Este Mundial, conocido como el de la vergüenza, ha resaltado el sistema mundo capitalista y racista en el que vivimos, en el “pan y circo” y las emociones instantáneas que mueve el fútbol, haciéndonos olvidar durante unas semanas las consecuencias del capitalismo racial, las personalidades de los nacionalismos e imperialismos, la corrupción en la FIFA, los partidos emocionantes de equipos de países africanos, el blanqueamiento del estado de Israel y el sionismo, la denuncia de la causa Palestina y la ocupación del Sáhara Occidental, y, por último, la presencia de hijos de migrantes en equipos del país de origen, reluciendo el racismo y rechazo que viven en Europa además de no identificarse con la identidad nacional del territorio que les vieron nacer y crecer