Una casta de intocables

El hinduismo, obviando la Igualdad natural de los seres humanos, estratifica éstos en castas, dependiendo de la parte de su dios de la que fueron creados. Dentro de ese sistema social aberrante y basado en la superchería, los “intocables” son aquellos que no nacieron de su dios y pueden ser esclavizados y oprimidos.

El hinduismo, obviando la Igualdad natural de los seres humanos, estratifica éstos en castas, dependiendo de la parte de su dios de la que fueron creados. Dentro de ese sistema social aberrante y basado en la superchería, los “intocables” son aquellos que no nacieron de su dios y pueden ser esclavizados y oprimidos. Si bien en ámbito urbano esta reprobable organización social se va superando, en el ámbito rural hindú sigue existiendo con fuerza produciéndose segregaciones y discriminaciones que no pueden sino despertar el desprecio más absoluto, como el trato y el papel de la mujer en esa mitología y la sociedad que genera.

Desde hace unos años, el término “casta” se ha trasladado al lenguaje político en el Estado español por parte de fuerzas políticas emergentes que lo utilizan para “marcar” distancias con el resto.

La primera vez que un partido político habló de “casta” para referirse a los demás partidos fue en 2012 por parte de la extrema derecha catalana. Por ejemplo, en el enlace que adjunto, refiriéndose a un debate en Osona, el 26 de abril de 2012 Josep Anglada declaraba “la casta política de la comarca no tiene argumentos para debatir conmigo”.

Pero el término se ha popularizado recientemente por algunos partidos que han aparecido, y enriquecido, el tablero político y que, por su novedad o por lo que quiera que sea, pretenden estar al margen y, curiosamente, no sujetos a la crítica política, como si fueran una “casta intocable”, no en el sentido hindú del término, sino en el primero que da la Real Academia de la Lengua Española: “que no se puede tocar”, porque quien lo hace parece defender no sé qué espúreos intereses.

Pero yo, que soy de izquierdas e hijo de la tradición ideológica grecorromana, humanista e ilustrada, considero que nada ni nadie está fuera de la crítica.

Ese querer ser “intocables”  no es la única similitud que comparten estos nuevos partidos nacidos en el siglo XXI: Ciutadans (2006), UPD (2007) y Podemos (2014). Veamos:

Dicen ser totalmente nuevos, pero sus principales (o casi únicos) dirigentes, en muchas ocasiones, proceden de diferentes partidos: Rosa Díez (PSOE, donde ocupó relevantes cargos institucionales desde 1983 hasta que decidió crear UPD), Albert Rivera (PP), Pablo Iglesias (asesor de IU), Juan Carlos Monedero (PSOE). Lo cual no es nada malo, pero no parece que hayan estado al margen de la política ni que nacieron ayer, como se podría deducir de algunas de sus declaraciones.

Dicen no ser ni de izquierdas ni de derechas, incluso que no son un partido: afirman ser fruto de la “reacción ciudadana” (Ciutadans), “un método para el protagonismo popular” (Podemos) y algunos incluso se denominan “Partido de la Ciudadanía” (Ciutadans), algo bastante pretencioso (ciudadanos somos todos, hasta la inmensa mayoría que no forman parte de ninguno de los tres partidos). Además, a pesar de querer aparentar no ser un partido, -curiosamente- no solo funcionan como tal o, como hemos visto, muchos de sus integrantes tienen experiencia, directa o indirecta, en distintos partidos políticos o incluso un partido -Izquierda Anticapitalista- está en la base de la creación  de alguno (Podemos), sino que tienen estructuras fuertemente centralizadas, jerarquizadas y basadas en el liderazgo personal: Albert Rivera (Ciutadans, Presidente indiscutido del partido desde su fundación hace una década); Rosa Díez (que llega a identificar el color del partido con su propio nombre) o Pablo Iglesias (cuyo rostro sustituyó en la papeleta electoral a la del logotipo del propio partido. Algo que hasta entonces solo había hecho en el Estado la “agrupación de electores Ruiz Mateos”, candidatura personalista al parlamento europeo conformada en los ochenta por Ruiz Mateos y su entorno).

Pero hay cuestiones más preocupantes, a mi juicio:

Con un discurso bastante simple y maniqueo suelen despreciar la labor política de los demás partidos y sus integrantes. Es cierto que hay y ha habido escandalosos casos de corrupción, que la actitud de dirigentes de algunos partidos dista mucho de ser ejemplarizante (Rajoy en los múltiples casos como Bárcenas, Gürtel,…; Lambán en el caso naves de Mallén), pero no se puede tomar la parte por el todo y afirmar que todos los demás, “los que no son de mi partido” son “casta” corrupta. No. Olvidan que en Aragón, sin ir más lejos, hay un partido -CHA- que ha tenido 1.000 cargos públicos de diferentes niveles sin ningún caso de corrupción. Olvidan y desprecian la labor de vocales en Juntas de Distrito y Vecinales, concejales de municipios pequeños y medianos y consejeros comarcales que ejercen su labor política dedicando su tiempo personal y, no ya sin corromperse, sino sin remuneración alguna en muchos casos o con mínimas dietas de asistencia a plenos.

Finalmente, son partidos que presentan alternativas fuertemente centralistas. Ciutadans habla de la necesidad de “cerrar el modelo competencial garantizando la capacidad de las instituciones nacionales (se refiere a las estatales)”, e incluso califica las reformas estatutarias como respuesta a “intereses particulares: los específicos de los partidos nacionalistas y los caciquiles de los gobiernos en el ámbito autonómico”. UPD habla de “atribuir al Estado un conjunto de competencias fundamentales (por ejemplo educación y fiscalidad, además de las que tiene actualmente) que no deben ser delegadas”. Quizá en este punto “Podemos”, en proceso de formación, sea más indefinido, como en tantas cuestiones. No aparece la cuestión territorial en sus textos. No obstante, en sus declaraciones públicas la cuestión territorial o la evitan o contestan con evasivas. Como ejemplo, recientemente, preguntada por twitter la secretaria general de Zaragoza sobre su postura en relación con la lengua aragonesa, contestaba  que su postura era “aquella que demanden los ciudadanos a través del programa colaborativo que se desarrolle en las plataformas ciudadanas de desborde” (sic).

Jorge Marqueta Escuer, presidente de CHA Zaragoza

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