ARICO promueve la exhumación de una fosa común situada en el cementerio de Ricla

Los trabajos han sido promovidos por la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido (ARICO), con la colaboración de la Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo. El equipo técnico compuesto por arqueólogos y antropólogos está preparado para llevar a cabo la localización y la exhumación de la fosa común a partir del próximo viernes 4 de noviembre.

Después de 5 años desde el primer contacto con las familias de Petra Lozano Forcén y Lorenza Morlanes Serrano, ha llegado el momento de llevar a cabo la exhumación de una fosa común existente en el cementerio municipal de Ricla, en Zaragoza, donde desde hace 80 años yacen sus cadáveres junto a los de otras tres víctimas de la represión fascista, todos ellos vecinos de la cercana localidad de Morés y asesinados al comienzo de la Guerra Civil Española, concretamente el día 13 de agosto de 1936. Los trabajos han sido promovidos por la Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido (ARICO), con la colaboración de la Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo.

“Tras realizar la documentación histórica de estas desapariciones forzadas, a fecha de hoy tenemos todos los permisos necesarios para realizar dichos trabajos”, aseguran desde ARICO. El equipo técnico compuesto por arqueólogos y antropólogos está preparado para llevar a cabo la localización y la exhumación de la fosa común a partir del próximo viernes 4 de noviembre.

Desde ARICO quieren recordar que La Ley 52/2007, de 26 de diciembre, conocida como Ley de la Memoria Histórica por la que se reconoce y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura, proclama en su preámbulo: “Es la hora de que la democracia española y las generaciones vivas que hoy disfrutan de ella honren y recuperen para siempre a todos los que directamente padecieron las injusticias y agravios producidos por unos y otros motivos políticos o ideológicos o de creencias religiosas, en aquellos dolorosos períodos de nuestra historia. Desde luego a quienes perdieron la vida. Con ellos, a sus familiares”.

“Pese a que esta ley sigue en vigor –señalan-, la falta de ayudas públicas desde el año 2012 a la Recuperación de la Memoria Histórica por parte de las instituciones del Estado nos había impedido actuar hasta el momento sobre esta fosa común”. Los trabajos de exhumación se podrán llevar a cabo gracias a la reciente concesión de una subvención dentro de la convocatoria de Ayudas para el desarrollo de la Memoria Histórica en la capital aragonesa, para el año 2016 de la Diputación de Zaragoza.

Morés, 1936

El 17 de julio de 1936, un día antes de lo previsto, estalló en Marruecos el golpe de estado que venían tramando mandos militares y cuyo parcial fracaso dio inicio a la Guerra Civil Española (1936-1939). En Zaragoza, el Capitán General Miguel Cabanellas decretó el Estado de Guerra el día 19 de julio, sumándose de esta manera al golpe militar. La sublevación el 20 de julio de 1936 de la guarnición militar de Calatayud, compuesta por el 10º Regimiento de Artillería Ligera, decantó el destino de la estratégica ciudad y sus alrededores. En los días siguientes estas tropas, secundadas por las fuerzas de la Guardia Civil y por miembros de Falange Española y de Acción Ciudadana, sometieron a las localidades de la actual comarca de Calatayud, como las ubicadas en el valle del Jalón, y aseguraron las estratégicas vías de comunicación entre Zaragoza y Calatayud, como el ferrocarril.

La Guardia Civil jugó un notable papel en la consolidación del control del mundo rural por parte de los sublevados. En el caso de la localidad de Morés, en Zaragoza, perteneciente al partido judicial de Calatayud, será el 25 de julio de 1936 cuando la Guardia Civil del puesto de Sabiñán, encabezada por el brigada jefe de puesto Juan Martínez Valtueña, y apoyada por un grupo de falangistas de La Almunia de Doña Godina, entró en Morés, declaró el Estado de Guerra y destituyó al Ayuntamiento legalmente constituido.

“En esos primeros meses tras el golpe de Estado, Morés sufrió el asesinato de un importante número de sus habitantes. Muchos detenidos fueron trasladados a las diversas prisiones habilitadas en Calatayud y más tarde desaparecieron para siempre en alguna de las fosas comunes de la zona”, sostienen desde ARICO. Entre ellos los jóvenes Narciso Crespo Lozano y Antonio Lozano Morlanes, hijos de Petra Lozano Forcén y Lorenza Morlanes Serrano, detenidos juntos en Morés y asesinados en Calatayud el 10 de agosto de 1936.

