"El gas y la energía nuclear no son sostenibles, y etiquetarlos como tales es un flagrante lavado verde: esta decisión perjudica al clima y a las generaciones futuras. Hoy, los lobbies del gas y la energía nuclear se han llevado el ‘premio gordo’, permitiendo desviar miles de millones de inversiones que son muy necesarias para garantizar la transición climática", denuncia WWF.
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