Sin medias tintas: mis prácticas en Aragón Radio

La Redacción | Alba Neant |  Me encuentro ante una situación un poco jodida para mí: escribir la memoria de las prácticas que hice este verano en Aragón Radio. Fue el peor verano que he vivido, sin drama lo digo, pero es verdad. Después de lo que experimentamos, mi compañero en prácticas y yo, durante dos meses me quedó muy claro qué es lo que no quiero ser y lo enfermo, lo preocupantemente enfermo, que está el periodismo. Cada censura, cada noticia estúpida, cada cuchillada entre compañeros, cada hora de más, fui capaz de asimilarlas diciéndome a mi misma que …

Headphones Podcast On-AirLa Redacción | Alba Neant |  Me encuentro ante una situación un poco jodida para mí: escribir la memoria de las prácticas que hice este verano en Aragón Radio. Fue el peor verano que he vivido, sin drama lo digo, pero es verdad. Después de lo que experimentamos, mi compañero en prácticas y yo, durante dos meses me quedó muy claro qué es lo que no quiero ser y lo enfermo, lo preocupantemente enfermo, que está el periodismo. Cada censura, cada noticia estúpida, cada cuchillada entre compañeros, cada hora de más, fui capaz de asimilarlas diciéndome a mi misma que al terminar escribiría un artículo con una recopilación de todo ello. Cuando terminaron los dos meses, no lo hice. Fue porque me vi desde fuera y vi a una niña un poco mimada lloriqueando por la dureza de su primera experiencia laboral medioseria (aunque en el contrato que firmé pusiese que aquello no era un trabajo) y que es vivida diariamente, y en infinitas peores condiciones, por todos los trabajadores que conozco.

Pero hoy me encuentro aquí, ante esta página en blanco que tengo que rellenar con detalles de la empresa y actividades realizadas, y me meto en la web de la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión y leo toda su basura en la que dicen ser “plurales” e, incluso, “comprometidos” y leo la sinopsis del programa en el que trabajé sin cobrar un duro (porque sí, UNIVERSA, a lo que hicimos este verano se le llama trabajar) en la que dicen profundizar en el análisis y la realidad y contar con 50 expertos con los que debaten de la actualidad y me entran verdaderas nauseas. Nauseas porque siento que se están riendo de mí, que vi su forma de trabajar y contar con la opinión/verdad absoluta de cualquier “experto” escogido sin criterio, pero sobre todo nauseas porque se están riendo de la gente. Esa gente que se despierta para ir a currar y enciende la radio para sentirse menos sola y hacer menos deprimente esa mañana en la que el sol aún no ha salido, esa gente que elige Aragón Radio porque se siente bien con su lema “es la nuestra”, porque se creen esa frase que debería ser cierta. Pero no, usted la paga pero no es suya, señora, no es nuestra, nos la han robado los poderosos para defender sus intereses y encima se ríen de nosotros.

Así que ahora creo que se lo debo, mi recopilación de cuchilladas en el corazón y mordeduras de lengua, no como ese lamento de niña mimada que me avergüenza sino como una pequeña parte de toda la verdad que se le debe a esa señora, que se os debe, que se nos debe a todos.

Mi primera semana en Aragón Radio, Stop Desahucios estaba en huelga de hambre en el Paseo Independencia, propuse cubrir el tema y me dijeron que “eso no se toca”, cuando pregunté por qué me dijeron que “ni eso, ni marea blanca, ni protestas de educación… esas cosas no”. Cuando propuse tratar el tema del cierre del Consejo de la Juventud de España, se me exigió contrastar con la versión oficial y conseguir que nos hablase el Instituto de la Juventud, como se negaron, el tema no se trató… por supuesto cuando en otras ocasiones la voz de la noticia protagonista fue la oficial jamás se pidió contrastar con una segunda voz. Una vez nos quedamos hasta tarde en la redacción buscando un entrenador de delfines. Los temas del programa fueron por lo general estúpidos: inseminación de loros, entrenamiento de perros, entrenamiento de delfines, quads, cuidar los pies en verano… cuando los temas eran más importantes, se trataban conforme a la versión oficial, debido a que la plantilla de trabajadores no era suficientemente grande, se trabajaba con muchas prisas y lo importante era rellenar y que hablase alguien, quién importaba menos. Mi compañero en prácticas y yo (recuerdo y remarco que ni siquiera éramos becarios, nuestro contrato decía “ayudante en prácticas”) cubríamos en ocasiones los puestos de más de dos personas que estaban de vacaciones; llegamos a estar solos en la redacción en más de una ocasión.

De vez en cuando se recibían llamadas “de arriba” y había que meter alguna entrevista de 15 minutos al pez gordo de turno, recuerdo especialmente las entrevistas amables, amabilísimas, a los Consejeros del Gobierno de Aragón. Recuerdo también cuando en medio del programa empezaron a burlarse de algunos presidentes latinoamericanos, llamándolos populistas y ridiculizando su condena, su condena a que Evo Morales hubiese sido secuestrado 15 horas en Europa, negándole el uso del espacio aéreo. Algunos de los presentadores se creían estrellas del rock y trataban a los técnicos como si fuesen inferiores (técnicos que habrían hecho un programa mil veces mejor que cualquiera hecho por los “profesionales periodistas”). El 15 de agosto nos querían hacer trabajar, tuvimos que plantar cara. Cuando se acercaba septiembre los periodistas entraron en pánico ante posibles despidos y se confabularon contra uno de sus compañeros, cuchicheando y soltando rumores sobre lo vago que era y usándonos a los de prácticas diciendo que “nos explotaba” (fue uno de los pocos que no nos explotó jamás, que nos dedicó su tiempo y nos enseñó a manejar la escaleta, el guión y los programas de edición), no sé qué ha ocurrido, pero esta persona ya no trabaja allí, desde aquí un abrazo, sé que tenías hijos pequeños y espero que vaya todo bien. Después de estos dos meses de trabajo, en los que las cosas que acabo de enumerar fueron el pan de cada día, en los que no se nos pagó nada, nadie nos dio las gracias; de hecho, se nos echó en cara el no haber congeniado mejor con el equipo.

Pero yo hoy si os voy a dar las gracias. Gracias, porque durante esos dos meses aprendí mucho. No sobre radio sino sobre la necesidad de decir no. Aquellos que creemos que el otro periodismo, el de verdad, el que defiende los intereses de la mayoría, de los oprimidos, el que sí habla de desahucios, de luchas vecinales, de los problemas de la gente corriente y de los recortes de derechos, debemos decir no. Debemos negarnos a ser partícipes de ese circo cruel y manipulador que son los grandes medios, debemos unir fuerzas y organizarnos para ser capaces de ser el policía que tira sus armas al suelo, para ser los militares de ANEMOI, para ser los capitanes de abril. Si no lo hacemos seguiremos siendo los perros guardianes de su hegemonía ideológica, ya no nos sirve la excusa de que es nuestro trabajo. Periodistas, los tiempos que corren no admiten medias tintas.

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