Sucesiones y clase media

El acercamiento del PSOE de Lambán a los postulados del PP y Ciudadanos en cuanto al Impuesto de Sucesiones y Donaciones en Aragón supone una redefinición al alza, por parte de los tres partidos, del ya de por sí difuso concepto de clase media. En Aragón el tope exento de impuestos quedará en el medio millón de euros, delimitando que, para los partidos que representan Lambán, Beamonte y Gaspar, la clase media sea más esa zona de confort para familias ricas que el podio al que intenta escalar cualquier persona trabajadora de nuestros barrios y clases más populares. Pero claro, …

El presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán y el consejero de Presidencia, Vicente Guillén, en una sesión en la Cortes. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

El acercamiento del PSOE de Lambán a los postulados del PP y Ciudadanos en cuanto al Impuesto de Sucesiones y Donaciones en Aragón supone una redefinición al alza, por parte de los tres partidos, del ya de por sí difuso concepto de clase media.

En Aragón el tope exento de impuestos quedará en el medio millón de euros, delimitando que, para los partidos que representan Lambán, Beamonte y Gaspar, la clase media sea más esa zona de confort para familias ricas que el podio al que intenta escalar cualquier persona trabajadora de nuestros barrios y clases más populares.

Pero claro, la clase media, por definición, no tiene límites. Se trata de un concepto nacido con un único objetivo: desgastar a la clase trabajadora. Incluso desclasarla. Desde finales del siglo XX, mileuristas y millonarios han recalado en el este ficticio estatus social: la difusa clase media que alberga, más que un estrato económico y social, unas formas de vida y modos de consumo similares, ya sean reales o anhelados.

Poco importa que hasta ahora en Aragón quien heredara de familiares directos la cifra nada desdeñable de 150.000 euros ya estuviera exenta de impuestos. O que el impuesto de sucesiones en Aragón tributara muy por debajo de rentas obtenidas como fruto del trabajo. O que los hijos menores en Aragón puedan recibir hasta tres millones de euros en herencia sin tributar ni uno solo. La batalla mediática, y por ende la política, se ha librado en términos que definían al tributo de robo, colando el mensaje en un amplio porcentaje de la población aragonesa, empujando a un PSOE, cuyos representantes ya se encuentran entre las clases más adineradas de la ciudadanía, a los brazos del PP y de Ciudadanos.

Y lo hacen a sabiendas de que la reforma solo beneficia a los tramos más altos de herencias y los familiares más lejanos, y de espaldas a las recomendaciones de muchos expertos que consideran el impuesto como necesario y redistributivo.

Si pudiéramos olvidar por un momento que en los años 80 alguien nos coló el gol de la clase media quizá pudiéramos verlo de otra manera: con la reforma de sucesiones las arcas públicas de Aragón perderán algo más de 40 millones de euros, que bien podrían utilizarse en servicios públicos; las clases adineradas se librarán de pagar un engorroso impuesto; y lo que es más triste, las clases trabajadoras seguirán sin pagarlo porque nunca su patrimonio llegó a las cifras que se barajan, aunque las codicien. Ahora, sáquense las cuentas.

 

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