Una nueva victoria de la Revolución Bolivariana

Caracas (Venezuela).- Y ya van una quincena, ya ustedes ven… El pasado domingo 16 de diciembre se celebraron en Venezuela las elecciones a las gobernaciones de los estados y, de nuevo, el triunfo del chavismo fue aplastante. En 20 de los 23 estados ganó el oficialismo (uppsss, perdón… creí que estaba escribiendo para El País…), ganó la revolución bolivariana, ganó la izquierda, ganó el pueblo. Sin embargo, en algún sentido se trató de una victoria agridulce. Cierto que se recuperaron territorios que habían sido tradicionalmente bastión de la oposición, como el Zulia (donde está Maracaibo); también otros lugares estratégicos como …

Caracas (Venezuela).- Y ya van una quincena, ya ustedes ven… El pasado domingo 16 de diciembre se celebraron en Venezuela las elecciones a las gobernaciones de los estados y, de nuevo, el triunfo del chavismo fue aplastante. En 20 de los 23 estados ganó el oficialismo (uppsss, perdón… creí que estaba escribiendo para El País…), ganó la revolución bolivariana, ganó la izquierda, ganó el pueblo.

Sin embargo, en algún sentido se trató de una victoria agridulce. Cierto que se recuperaron territorios que habían sido tradicionalmente bastión de la oposición, como el Zulia (donde está Maracaibo); también otros lugares estratégicos como el Táchira, en el occidente del país. Ésa es la principal puerta de entrada desde Colombia, y su control es imprescindible para tratar de contener la constante penetración de paramilitares desde allá, que colaboran en la desestabilización del proceso, sea generando redes de violencia organizada, sea preparando el terreno para una posible agresión militar. Pero la derrota en el estado Miranda, la no recuperación del mismo, de algún modo empañó estos resultados. La oposición ganó también en el estado Amazonas y en el de Lara (algunos y algunas chavistas incluso lo consideran positivo, por la inadecuación de los candidatos del PSUV), mas la derrota  en el mismo centro neurálgico de país es doblemente inquietante. En primer lugar, por su importancia estratégica; no en vano a él pertenece una parte del área metropolitana de la misma Caracas, que incluye algunos de los barrios más ricos, bien es cierto (lo cual explica el tradicional peso opositor allí). En segunda instancia, porque el candidato triunfador allá es Capriles Radonsky, el adversario de Chávez en las últimas presidenciales. El problema en este caso no es la proyección de su figura, puesto que de nuevo la oposición se disgregó tras la derrota del 7 de octubre y puso en evidencia su debilidad. Además, otras cuestiones preocuparán  las y los venezolanos antes del 2019, sin duda. Sin embargo, el gobierno en un estado importante de un personaje con tan estrechas conexiones con Wall Street y con el lobby sionista es ciertamente peligroso.

Además de todo esto, también existen peligros “internos”, claro. Algunas gobernaciones deberán demostrar su enfoque favorable al pueblo. Hay territorios donde la gente desconfía, con razón, de candidatos designados desde arriba que llegan al estado como “paracaidistas” (así se les designa aquí), y que dejaron de lado a líderes comunitarios con reconocido trabajo en el lugar. Tal vez el estado Bolívar sea el ejemplo más claro de ello, pero no es el único.

A pesar de lo dicho, como decíamos, el mapa venezolano vuelve a estar teñido de rojo, algo bien necesario para poder impulsar el llamado Plan de la Patria 2013-2019. Cierto que para ello será necesario mucho trabajo y también mucho propósito de enmienda en algunos aspectos del proceso. Además, esto se produce en un contexto de gran incertidumbre por el estado de salud de la figura central de la revolución. Su papel es aún clave, incuestionable y decisivo. Se quiera o no, esta es una característica del proceso; en algún modo, también una medida de su fragilidad. Así que, por si acaso, recupérese, comandante.

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[Javier Sánchez es corresponsal de AraInfo en América Latina]

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