, convirtiéndose en cómplice de tal manera que envuelve la concesión de estas distinciones y el elevado impacto que tienen en el Erario Público en un impenetrable manto de oscuridad, bajo el que se podrían estar dando delitos de elevadas dimensiones, cuya repercusión en las arcas públicas podría ascender a millones de euros.

Hablamos pues de la necesidad de investigar y derogar un procedimiento administrativo, mediante el cual se ha premiado sistemáticamente a mandos policiales y otras autoridades, incluso a civiles sin relación ninguna con los cuerpos policiales. La necesidad de escarbar en las cloacas de Interior, como por ejemplo las hasta dos medallas rojas pensionadas, concedidas al conocido excomisario José Manuel Villarejo Pérez y a muchos otros mandos policiales investigados o bajo sospecha.

No es posible que continúe funcionando impunemente un sistema heredado de la dictadura, a través del cual se ha recompensado y premiado con elevada pensión vitalicia a cientos de mandos y agentes policiales sin justificarse su adjudicación, ni estar sometida a control de cuentas, ni transparencia ninguna, suponiendo un elevado coste y derroche de dinero público.

En un estado que se denomina democrático, no puede haber lugar para la tolerancia de un sistema más que presuntamente corrupto, que premie económicamente a quien cumpla obedientemente directrices o mandatos fuera de la legalidad. Que sigue avalando la ornamentación y recompensa de quien ejerció salvajemente la represión contra las personas que defendieron esa misma democracia.

Más allá de estas cuestiones, deberíamos reflexionar, ¿por qué un policía tiene derecho por ley a ver aumentado su sueldo mediante condecoraciones bajo el argumento de, supuestamente, "destacar" en su trabajo?¿Por qué no una cuidadora, una limpiadora, personal sanitario, de supermercados, trabajadoras y trabajadores de cualquier fábrica o industria por ejemplo?

Para que la policía alcance el grado de democratización y transparencia que exige la sociedad, debe de estar al mismo nivel de la comunidad, alejarse de corruptelas que dejen de perjudicar a los buenos profesionales, necesita de una revisión que levante alfombras y saque definitivamente la suciedad, deshaciéndose del lastre que, aún en la actualidad, algunos de sus elementos se empeñan en perpetuar. Y es que los restos del dictador salieron del valle, pero desgraciadamente los del franquismo siguen latentes en algunas instituciones del estado.

El torturador franquista 'Billy el Niño' moría a consecuencia de esta maldita pandemia. El represor franquista ha escapado de la justicia, ha quedado impune, no ha sido juzgado y ha fallecido con sus medallas, reconocimientos y demás ornamentas; pero quedan muchos "Billys" con sus medallas a los que todavía estamos a tiempo de juzgar.

La democracia total, real, que piense en las personas y en sus derechos solo existirá cuando deje de existir la impunidad. Sin duda avanzaremos como sociedad si conseguimos eliminar y derogar las leyes mordaza y todas aquellas que contienen todo atisbo de represión y privilegios de épocas y tiempos oscuros, que todavía forman parte de nuestro entramado legislativo del "atado y bien atado".

Hoy y siempre, sigamos luchando por la verdad, la justicia y reparación.

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