Tragarse el sapo

Dicen que los subordinados están para hacerle los trabajos sucios al jefe. Seguro que algo así tuvo que pensar el ministro Montoro antes de comparecer en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros del pasado viernes. Una comparecencia que prepararía concienzudamente ya que sin duda era consciente del revuelo que los presupuestos del 2012 presentados por el Gobierno del PP, iban producir. Sentado a la mesa juntos con sus compañeros los ministros Saenz de Santamaría y Soria, seguro que recordó las innumerables veces que durante la pasada legislatura tanto él como sus compañeros del Partido Popular alzaron su …

Dicen que los subordinados están para hacerle los trabajos sucios al jefe. Seguro que algo así tuvo que pensar el ministro Montoro antes de comparecer en la rueda de prensa posterior al consejo de ministros del pasado viernes. Una comparecencia que prepararía concienzudamente ya que sin duda era consciente del revuelo que los presupuestos del 2012 presentados por el Gobierno del PP, iban producir.

Sentado a la mesa juntos con sus compañeros los ministros Saenz de Santamaría y Soria, seguro que recordó las innumerables veces que durante la pasada legislatura tanto él como sus compañeros del Partido Popular alzaron su voz para condenar aquella amnistía fiscal anunciada por Zapatero y que el mismo Mariano Rajoy motejó en 2010 de "ocurrencia".

Se le veía mustio a Montoro. El otrora azote del PSOE traslucía una mezcla de cabreo y resignación mientras desgranaba las contundentes reformas y recortes que su partido piensa introducir para salir de la crisis. Sin duda la condenada frasecita retumbaría en su cerebro: “Lo que España necesita no es una amnistía, sino confianza en la política económica de un país y de un Gobierno. No la vamos a apoyar porque los que pagan van a pagar más y a los que no pagan se les va a perdonar lo que no han pagado” Estos periodistas me la van a estar repitiendo durante meses, debió de pensar.

Y es que al Ministro de Hacienda le ha tocado en solo 100 días de gobierno popular el dudoso honor de tragarse dos importantes sapos. Por un lado presentar los presupuestos generales más restrictivos de la democracia, con toda una batería de recortes que dejan a la mayoría de los ministerios, incluido el suyo, con un presupuesto de mínimos y a los trabajadores un paso más cerca del abismo al que se precipitan desde hace meses. Y por otro, en una nueva pirueta de esas a las que nos tiene acostumbrados el Presidente, desdiciéndose de la que ha sido la política del PP durante su etapa en la oposición, ahora le tocaba anunciar una amnistía fiscal destinada a aflorar el dinero negro de los contribuyentes a cambio de un mísero 10% del capital escamoteado. Todo un escándalo que sin duda haría pupa en el Gobierno.

Dos sapos enormes en tan solo 100 días de gobierno y encima Rajoy que cuando se trata de malas noticias, no da la cara. “Lánzalo deprisa, puede que no se note tanto”, parece que le dijo Soraya a su lado.

Así que respirando hondo, la cabeza gacha, a toda velocidad y en el último minuto, así saltó la noticia bomba, esa que abriría los telediarios y sería portada de todos los diarios.

En pocos minutos y después de tragarse dos batracios, el ministro Montero nos dio el viernes la noticia que nos ha amargado un poco más si cabe, los ánimos ya muy baqueteados de los españoles y que se resume en más recortes para trabajadores y ministerios y en una escandalosa amnistía fiscal para los defraudadores.

Como cabría esperar de un subordinado fiel, el ministro de Hacienda ha cumplido con su misión: hacer públicos los restrictivos presupuestos de 2012. En otro foro, casi a la misma hora y siguiendo los dictados de la canciller de hierro frau Merkel, el ministro de Guindos cumplía con similar encargo, tragándose otro sapo: presentar en Bruselas los presupuestos españoles para 2012 a los inquisitivos mercados.

Mientras, del ausente Rajoy nada se sabe. Su agenda para esta semana solo contempla una reunión de segundo nivel con un parlamentario alemán. No hay prevista una próxima intervención en el Congreso y es bien conocido que las declaraciones públicas le producen escozores.

No sabemos si los 100 días de gobierno, las dos comunidades autónomas perdidas y una más que exitosa huelga general lo han dejado fuera de juego por un tiempo o simplemente se ha recluido en un monasterio, cosa a la que se dice que es muy aficionado, para seguir escribiendo esa agenda de recortes presupuestarios y retrocesos políticos que sus ministros se encargan de anunciar.

Casi que mejor, aprovechando la Semana Santa, nos tomamos unos días de descanso que no de vacaciones -no hay dinero-, para que a la vuelta nos encuentre con fuerzas y dispuestos a plantarle batalla, no sea que se le ocurra a Rajoy poner en marcha otro tijeretazo.

Maribel Martínez | Para AraInfo

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