Estamos ante un boom de la extracción de materiales de la Tierra?
Por una parte tenemos una población creciente, de aquí al año 2050, probablemente lleguemos a 10.000 millones de individuos. Pero no solo hay un aumento de la población sino también un aumento exponencial de las aspiraciones de cada uno de los individuos. Todo el mundo tenemos derecho a tener una calidad de vida lo más alta posible. Además, las nuevas tecnologías, incluso las que podemos llamar limpias requieren de una cantidad importante de materiales, no solo en cuanto a cantidad, sino también en cuanto a diversidad, de tal forma que hoy en día podemos decir que estamos en la era de la Tabla Periódica porque prácticamente utilizamos todos sus elementos. Un móvil puede llegar a tener cuarenta elementos distintos. Así que si unimos el aumento de la población a la cantidad y diversidad de materiales que requiere satisfacer la demanda hacen que teniendo en cuenta que el reciclaje todavía es muy escaso, tendremos que seguir extrayendo de la naturaleza.
¿Qué diferencia hay entre la extracción de estos nuevos materiales y los tradicionales?
Tradicionalmente la minería se había basado en la extracción de minerales básicos y ahora lo que vemos es que, además de los minerales básicos, de los que no ha disminuido su extracción excepto en casos excepcionales como el del mercurio por sus propiedades tóxicas, además nos vamos a encontrar con que necesitamos otro tipo de materiales que hasta ahora habían sido extraídos como sub-productos de los que actualmente obteníamos pero que no había un mercado para ellos. Por ejemplo, hablamos del teluro o el indio, materiales que se obtienen como subproductos del cobre o del zinc y que son absolutamente esenciales para los teléfonos móviles, los portátiles, la fotovoltaica… Se ha creado un mercado que antes no existía y ahora hay que encontrar nuevas fuentes para abastecer esta demanda creciente. En Europa somos muy deficitarios y la mayoría de estos nuevos minerales los importamos, por eso hay mucho interés en invertir en exploración de nuevas minas en el territorio, en España también. Pero claro, en Europa nos encontramos ante el problema de que la sociedad en general no quiere tener una mina cerca. Si realmente queremos seguir manteniendo ese nivel de vida, en la que cada cierto tiempo nos compramos un teléfono móvil, pero a su vez no queremos una mina cerca, estamos entrando en una contradicción. Hay que abordar esas contradicciones y aceptar todas las posibilidades existentes.
¿El agotamiento de los combustibles fósiles obligará a que tengamos minas en la puerta de casa?
En un mundo globalizado se están buscando recursos por todo el planeta. Esa es la realidad. Aun así lo que interesa es tener un abastecimiento local. Más que nada porque pueden aparecer tensiones sociopolíticas y embargos. Por ejemplo, en 2010- 2011 China, que tiene prácticamente la totalidad de los recursos de tierras raras y que son esenciales para producir energía eólica, por ejemplo, decidió limitar sus exportaciones. Este “embargo” hizo temblar a todas las economías y provocó una preocupación por parte de muchos países sobre la vulnerabilidad tan grande en la que nos encontramos si queremos desarrollarnos. Esto, aunque a menor escala, fue similar a lo que ocurrió en los años 70 con la crisis del petróleo. Estamos pasando de una dependencia de los combustibles fósiles a una dependencia absoluta de minerales críticos y esa dependencia hace que sí o sí tengamos que buscar recursos preferiblemente locales, ya sean primarios, a través de la extracción, o bien, a través de fuentes secundarias, es decir recuperando y reciclando, porque si no, nos podemos encontrar que no vamos a poder desarrollarnos como nos gustaría.
Pero si agujereamos todo el planeta también puede ser un desastre ¿Habría que plantear el decrecimiento?
Es un tema peliagudo. Yo lo he planteado en foros de la Comisión Europea pero lo cierto es que el tema del decrecimiento es tabú. Pero si haces números te das cuenta que o hay una reducción en el consumo o puede llegar algún tipo de colapso. No digo un colapso civilizatorio, no me atrevo a tanto. Pero desde luego en un planeta finito, vulnerable y con una población creciente hay que repensar la forma en la que consumimos.

