Decía Lina Bo Bardi que "la Arquitectura es el espejo de la personalidad de quien la escoge, la habita o de quien la proyecta. Creo que la función del arquitecto es ante todo conocer la manera de vivir del pueblo en sus casas y procurar estudiar los medios técnicos para resolver las dificultades que encuentra la vida de millares de personas. Para un arquitecto lo más importante no es construir bien sino saber cómo vive la mayoría del pueblo. El arquitecto es un maestro de la vida, en el sentido modesto de que se apodera de cómo cocinar o fregar, de cómo hacer un fuego".
Con estas palabras de Bardi me resultaba apropiado comenzar el texto. Debemos de generar el debate sobre la creación de sociedades más justas e inclusivas en base a la arquitectura y el urbanismo, siendo la generación de espacios el nexo común. Hay quien dice que tanto la obra como el espacio es neutro y no tienen sexo, raza ni clase. Sin embargo, si nos remitimos al espacio público: la calle, el parque, la plaza, el bar, el mercado o el juzgado, son espacios que tienen connotaciones de género pues seguro que rápidamente establecéis una relación en base a roles tradicionales, incluso en edad o la clase social a la que pertenecen. La relación que ha existido siempre en cuestiones de género-espacio, han vinculado a la mujer y al espacio público con la prostitución mientras que el hombre público era una figura de éxito y poder; de esta forma también se marcaban los roles que debía asumir cada género, relegando a la mujer a una posición de sumisión, a la vida privada y dependiente del hombre, como una posesión más, al igual que la vivienda.
Cuando se dibuja, se hace con un lenguaje que es considerado como propio pero que inevitablemente está condicionado por nuestro entorno; se dibuja con ideología y con la importancia que le des a determinadas cuestiones; por eso, es imprescindible que el feminismo y la perspectiva de género sea un eje fundamental en nuestras vidas. Aquí radica la importancia de las palabras de Lina cuando dice que el arquitecto, el “maestro de la vida”, tiene que saber “cocinar y fregar”, pues no puede ser ajeno al trabajo de cuidados, tan invisible y despreciado pero que hay que poner en valor y reconocer para que deje de ser un foco de exclusión.
Si estás leyendo estas líneas es más que probable que tampoco consideréis la obra como un ente neutro, o simplemente estáis expectantes al desarrollo del texto. Me resulta interesante mencionar la tesis de la arquitecta Mónica Cevedio donde brevemente compara el trabajo de dos reconocidos arquitectos hasta por personas ajenas a este mundo. Concretamente habla la casa-consultorio Curutchet, de Le Corbusier, y la buena relación de espacios públicos y privados que plantea; sin embargo, entiende la vivienda (la parte privada) como el espacio de la mujer y, desde una perspectiva masculina, diseña para que ésta se desarrolle en base a las tareas del hogar, mientras que la parte pública (el consultorio) se abre a la ciudad y cuyo uso está destinado al hombre. La otra comparación es referida a Adolf Loos, sus diseños más sobrios y conservadores donde se rompe la relación interior-exterior mediante distintos elementos e incluso negando la ventana, esa apertura al exterior, con cristales translúcidos, generando un espacio más cercano al confinamiento para la mujer que un lugar de ‘liberación’ o de desarrollo personal pues todo queda recluido entre sus muros. Si tenéis más interés en lo que plantea, su tesis está publicada como “arquitectura y género” por Icaria Editoriales.
El desarrollo del Modulor, esa “medida maestra” de Le Corbusier obtenida de la mitad de un Hombre de 1,83 metros y que tantos elogios ha recibido y que ha servido de base y de ejemplo para muchos arquitectos durante el s. XX es otro ejemplo más, en este caso, claro y directo de cómo el pensamiento dominante se centra en generar espacios por y para los hombres, es un ejemplo evidente del sistema heteropatriarcal en la historia de la arquitectura. Hay que recordar que la estatura media de la mujer europea, en 2015, por no hablar de hace 70 años, está en el rango de 165 cm.
Las comparativas ilustradas que plantea Mónica Cevedio me resultan unos ejemplos interesantes para las personas que puedan ser ajenas a este mundo pero que comprenden la importancia que tiene la relación de espacios, y que me lleva a introducir una breve reflexión:
Si bien es cierto que hay una parte de machismo estructural que condiciona el día a día de las personas y sus acciones cotidianas, no podemos olvidar que los espacios influyen de forma positiva o negativa dependiendo de la forma en la que se diseñen y con ello, se está contribuyendo a perpetuar esos roles machistas de la sociedad patriarcal o, por el contrario, ayudan a generar nuevas dinámicas de empoderamiento y libertad. Los espacios tienen sexo, raza, edad y clase social.
Siempre se ha dicho que la casa es el espacio de las mujeres, pero ¿realmente lo es? O, mejor dicho, ¿lo ha sido en algún momento? La casa es el espacio que han ocupado las mujeres, que es muy distinto, sin importar quién se adapta a quien o siquiera, si hay adaptación. No ha sido su refugio (intencionadamente) sino una posesión del hombre, un espacio de uso que se han visto obligadas a ocupar, pero que no deja de ser un espacio que se compra y que se vende, sujeto a las leyes del mercado y formando parte de un importante sector de la economía de cualquier país. Habrá espacios que sean tremendamente cómodos, sin importar si lo ha diseñado un hombre o una mujer, pero lo que hay detrás de cada persona que proyecta es la educación, una educación que viene condicionada por el sistema patriarcal, un sistema pensado por y para hombres. Cuando hablamos de feminismo, hablamos de que tiene que ser transversal y que debe de estar presente en cada espacio de nuestras vidas, en cada acción y, en nuestro caso, en cada trazado de cada obra que imaginamos.
Para terminar, me gustaría tomar prestada aquella cita que dice que “los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diferentes modos, aquí se trata de transformarlo”, según las palabras de filósofo alemán Karl Marx.