Contemplo con estupefacción un programita en la televisión de esos que te dan ganas de disparar a la pantalla. El engendro se llama ‘El jefe infiltrado’. Es notable la habilidad de la derecha y por supuesto de los medios para borrar en las cabezas de los trabajadores cualquier rastro de dignidad o de ansias reivindicativas. Se quiere instalar como un troyano, el virus de la culpa, y la vulgar falacia de la baja productividad como explicación de la crisis y el salario de esclavo. Algunos incautos lloran en su sofá ante la magnanimidad paternalista del jefe, observando, ya sin peluca, …