Aragón tiene una gran capacidad eólica ¿podría tener independencia energética?
Lo que interesa es tratar de producir una energía lo más limpia posible, pero teniendo en cuenta la limitación que tenemos de materiales. Una cosa no está reñida con la otra siempre y cuando exista una gestión eficiente de los recursos. Aragón en particular tiene mucho viento, sol y embalses y poco a poco estamos acercándonos a una economía completamente descarbonizada. Eso sí, hay que pensar que cuando esos molinos o placas fotovoltaicas lleguen a su fin de vida habrá que reutilizar los materiales de los que están fabricados. Entre otros habrá que recuperar el teluro en la fotovoltaica y los imanes permanentes en la eólica, hechos de neodimio y disprosio, materiales críticos que permiten aumentar la potencia de los aerogeneradores y disminuir las partes móviles y por tanto su mantenimiento.
¿Se están reciclando esos materiales actualmente?
Prácticamente nada. De los materiales identificados como críticos estamos en menos del 1%, e incluso diría que menos, porque estos elementos más que reciclarse lo que hacen es subciclarse, es decir que forman parte de la matriz de aceros o aluminios pero que no se utilizan para la funcionalidad original.
¿Qué capacidad técnica hay de reciclaje?
Desafortudamente todavía hay mucho que hacer. Hay mucha cantidad de materiales en la tecnoesfera, en todos los artefactos que nos rodean, pero en cantidades ínfimas, de tal manera que no resulta rentable recuperar miligramos de oro, de tántalo, de cobalto… porque no hay una economía de escala y además los productos no están diseñados para reciclar o recuperar fácilmente esos miligramos. Es cierto que hay más cobre o más oro en los vertederos que en las minas pero están dispersos y no hay suficiente facilidad para recuperar esos recursos a un coste que a las empresas le resulte beneficioso.
El futuro previsible ¿será extractivo o reciclativo?
Tiene que ser ambos. Pero también hay que ir hacia la sustitución de los elementos menos abundantes por los más abundantes. Aunque mejorásemos muchísimo el reciclado, y desde luego hay mucho campo de mejora, no podemos vivir con el 100% del reciclado. Primero porque es termodinámicamente imposible, no podemos recuperar todo ya que en cada ciclo algo se pierde. Y segundo, si la demanda aumenta año tras año, aunque recicles el máximo posible, siempre vas a necesitar una cantidad adicional a ese reciclado. Si llega un momento en el que no podamos seguir extrayendo habrá que pensar en reducir.
El aumento de la población también exige un aumento de los cultivos para alimentación ¿también existe un boom de potasio y fósforo?
La alimentación es mucho más crítica que las nuevas tecnologías. Necesita de nutrientes diversos pero en particular estos dos. Son los únicos elementos insustituibles. El fósforo no podemos sustituirlo por cromo por ejemplo. El fósforo está catalogado como crítico y está localizado en pequeñas zonas geoestratégicas del planeta. Gran parte de estas reservas están en el Sáhara Occidental y somos completamente vulnerables a la obtención de la roca fosfórica de esos depósitos. Por eso la Comisión Europea ha catalogado como absolutamente crítica la roca fosfórica. Se están buscando alternativas para obtener fósforo de material residual. Todos los residuos procedentes de animales, incluidos nosotros, tenemos fósforo, en las depuradoras hay fósforo y podemos obtenerlo a través de vías secundarias.
¿Es obligatorio repensar en el decrecimiento como alternativa?
Personalmente creo que sí. Cuando haces números y te enfrentas a la realidad te das cuenta de que las cuentas no salen. Hay que repensar las formas en las que esta sociedad está basada. Evitar la fórmula del usar y tirar e ir a hacia modelos de servitización. Tratar de usar y no de consumir. No por poseer más objetos voy a ser más feliz, a mí lo que me produce felicidad es el disfrutar de los beneficios que me da utilizar determinadas cosas, pero sobre todo las inmateriales. Hay que tratar de ir hacia una sociedad desmaterializada. Las empresas también tienen que tender a eso. Hay modelos de negocio en los que no por vender más hay más beneficio. Y desde luego, ecodiseñar, para facilitar el desensamblaje y la reintroducción de materiales en el proceso productivo.