La irresistible ascensión del fascismo, versión Abascal-Monasterio

Bertolt Brecht nos enseñó cómo la negra dictadura se alimenta de señuelos y mentiras para avanzar hacia ese poder absoluto con el que sueña; se llame nazismo, fascismo o nuestro particular franquismo. Y ese camino lo mostró en 24 cuadros antológicos de su obra teatral “Terror y miseria del Tercer Reich”, retratando la vida en la Alemania nazi de los años 30. Muchos de los que abren los ojos y la boca, ahora, asombrados ante la desfachatez manifiesta de personajes como la señora Monasterio, o los señores, por ser elegante, Abascal, Ortega Smith, Espinosa de los Monteros —lo siento por …

Carlos Tundidor
Portada del libro "Terror y miserias del Tercer Reich", de Bertolt Brecht

Bertolt Brecht nos enseñó cómo la negra dictadura se alimenta de señuelos y mentiras para avanzar hacia ese poder absoluto con el que sueña; se llame nazismo, fascismo o nuestro particular franquismo. Y ese camino lo mostró en 24 cuadros antológicos de su obra teatral “Terror y miseria del Tercer Reich”, retratando la vida en la Alemania nazi de los años 30.

Muchos de los que abren los ojos y la boca, ahora, asombrados ante la desfachatez manifiesta de personajes como la señora Monasterio, o los señores, por ser elegante, Abascal, Ortega Smith, Espinosa de los Monteros —lo siento por el pueblo homónimo—, también de su prima hermana Ayuso, deberían tener esta obra teatral como libro de cabecera antes de blanquear y dar cobertura a tales aprendices de CEDA o Falange, aunque se apelliden Vox.

Lo que entonces fueron los judíos, hoy son los Menas o los inmigrantes, pero la escala de terror y de mentiras es la misma. Durante años, los grandes poderes mediáticos de prensa, las cadenas privadas de radio —la Cope, iglesia SA, es un escándalo en ese aspecto—, o las cadenas de televisión, incluso las públicas, han venido blanqueando a tales energúmenos. Donde debieron decir desde el principio, franquistas o fascistas, han venido contemporizando llamándoles partidos de la derecha, como mucho de derecha extrema y pasando sus manos —por sus lomos tratando de disculparlos como si se pudiera amansar a una manada de lobos furiosos y con hambre. De manera similar a la de los partidos burgueses en la Alemania de Weimar o de Hindenburg cuando contemporizaron con Hitler, con los nazis del NSDAP. Creo que el final de la historia la sabemos todos.

Casi un siglo después de la ascensión del fascismo en Europa y en España, la Historia puede repetirse. Los nazis, esa manada de lobos que quieren el poder absoluto de nuevo, quienes añoran la simbología nazi, la dictadura franquista, aquellos que fusilan, de momento por vía verbal, a 26 millones, incluyendo niños, de españoles solo por pensar distinto a ellos, que disparan a efigies de cartulina, de momento, ensayando posibles y futuros disparos reales, que atacan con palos, cuando son muchos, a cualquiera que crean demócrata, que se sienten tan fuertes como para comenzar a amenazar con balas de guerra a nuestros políticos, esos fascistas repiten las tácticas que noventa años atrás les dieron tan buenos resultados para sus intereses, que ocasionaron la muerte de 80 millones de personas, uno de ellos españoles, en su enloquecida ruta hacia la dictadura mundial.

Va siendo tarde, señora Barceló, de entender que lo peor que se puede hacer con individuos que solo simulan prácticas demócratas con el fin de cargarse la democracia, es darles cancha, ponerles al mismo nivel que aquellos que, al contrario que esta réplica de camisas pardas o azules, predican con el ejemplo y salvaguardar la democracia y la economía social. Ni qué decir tiene que, si me dirijo a usted así, una de las comentaristas españolas a las que considero demócratas, imagine cómo deberíamos dirigirnos a esos otros compadres en las “caenas” —me recuerdan las absolutistas— Cope, Cero u otras. Aunque muchos de ellos, directamente, no lo son y se alinean con prácticas filo-nazis.

Porque no se puede equiparar a partidos fascistas como Vox con otros democráticos como Podemos. Eso, además de ser una de las mayores falacias que han intentado “colar” en las casas de los españoles, sirve de espoleta de partida para que otras organizaciones políticas, que no son nazis, pero que les cuesta mucho disimularlo, tengan munición suficiente para atizar peleas que alejen el debate de los verdaderos problemas que tenemos en el país y que deben de ser los que los políticos, de cualquier color y rango, empleando el cien por cien de su tiempo y esfuerzo, solucionaran.

Si ustedes insisten en decir en tertulias, periódicos e informativos que Vox y Podemos son equivalentes, uno por la derecha y otro por la izquierda, tendrán la mayor responsabilidad en el ascenso imparable del fascismo en nuestro país. Porque eso es mentira y lo peor, es que lo saben. Vox es antidemócrata, fascista, xenófobo, machista, que ampara a criminales en potencia que desearían matar a millones de compatriotas, nostálgico de regímenes de hace ochenta años, es decir, lisa y llanamente, sin subterfugios, aspirante a una dictadura del mismo corte que la franquista.

Unidas Podemos, señores y señoras de los medios que se dicen demócratas, es un partido cuyo origen está en la lucha por la libertad, contra la dictadura; que, mejor o peor, intenta que la democracia del bienestar social sea la que domine en este país. Se podrá estar de acuerdo, o no, con sus ideas, pero son eso, ideas. Ideas que defienden la democracia, que nunca plantean el más mínimo debate que no sea con la palabra y el argumento. Lo mismo que otros partidos en este país, el PNV, el PSOE, Esquerra, Compromís… efectivamente. Por eso no se pueden poner al mismo nivel. Uno es un partido que no quiere la democracia, que se aprovecha de ella para tratar de imponer un régimen como el franquista, y el otro es el que, convenciendo a unos y no a otros, quiere mejorar nuestra sociedad, siempre bajo el paraguas democrático.

Por ello, cada vez que en una tertulia, debate o comunicación, equiparan a Vox con Podemos, están labrando una piedra más para ese lento, o rápido, ascenso del fascismo en nuestro país. Y son, serán, los máximos responsables.

Al pan hay que llamarle pan, al vino, vino y a Vox fascistas. Sin paños calientes.

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