Sobre la DMT y la prensa

Hace tan sólo unos meses, prensa y televisión pretendían que las benzodiacepinas de toda la vida (la familia a la que pertenece el diazepam o el loracepam, Valium y Orfidal, para l@s amig@s…) eran una nueva droga que te hace alucinar e, incluso, automutilarte, y utilizaban como reclamo exótico para aumentar la sensación el nombre que se la da en las calles de Marruecos, karkubi (ver artículo sobre ello aquí).

Por otro lado, no han pasado ni dos semanas de la repetición machacona del término “cocaína rosa” para denominar a la 2C-B (“nexus”), que ni es nueva, ni es cocaína, ni tiene absolutamente nada que ver con ninguno de los caracteres que se le atribuían (ver Abundantes errores en la prensa sobre la 2C-B o también El “tucibi” y la desinformación contraproducente).

Pues bien, en estas mismas fechas veraniegas, tan dadas a esa amalgama de aburrimiento y sensacionalismo mediático, salta a la palestra la nueva novísima droga, que conjuga en los nombres que se le atribuyen el exotismo, “escamas de sapo”, con la mismísima divinidad, “la molécula de Dios”. Veamos qué es lo que se nos dice en nuestros queridos medios, empezando, por ejemplo, por el ínclito Intereconomía:

“La ‘molécula de dios’ o ‘Escamas de sapo’ se vende como medicina contra las adicciones, pero en realidad se trata de una potente droga que puede ser mortal. En Madrid, Marbella o Barcelona ya se ofrece fumar este alucinógeno por 125 euros multiplicándose los efectos peligrosamente: gritos, ojos en blanco, es por ello que las ‘escamas de sapo’ se venden como el alucinógeno más potente del mundo; en sus orígenes propio de rituales chamánicos. También es popular en el mundo de la fiesta como DMT, ‘escamas de sapo’ o ‘molécula de dios’ y procede de las glándulas del Bufo Alvarius, una rana centroamericana”

Ufff, “peligro mortal”… qué raro que aparezca este tipo de alarma. Veamos las imprecisiones de otro tipo, que comparte también este artículo de andaluciainformación.es:

““Escamas de sapo”, “la molécula de Dios”, “el alucinógeno más potente del mundo”. La nueva droga de moda en los lugares de veraneo más en auge, como Marbella o Ibiza, lleva varias temporadas estivales también en Tarifa, según cuenta a Información el presidente de la coordinadora antidrogas “Alternativas”, Francisco Mena. También se le denomina DMT y, según algunos estudios, procede de las glándulas del ‘Bufo Alvarius’, una rana centroamericana. Entre sus posibles efectos secundarios, se hallan ataques de pánico y ansiedad. Además, el consumidor, con este tipo de nuevos “productos”, no sabe muchas veces qué contiene, “porque es una mezcla de todo un poquito”. Se suele hacer por los llamados “precursores”, sustancias químicas que se pueden comprar normalmente en cualquier sitio. “Las van modificando y mezclando en su estructura genética y da este tipo de drogas”, añadió Mena.“No es una droga actual del Campo de Gibraltar, pero hay que estar atentos”, dijo, sobre esta droga de “escama de sapo” que ‘sale rana’

Obviando el exquisito e ingeniosísimo juego de palabras con el que acaba el artículo (snif...), vemos que seguimos con el pánico, la ansiedad (exclusivamente; al parecer que no se producen otro tipo de efectos…), y equivocando términos al querer seducirnos con nombres sensacionalistas.

Pero sin duda nuestro aporte preferido es el de La Sexta TV (ver), que nos ofrece un minuto de vídeo sin desperdicio, en el que se conjugan todos los elementos anteriores, incluida la opinión del Delegado del Plan Nacional Sobre Drogas sobre la posible “pérdida de la vida”, a lo que se añaden imágenes grotescas (generadas por dosis muy bajas, por cierto; con dosis medias o altas no se puede dar esa interacción) y las declaraciones de un “chamán” cuya seriedad nos parece, cuando menos, cuestionable.

Bien, vayamos por partes. La DMT, siglas de la DiMetilTriptamina, nueva, lo que se dice nueva, pues miren, no es. Entre otras cosas, porque hay trazas de DMT presentes también en el cuerpo humano, aunque su función en nuestro metabolismo es todavía desconocida.

