Suicidarse o morir trabajando

Leo en el diario Público, -desde aquí todo mi apoyo para la redacción de ese medio-, que más de trescientos trabajadores chinos de la empresa Foxconn amenazan con suicidarse si no se les paga la indemnización que la empresa les niega. Subidos en la azotea de la compañía amagan con un suicidio en masa como respuesta al trato denigrante y más cercano al esclavismo y la explotación con el que la empresa Foxconn trata a sus trabajadores. El fondo del problema es una disputa sobre el pago de sus salarios, de miseria, y las condiciones insoportables en las que desarrollan …

Leo en el diario Público, -desde aquí todo mi apoyo para la redacción de ese medio-, que más de trescientos trabajadores chinos de la empresa Foxconn amenazan con suicidarse si no se les paga la indemnización que la empresa les niega.

Subidos en la azotea de la compañía amagan con un suicidio en masa como respuesta al trato denigrante y más cercano al esclavismo y la explotación con el que la empresa Foxconn trata a sus trabajadores. El fondo del problema es una disputa sobre el pago de sus salarios, de miseria, y las condiciones insoportables en las que desarrollan su trabajo como ensambladores de piezas de la consola  Xbox 300 y otros dispositivos de marcas punteras que todos compramos como Sony, Microsoft o Apple. Imaginen, salarios 1.200 yuanes al mes, unos 175 dólares, por días de más de 12 horas bajo una presión brutal.

Nada nuevo en un país que despertó al desarrollo y al capitalismo sin haber resuelto uno de sus problemas capitales cuales son las condiciones de trabajo y salario de sus trabajadores. Las empresas chinas, en su intento por copar la cima de los negocios y llevar la manija de la economía mundial no se paran en minucias como los derechos de los trabajadores.

China y sus empresas tratan de llevarse la parte del león en la lucha con otros mercados asiáticos tanto o más competitivos que el mercado chino como India, Indonesia o Malasia. Miles de años de semiesclavismo y casi un siglo de régimen comunista han dejado a los trabajadores desprovistos de cualquier derecho laboral. La llegada del capitalismo, permitido por el gobierno comunista chino, el auge de las grandes fortunas, -se calcula que en China hay más de 960.000 multimillonarios según el censo de 2011- y la feroz competencia con sus vecinos, han hecho de China uno de los países en los que menos, por no decir nada, se respetan los derechos laborales.

Pero la asunción del capitalismo más feroz trae también más libertad de prensa, más medios para informarse pese al férreo control de las redes sociales y más ansia de libertad. Nada tiene de raro que 300 trabajadores se encaramen a un tejado para exigir sus derechos. Nosotros no solo haríamos lo mismo, posiblemente formaríamos piquetes a las puertas de la fábrica y como poco haríamos huelga y si fuera necesario nos encerraríamos o incluso haríamos una huelga de hambre.

Ahora la empresa Foxconn que emplea a más de 400.000 trabajadores, les pone en la disyuntiva de que o se quedan y tragan con las miserables condiciones laborales o se marchan, dejando su trabajo y lo que es más grave, sin indemnización. Ellos carecen de los medios y las libertadas que nosotros aún disfrutamos, aunque cada día se nos vayan recortando más y más, por eso recurren a medidas extremas, incluidos los suicidios. Solo en 2010 en esta planta de Shenzhen se suicidaron 14 trabajadores.

Pero los trabajadores, cual hormigas chinas empiezan a despertar. Durante cientos de años como los miembros de esta especie han trabajado sin levantar la vista del banco de trabajo, por una miseria, sin derechos laborales, pasando hambre, frío o calor, y viviendo lejos, a miles de kilómetros de su familia. Parece impensable conociendo cómo se comportan los empresarios y los gobiernos locales ante las protestas y las huelgas, matones incluidos, pero poco a poco los trabajadores se sacuden el sopor. Algo se mueve en China. La rabia y la desesperación les hacen capaces de plantar cara a la explotación laboral o incluso expulsar a alcaldes y empresarios de los pueblos en los que se ubican fábricas como la Shenzhen. Impiden con sus protestas el desalojo de millones de personas de sus hogares para instalar en sus tierras empresas punteras o grandes pelotazos urbanísticos. Por fin algo se mueve en la anquilosada sociedad china, una ola de huelgas y protestas se extiende por el país amenazando la clásica producción barata china.

Son legión, como una marabunta y si no se atienden sus derechos, sino se mejoran las condiciones laborales y de vida de sus ciudadanos, como un inmenso mar de voces, brazos y fuerzas, terminarán alzándose contra tanta injusticia, -ya lo han empezado a hacer-, arrasando el país, las instituciones y el gobierno.

Más de mil seiscientos millones de chinos, más de mil seiscientas millones de voces clamando justicia, libertad y mejores condiciones de vida y trabajo no son una cifra que se pueda despreciar. Están avisados.

Maribel Martínez | Para AraInfo

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