Villa Pelotazo

Eso de Village me suena demasiado guiri y dado que existe una palabra en castellano popular para definir la ganancia de golpe de una buena cantidad de dinero para qué andarnos con monsergas: Villa Pelotazo me parece un nombre más adecuado que Torre Village. Porque un pelotazo de esos vía recalificación de terrenos es a lo que me suena que algunos grupos del Ayuntamiento de Zaragoza allanen el camino a la familia Solans, propietarios de Pikolín, para que se embolse unos milloncejos cambiando terreno industrial por comercial. Una posibilidad que se tornará real en el correspondiente pleno municipal. Además de …

Recreación infográfica del proyecto Torre Village.

Eso de Village me suena demasiado guiri y dado que existe una palabra en castellano popular para definir la ganancia de golpe de una buena cantidad de dinero para qué andarnos con monsergas: Villa Pelotazo me parece un nombre más adecuado que Torre Village.

Porque un pelotazo de esos vía recalificación de terrenos es a lo que me suena que algunos grupos del Ayuntamiento de Zaragoza allanen el camino a la familia Solans, propietarios de Pikolín, para que se embolse unos milloncejos cambiando terreno industrial por comercial. Una posibilidad que se tornará real en el correspondiente pleno municipal.

Además de un pelotazo también será un chollo para el entramado inversor que se haga con la concesión del presunto outlet. Y digo presunto porque, a la hora de la verdad, lo que tienes es una superficie comercial y con ella puedes hacer lo que quieras que para eso te la conceden.

Por lo pronto una sociedad promotora se hará con los derechos de construcción y explotación. Esa sociedad puede parecer de aquí pero ser británica, luego vender una parte a un grupo inmobiliario holandés y que al final todo termine en manos de un grupo de inversores británico especializado en centros comerciales. Por si alguno no lo sabe eso es exactamente lo sucedido con Puerto Venecia. Los zaragozanos, en todo ese tejemaneje, sólo hemos puerto la parte del sudor vía empleo cutre. La pasta gansa ha ido a quien ya la tenía y, ya de paso, se puso un nuevo clavo en el ataúd del pequeño comercio.

Los que defienden como un ejercicio de libertad el poder comprar en un nuevo centro comercial hacen alarde de un cinismo atroz. La lucha de los pequeños comercios frente a gigantes empresariales como los que andan detrás de estos proyectos es imposible.

Son grupos ventajistas que cuentan con el favor político, que practican el dumping empresarial y que entienden la libre competencia como que no exista competencia. Qué quiero decir con esto último, que en realidad los grupos franquiciarios, los más presentes en estos espacios comerciales, simplemente se establecen en todos y compiten contra sí mismos, comprando cantidades de productos inasumibles para cualquier tienda y que pueden llegar a vender a precio de coste como gancho comercial.

Por otro lado quedan los que se están dedicando al equilibrismo político, caso del PSOE y su supuesto plan complementario en el que también se aprueba la gran superficie. Este caso viene porque, como ya se ha advertido, el plan urdido para que se ejecute la obra se mueve en el filo de la legalidad porque niega aspectos tan importantes como el 10% de aprovechamiento urbanístico. Algunos tenemos la mosca tras la oreja hace tiempo sobre si no estaremos asistiendo a un nuevo ejemplo de legislación a medida, como la que se promulgó para la ampliación de grandes superficies en nuestra ciudad.

Tampoco se ha hecho demasiado caso a los informes presentados sobre el proyecto. Pero ni tan siquiera a los que estaban a favor. La comisión de urbanismo ha reflejado todo lo que más me asquea del ejercicio de la gestión: que esa gestión quede reducida a mera pantomima.

Al final, como siempre, quedará la cruda realidad. Probablemente el centro comercial se haga y allí se instalará quien tenga la suficiente pasta y contactos para hacerlo. Los dueños de Pikolín serán un poco más ricos y los trabajadores y trabajadoras que recalen allí cobrarán unos esplendorosos 800 a 1000 euros mensuales por trabajar incluso festivos.

Una parte de la ciudadanía seguirá identificando ocio con consumo e irá allí a gastar su tiempo y su dinero. Allá ellos.

Mientras tanto otros ciudadanos seguiremos creyendo en una ciudad consolidada con otro tipo de comercio en que el trabajo y las ganancias se repartan de otra manera.

Porque si ese es el modelo de ciudad por el que apuesta la mayoría institucional apañados vamos.

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