Transporte público, propuestas y ocurrencias

Hace unos meses publiqué un artículo en que planteaba la ecuación imposible de combinar una ciudad medianamente habitable en la que coexistir con 350.000 vehículos a motor. Como es lógico no todos circulan a la vez ni todo son automóviles, pero los datos siguen siendo atroces y reflejan que la media aproximada es de 144.000 vehículos diarios circulando por el casco urbano de Zaragoza. Y la cosa no sólo no ha mejorado sino que ha ido a peor, con 4.000 nuevos vehículos por nuestras calles. La disyuntiva, vistos los datos de repercusión sobre la salud humana, ahora ya incontestables, es …

Hace unos meses publiqué un artículo en que planteaba la ecuación imposible de combinar una ciudad medianamente habitable en la que coexistir con 350.000 vehículos a motor.

Como es lógico no todos circulan a la vez ni todo son automóviles, pero los datos siguen siendo atroces y reflejan que la media aproximada es de 144.000 vehículos diarios circulando por el casco urbano de Zaragoza. Y la cosa no sólo no ha mejorado sino que ha ido a peor, con 4.000 nuevos vehículos por nuestras calles.

La disyuntiva, vistos los datos de repercusión sobre la salud humana, ahora ya incontestables, es personas o coches. Si no resulta preocupante que 7 de cada 100.000 europeos mueran por la contaminación del aire, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, ya no sé qué puede serlo. Aún así estas cifras llevan mucho maquillaje para no preocupar tanto porque no se habla de procesos asmáticos, alergias, epoc... que terminan precipitando procesos fatales.

Desde entonces he ido cosechando opiniones, alguna de ellas de lo más peculiar, por no decir insensata, a propósito de eventuales soluciones.

Los comentarios de bar también son toda una fuente de genialidades y mi relación cotidiana con familia, amigos, trabajo... Todo el mundo tiene una opinión y ahora que parece que se va a construir una nueva línea de tranvía la cosa se ha recrudecido. Pero desde los grupos políticos las propuestas que se hacen no parecen ser mucho más brillantes que la del simple tertuliano frente a un café y eso me preocupa más.

Vaya por delante que el tranvía me parece una solución bastante razonable, combinada con una verdadera red de cercanías y buses de diferentes capacidades en una ciudad que cada vez está extendiendo más su área de influencia y con una concepción radial del transporte con intercambiadores ágiles.

Lo que era impensable hace 25 años, mal que me pese, una Zaragoza que se ha extendido mucho más que su crecimiento poblacional y que tiene hasta ciudades-dormitorio, es real. En la práctica los habitantes de las localidades que rodean la capital se comportan como un barrio más y tienen en la ciudad referentes administrativos, de ocio y consumo.

Pero con el tema del transporte público, que presenta serias deficiencias en nuestra ciudad, pocos parecen estar dispuestos por lo pronto a dejar el coche en casita, entendiendo que su presunta comodidad está por encima de la salud colectiva. La excusa perfecta para autoeximirse de responsabilidad alguna. Los atascos o la contaminación deben ser obras del Maligno, nadie tiene la culpa.

Desde este punto de vista empiezan a llover las grandes ideas. Por lo pronto hay quien se queja del coste de la línea de tranvía y propone una vieja idea que en su momento propuso el PAR: el metro. Muy curioso que la alternativa al presuntamente caro tranvía sea el carísimo metropolitano. Aún con las perspectivas más optimistas el cálculo medio para construir una línea de metro son de 25 millones por km, frente a los 8 del tranvía, estaciones aparte, que tampoco es un gasto menor. Un metro parcialmente soterrado no sería totalmente inviable en Zaragoza, eso es un mito, pero cualquier estudio serio podría arrojar una cifra que multiplicara varias veces el coste del tranvía y no reduciría el tráfico rodado. El tamaño de la ciudad tampoco parece aconsejar una línea más adecuada para cubrir distancias considerables.

Junto a esto está la propuesta del PP del llamado tranbus, un autobús de gran capacidad, una especie de supercamión en el que meter hasta 166 personas, pero que se enfrenta al problema de su tamaño, lo que restringe mucho las calles de paso. No termina de quedar claro si sería un modelo sin emisiones, uno de los graves problemas en todas las ciudades. Esencialmente es como un tranvía, aunque algo más pequeño, pero no termina de ser un parche y el hecho de que sea un modelo que no se sigue en casi ninguna gran ciudad en todo el mundo da idea de que o no es un modelo óptimo o los demás son tontos. Me temo que más bien lo primero.

Otra idea mágica es la poner simplemente más buses. Aún suponiendo que fueran híbridos o incluso eléctricos (soñar es gratis) es complicado encajar más tráfico en muchas calles zaragozanas y volvemos al problema de las emisiones. Se antoja casi imposible meter más buses por san Vicente de Paúl, Independencia o Avenida Madrid, donde pasa uno cada pocos segundos para martirio de sus vecinos.

Quizá un planteamiento más lógico sería en una zona centro mayormente peatonal usar pequeñas lanzaderas eléctricas que conectaran con los grandes ramales de tráfico. No es ninguna novedad, ya se hace en otras ciudades europeas y es una propuesta que también se tuvo en cuenta en Zaragoza, aunque parece ser que se desechó la idea.

Aunque respecto al bus urbano quizá no sería mucho pedir que se mejorara la flota para empezar, con que no se pegaran fuego ya estaría bien y buscar una combinación de red radial que enlazara bus, tranvía y un cercanías que de verdad funcionara en vez de vehículos con unos recorridos larguísimos y muchas paradas.

Se elaboró un plan de movilidad sostenible para la ciudad en 2006, un documento más o menos consensuado que se ha quedado claramente desfasado con el crecimiento de la ciudad y su área metropolitana y que más o menos se ha ejecutado. Se ha licitado uno nuevo y los grupos del consistorio parecen más ocupados en darle caña a ZeC que en ver cómo podemos desplazarnos de una forma óptima sin que esos desplazamientos socaven la salud colectiva.

Mientras tanto los discursos de algunos partidos y la campaña de intoxicación de algunos medios contra el actual modelo de transporte, obsesionados hasta casi lo patológico con el tranvía y las bicis, hacen presión y generan una opinión colectiva en que prima el malestar hacia el transporte público. Y en la calle se escucha de todo, algunas veces razonado pero mayormente ocurrencias sin base lógica.

Lo dicho, las propuestas en general más que propuestas me parecen ocurrencias y resultan aún más chocantes cuando uno se encuentra al mismo PP que aquí arremete contra el tranvía prometiendo más tranvía para Sevilla. O cuando intenta desentrañar qué idea mágica se esconde tras las críticas frontales a los carriles bici.

Suceda lo que suceda la realidad se nos echará encima si no empezamos a vaciar de motores de combustión la ciudad. Antes que afrontar restricciones a la brava es tiempo de mejorar y generar ideas. Las ocurrencias mejor para los espectáculos de humor.

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