Pronto surgieron grupos de falangistas que llevarían a cabo numerosas sacas y detenciones ilegales en la retaguardia. Una de estas sacas fue la ocurrida en Morés el día 13 de agosto de 1936. “Ese día fueron detenidas Petra Lozano Forcén y Lorenza Morlanes Serrano, junto a tres ferroviarios destinados en la estación de Morés: Zacarías Arranz Pascual (natural de Morón de Almazán, Soria), Tomás Sanz Lorente (natural de Fuente la Higuera, Valencia) y Sebastián Rueda Camacho (natural de Jaén). Petra Lozano y Lorenza Morlanes, naturales y vecinas de Morés, eran cuñadas y contaban respectivamente con 48 y 43 años de edad”, explican desde la Asociación. Todos ellos fueron trasladados hasta la cercana localidad de Ricla y allí fueron asesinados y enterrados en el interior del cementerio municipal. En años posteriores fue registrada la defunción de casi todos ellos en el Registro Civil de Morés, bajo el eufemismo de ‘heridas recibidas en acción de guerra’ o simplemente ‘acción de guerra’.

Sin embargo, “no se puede descartar que en la fosa se hallen hasta seis víctimas, pues el 14 de agosto de 1936 fueron registradas en el Registro Civil de Ricla seis defunciones, dos mujeres y cuatro varones, todos ellos desconocidos y que fueron enterrados en el cementerio de Ricla”, advierten desde ARICO.

Muy pocos días después de los asesinatos, las familias tuvieron conocimiento de la suerte corrida por sus seres queridos y se trasladaron hasta Ricla, donde hablaron con el enterrador. “Éste les dio suficientes indicaciones –sexo, edades aproximadas, ropas que vestían, objetos personales- como para reconocer los cadáveres de sus familiares y les informó que los había enterrado a todos juntos en la misma fosa, unos sobre otros, y a las dos mujeres las había colocado en la parte superior”, subrayan. Poco después, las familias colocaron una lápida en el lugar donde el enterrador les indicó que los había inhumado. Desde entonces los descendientes de Petra Lozano y Lorenza Morlanes han cuidado de la sepultura.

Las víctimas

Petra Lozano Forcén era natural de Morés, Zaragoza. Tenía 48 años y estaba casada con Juan Crespo, con el que tuvo cinco hijos –de los que sólo vive Máxima Crespo Lozano-. Fue asesinada el 13 de agosto de 1936 cuando se disponía a denunciar la desaparición de su hijo Narciso durante tres días hasta que la detuvieron y llevaron a Ricla para ser asesinada.

Lorenza Morlanes Serrano nació también en Morés, tenía 43 años y estaba casada con Tomas Lozano, con el que tuvo tres hijos. Fue asesinada el 13 de agosto de 1936 cuando fue a denunciar la desaparición de su hijo Antonio durante tres días cuando la detuvieron y llevaron a Ricla para ser asesinada.

Tomás Sanz Lorente, natural de Fuente La Higuera, València, de 37 años y casado. Sanz Lorente trabajaba como ferroviario destinado en Morés y resultó asesinado el 13 de agosto de 1936, dejando a su mujer viuda de 27 años y dos hijos de siete y dos años de edad.

Sebastián Rueda Camacho, natural de Jaén, de 28 años, casado y cuñado de Tomás Sanz. Al igual que éste último, Rueda Camacho trabajaba como ferroviario destinado en Morés, fue asesinado el mismo día 13 de agosto de 1936 y dejó a su mujer viuda de 26 años, y una hija de un año de edad.

Otra de las víctimas fue Zacarías Arranz Pascual, natural de Morón de Almazán, Soria, de 27 años de edad y casado con Isabel Espejo la Serna. Tuvieron dos hijos –Dolores y José Arranz Espejo-. Arranz Pascual trabajó como ferroviario destinado en Morés y resultó asesinado en Ricla el 13 de agosto de 1936. “No hemos conseguido localizar a familiares de Zacarías, por lo que rogamos que quien pueda tener alguna información sobre él o su familia, se ponga en contacto con ARICO”, recuerdan desde la Asociación.

Actuaciones previstas junto a Charata y el Batallón Cinco Villas

Una vez terminados los trabajos de exhumación de la fosa común de Ricla, ARICO colaborará en otros dos proyectos memorialistas de exhumación de fosas comunes en las Cinco Villas, Zaragoza; proyectos promovidos por la Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo y por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica Batallón Cinco Villas y cuya viabilidad económica está asegurada por sendas ayudas de la Diputación de Zaragoza para el desarrollo de la Memoria Histórica.

“Por una parte se continuará con los trabajos de localización y exhumación de las hermanas Rosario y Lourdes Malón Pueyo en las Peñas de Santo Domingo en Longás, Zaragoza, y que fueron interrumpidos desde el año 2014 por falta de financiación”, manifiestan desde ARICO. También se llevará a cabo otra intervención de localización y exhumación de trece vecinos de Uncastillo, Zaragoza, y dos de Petilla de Aragón, Nafarroa, que resultaron asesinados en agosto de 1936 en las cercanías de la localidad de Luesia, Zaragoza y enterrados en el interior de su cementerio municipal.

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