Refugiados en la Bus Station de Belgrado

Desde hace semanas permanecen hacinados en los viejos barracones ferroviarios abandonados anexos a la Bus Station de Belgrado, en Serbia, mas de mil personas de nacionalidad mayoritaramente paquistaní  y afgana, abandonados a su suerte por las autoridades serbias, verdaderamente hostiles a los refugiados en tránsito por su país para alcanzar la frontera con Hungría, camino de Alemania, donde son rechazados por las milícias paramilitares de voluntarios fascistas que los apalean y les roban sus pertenencias y los devuelven de nuevo a Serbia. Conocedoras de la situación,a primeros de enero, las activistas de Holes in the Borders colgaron en la red …

Personas refugiadas durmiendo en Belgrado. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo).

Desde hace semanas permanecen hacinados en los viejos barracones ferroviarios abandonados anexos a la Bus Station de Belgrado, en Serbia, mas de mil personas de nacionalidad mayoritaramente paquistaní  y afgana, abandonados a su suerte por las autoridades serbias, verdaderamente hostiles a los refugiados en tránsito por su país para alcanzar la frontera con Hungría, camino de Alemania, donde son rechazados por las milícias paramilitares de voluntarios fascistas que los apalean y les roban sus pertenencias y los devuelven de nuevo a Serbia.

Conocedoras de la situación,a primeros de enero, las activistas de Holes in the Borders colgaron en la red el primer vídeo de esta catastrófica situación , denunciándolo públicamente, y proporcionando la primera ayuda humanitaria, repartiendo ropa de abrigo de manera clandestina, dada la hostilidad de la policía serbia que se haya en  los barracones. De vuelta a Atenas, donde dicha asociación realiza sus actividades con refugiados, se organizó una nueva expedición y el 16 de enero, con seis activistas cargados con 150 abrigos y con muchas ganas de hacer algo para paliar la situación. Conseguimos pasar las fronteras de Macedonia y Serbia sin que se dieran cuenta de la "carga", dado que está prohibido pasar ayuda humanitaria sin los pertinentes permisos.

Una vez allí y superando el primer shock de la entrada en los barracones, donde para combatir el frío -temperaturas de hasta 18 grados bajo cero - no tenían mas alternativas que quemar traviesas de tren, madera que contiene creosota, un peligroso producto químico , que al quemarse produce un humo acre y axfisiante, sumamente tóxico, que envuelve todo el espacio e irrita ojos y garganta, produciendo daños pulmonares en exposición prolongada.

Nos pusimos manos a la obra y pertrechados de escobones, palas, carretillas y cubos de basura empezamos por limpiar el espacio de la ingente cantidad de basura acumulada. He de ser necesariamente crítico con la actuación, o mejor dicho, la casi nula actuación de las grandes ONG - ACNUR, etc -, que se limitaban a proporcionarles una comida caliente al día, comida que nunca llegaba para todas las personas que esperaban en la cola sobre la nieve y el hielo, para ver todos los días con frustración como se cerraban las puertas del camión y muchos de ellos se quedaban sin comida.

Para intentar en lo posible evitar la quema de la creosota en hogueras, empezamos la construcción de estufas con bidones que encontramos en la misma estación, proporcionándoles a su vez sierras de mano para trocear la madera he iniciamos la corta de los árboles que rodeaban los eriales de la estación, construimos una veintena de estufas, gracias a la colaboración de un grupo de voluntarios ingleses que tenían una furgoneta taller equipada con multitud de herramientas y un grupo electrógeno.

Tuvieron una gran acogida, pues también permiten cocinar. He de resaltar la muy buena compenetración de los activistas independientes, que como nosotros acudimos de distintas partes para echar una mano, compartimos herramientas, recursos, ideas y hermandad.

Comenzamos el reparto de abrigos de manera selectiva,buscando a los más desabrigados y a los menores, evitando hacerlo de manera masiva, dado que no había para todos y se podrían producir altercados al acabarse y quedarse gente sin ellos.

Durante los días que permanecí en Belgrado Médicos Sin Fronteras levantó varias tiendas con literas y calefactores para ubicar a los menores, aunque no se usaban en todo la capacidad que ofrecían. A su vez, las autoridades serbias fletaron cinco autobuses para trasladar a los refugiados que quisieran a un campo cercano, aunque varios se escaparon dadas las condiciones carcelarias del mismo, con restricción de libre movimiento.

También he de resaltar la actitud de algunos periodistas, que faltos de cualquier ética profesional intentaban sacar fotos incluso violando la intimidad de los refugiados que se veían como "modelos" mientras se aseaban o hacían sus necesidades.

Una parte del grupo volvimos a Atenas, pero nuevas incorporaciones se han sucediendo, sobre todo procedentes del estado español, y siguen trabajando duro, cubriendo con su esfuerzo lo que los gobiernos de nuestra incivilizada Europa ignoran, comprometidos con sus semejantes en las labores de mejorar sus condiciones de vida mientras estén en los barracones ferroviarios abandonados de la Bus Station de Belgrado.

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