Siempre nos quedará La Roja

Ya no sé qué pensar. Tal vez sea el calor, esta llegada del verano tan sofocante que enlentece los ritmos y las conexiones neuronales. El caso es que me inquieta que las conversaciones en la calle se hayan reducido a “¡y que gane España!”. Me resisto a creer que ésa sea la preocupación de mis vecinos. Supongo que el “pan y circo” de los romanos no ha perdido su vigencia en los últimos siglos... ¿Cómo puede ser que todo el debate social gire en torno a si su selección juega mal pero gana o si Sergio Ramos se ha quitado …

Kalvedillo

Ya no sé qué pensar. Tal vez sea el calor, esta llegada del verano tan sofocante que enlentece los ritmos y las conexiones neuronales. El caso es que me inquieta que las conversaciones en la calle se hayan reducido a “¡y que gane España!”.

Me resisto a creer que ésa sea la preocupación de mis vecinos.

Supongo que el “pan y circo” de los romanos no ha perdido su vigencia en los últimos siglos... ¿Cómo puede ser que todo el debate social gire en torno a si su selección juega mal pero gana o si Sergio Ramos se ha quitado la espinita al marcar un penalti? ¿En serio no leemos el resto de titulares?: Que si delitos fiscales, que si están en el banquillo trabajadores públicos acusados de corrupción, que si van a echar a miles de interinos a la calle, que si desaparecen las ayudas para material escolar y comedor, que si hoy se inicia un repago por receta dentro de las medidas de un Real Decreto de Sanidad que deja fuera del sistema a inmigrantes... ¿Si gana La Roja todo vale?.

Yo no sé si Iniesta o Casillas, tan majos ellos, tan sencillos, darían parte de su salario para rescatar a una familia sin ingresos o si pensarán en que quizás entre su público se encuentran cientos de los parados que existen actualmente. Tampoco sé si estos últimos serán conscientes de que un gol o una parada a tiempo, no les va a librar de un desahucio el día de mañana.

No quiero minusvalorar la magia del fútbol, el gusto de dar patadas a un balón, a una piedra, a una lata o lo que surja, en cualquier lugar del mundo, con amigas o desconocidos. Tampoco quiero amargar una alegría colectiva, pero... ¿es realmente colectiva?.

Yo no creo ser la única que en absoluto se siente identificada con esta masa heterogénea que expone sus banderas, bufandas y camisetas y chilla a cualquier hora que son españoles (lo sean, o no). Cuando les echen en bloque porque quiebra la empresa, o no han llegado las ayudas del Ayuntamiento o por cualquier motivo que se les ocurra a sus jefes, amparados por la Reforma Laboral, ¿También gritarán orgullosos su condición de españoles? ¿No son el paro, la precariedad, los abusos policiales o los recortes en servicios públicos una realidad que vivimos (o sufrimos) de forma colectiva?.

No sé si el Gobierno Español se habrá guardado un nuevo as en la manga y anunciará una nueva medida o recorte antes del partido, siguiendo la línea de los últimos días. Me recorre un escalofrío al pensar en qué pasará si la selección pierde la final. El escalofrío aumenta al pensar en una posible victoria...

Sí hay algo que saco en positivo de esta “pataleta”. La próxima vez que alguien acuda a mí buscando unas palabras de ánimo, un consuelo, cuando me quede sin palabras después de compartir conmigo su angustia y su incertidumbre, tomaré su mano y le diré: “No se preocupe, por muy mal que se encuentre, por muy mal que vayan las cosas, siempre nos quedará La Roja”.

(Nota final: Si la selección española decepciona en la final, siempre nos quedarán las olimpiadas).

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