Zaragoza, la ciudad que siempre pierde o paga

Zaragoza, la ciudad que no llega al millón de habitantes —faltan 300.000—, siempre pierde, o paga, con las grandes superficies comerciales, que le han costado condenas y han consumido sus recursos

El centro comercial Utrillas, en Zaragoza. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

La disparatada evolución de los híper en Zaragoza, donde cada iniciativa se mordisquea con la anterior y todas afectan a las tiendas de barrio, parte de un dato objetivo malinterpretado: es el centro de un círculo de 400 kilómetros con millones de madrileños, barceloneses, bilbaínos, valencianos y franceses, pero ¿irán estos a comprar a sus grandes superficies?

La realidad lo niega: Puerto Venecia restó público y tiendas a Plaza, que antes tuvo un efecto similar en Augusta, el cual compitió por los clientes con GranCasa o los complejos de Alcampo en Utebo y Los Enlaces.

El último capítulo de la historia, que comienza tras el cierre de 1.200 tiendas entre 2008 y 2014, sitúa al Ayuntamiento y la comunidad ante una disyuntiva de calado político que ya está en los tribunales: consolidar el rebrote de un pequeño comercio que pide 1.400 licencias en dos años o apostar de nuevo por los híper e impulsar 60.000 metros cuadrados de tiendas a siete kilómetros de la salida de Zaragoza por Augusta, a 12 del estepario asentamiento de Plaza y a 14 de las lomas del extrarradio sobre las que se extiende Puerto Venecia. Lejos de la ciudad, en cuya zona consolidada se ubican otros híper como GranCasa o Utrillas.

La génesis de este último centro marcó un hito en la historia de la ciudad: fue ilegal el cambio de licencia, vía pleno urgente y a petición del promotor —Alcampo— para burlar la sentencia que declaró ilegal la apertura de tiendas en el sótano —10.472 m2—.

La segunda ilegalidad no tuvo mayores efectos: el comercio de la zona había sido indemnizado con 300.000 euros tras el primer fallo por un daño moral que, según el Supremo, no aumentó al mantenerse 14 años la actividad dañina.

El grueso del coste de los híper para la ciudad viene de las infraestructuras —de los scalextric de Augusta a los inacabables accesos a Puerto Venecia— y el transporte: la línea de bus que sale cada 15 minutos hasta ese último centro le cuesta a la ciudad más de 400.000 euros al año.

El negocio de la promoción de hipermercados suele incluir ladrillos con otras formas. Los promotores de Puerto Venecia pidieron recalificar unas parcelas colindantes para levantar más de 5.000 viviendas, un proyecto que Zaragoza en Común (ZeC) paralizó nada más llegar al ayuntamiento. El expediente incluía informes técnicos desfavorables.

El outlet de Pikolín consiste en poner tiendas donde durante medio siglo hubo una fábrica de colchones que ahora se traslada.

Por cierto, ¿cómo llegarán los clientes por una vía que hoy transitan más de 10.000 vehículos al día? ¿En sus coches? ¿En un autobús urbano que ahora pasa cada media hora? ¿Ninguna de las anteriores es correcta?

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Artículo de Eduardo Bayona publicado en el número 0 del mensual en papel de El Salto.

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