Respecto a su uso como psicodélico (como enteógeno, en contextos rituales), nunca como alucinógeno, porque no lo es, resulta que se remonta siglos atrás (y probablemente milenios), tanto en su forma fumada, como en la que se usa mezclada con un IMAO para que sea activa por vía oral (en preparados conocidos como ayahuasca o yagé; ver más información aquí).

En el primer caso, sus efectos son inmediatos, muy intensos y abruptos y de muy corta duración (5-10 minutos de máxima intensidad, decreciendo hasta que a la media hora la persona se encuentra de nuevo en el plano de conciencia ordinaria), mientras que en el segundo se producen efectos que tardan más en aparecer, que lo hacen de forma gradual y que duran entre 4 y 5 horas.

Respecto al asunto de las “escamas de sapo” (y obviando la tontería sobre las escamas), lo que realmente se encuentra en la piel del bufo alvarius (y en muchos más animales y plantas) es la 5-MeO-DMT (5-metoxi-N,N-dimetiltriptamina), pariente química de la DMT y de la bufotenina (5-HO-DMT), sustancia, como decimos, usada por los chamanes sudamericanos como un enteógeno para propósitos rituales y de sanación durante miles de años. Dado que James Oroc acuñó el término "la mólecula de dios" para referirse al 5-MeO-DMT, después de que el Dr. Rick Strassman llamara al DMT "la mólecula del espíritu", (expresión que dio título a un libro ya clásico), se ha utilizado también este nombre para aumentar el impacto de la noticia.

La DMT (y/o algunos análogos) no sólo es segregada por la glándulas de algunos anfibios sino que está presente en multitud de plantas, las más conocidas de las cuáles (Mimosa hostilis, Psychotria viridis, Diplopterys cabrerana…) son las asociadas a las comunidades que resistieron a la aculturación de l@s invasor@s coloniales.

Errores aparte, lo que sí consiguen estos medios publicitarios es despertar la curiosidad y ejercer un considerable efecto llamada para quienes quieran probar “el más potente alucinógeno del mundo mundial” y, de paso, y esto nos indigna también, logran alimentar a una miriada de, hablando claro, auténtic@s jetas dispuest@s a sacarle los cuartos a la gente prometiendo transformaciones vitales instantáneas; sea con DMT fumada, sea con ayahuasca.

Aclaremos este punto. Esta sustancia (especialmente el preparado ayahuasquero) tiene un enorme potencial terapéutico, que a estas alturas poca gente informada se atreve a cuestionar, que ha sido utilizado durante generaciones en determinados contextos culturales y que está siendo recuperado en Europa, EE.UU., etc. por investigador@s seri@s y cuidados@s. De ahí al negocio que tienen montado algun@s en torno a la ayahuasca con llamadas del tipo “cambia tu vida en un fin de semana, por sólo 500 euros”, y que nuestro serio periodismo parece querer promocionar, va un mundo.

Este tipo de “ofertas” se lanzan sin escrúpulos, sin respeto por el proceso ni por el conocimiento y desde el más burdo idealismo (en el sentido filosófico del término, claro) y te invitan a despegar y a olvidarte, oye, de tus condiciones laborales, de los conflictos bélicos o de la destrucción planetaria, así, sin atender a algo más que a tu ombligo y a tu mismimidad misma.

Confundir un fogonazo de conocimiento capaz de hacer a alguien consciente de muchos de sus caracteres y problemas (de los que puede ser inconsciente), pero que después exige un trabajo personal durante largo tiempo, con la receta mágica para estar iluminad@ y entenderlo todo de golpe (por un módico precio, eso sí) supone la perversión absoluta de una herramienta psicodélica.

Y, por cierto, si lo que la prensa y la televisión ansían son novedades en drogas, no tienen más que atender a los reportes de las que sí son realmente las nuevas sustancias psicoactivas que se detectan en la UE (dos o tres de media cada mes, al menos). Son las llamadas research chemicals, a menudo con nombres casi de asteroide (5F-3,5-AB-PFUPPYCA, por ejemplo, un cannabinoide sintético) que surgen para evitar la fiscalización de las que ya están prohibidas; es decir: que son hijas mismas de la prohibición, que tantas alegrías nos trae.

Pero eso es otra historia. Y muy larga, además...

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