Próxima estación Esperanza. Que vamos a necesitarla

El sol poco a poco va poniéndose en el pantano de Lanuza. El colapso del valle va siendo evidente, controles de la guardia civil y coches que aparcan en lugares inimaginables. La biodiversidad "festivalera" se va desplegando en sus más diferentes variables, desde jóvenes que hacen botellón en las escaleras del pueblo de Lanuza a impenitentes seguidores de Manu Chao, más maduros, que se preparan para una noche de espectáculo. Lo cierto es que el músico de madre euskalduna y padre galego consigue modificar la habitual tranquilidad del valle congregando a más de seis mil personas donde habitualmente viven unos …

Foto: Radio Uesca

El sol poco a poco va poniéndose en el pantano de Lanuza. El colapso del valle va siendo evidente, controles de la guardia civil y coches que aparcan en lugares inimaginables. La biodiversidad "festivalera" se va desplegando en sus más diferentes variables, desde jóvenes que hacen botellón en las escaleras del pueblo de Lanuza a impenitentes seguidores de Manu Chao, más maduros, que se preparan para una noche de espectáculo.

Lo cierto es que el músico de madre euskalduna y padre galego consigue modificar la habitual tranquilidad del valle congregando a más de seis mil personas donde habitualmente viven unos pocos miles, en Pirineos Sur. Uno de esos participantes es Manolo un toledano que lleva viniendo todos los veranos al festival desde hace doce años "esta avalancha de gente es contraria al espíritu de este festival", nos dice, "y este fin de semana me pensaré si me quedo porque será más de lo mismo”. Sin embargo nos acompaña al concierto, tampoco está dispuesto a perdérselo.

Ya dentro del recinto el gentío es espectacular, las nuevas instalaciones sobrantes de hormigón son puestas a prueba saliendo airosas y la organización puede respirar tranquila. Carmen una oscense también asidua al festival nos confiesa estar muy expectante y deseosa de ver a Manu aunque le impresiona ver el aforo a rebosar: "Nunca lo había visto así de lleno, he adelantado un viaje por Cádiz para venir a verlo y creo que va a merecer la pena".

Y comienza el espectáculo. El mejor "buenrollismo" repleto de energía positiva y la alegría inundan Lanuza. La gente canta, vibra, salta y es feliz. Manu evoluciona en el escenario con un "palestino" y flanqueado por la camiseta de marea verde. Con una formación reducida pero solvente, se reinventa volviendo la vista al punk que le vio crecer como músico. Repertorio amplio con algunas sorpresas y popurrí de éxitos con sonidos y ritmos alterados.

Los rostros de satisfacción que disfrutan con él transmiten una realidad incuestionable. Se puede enviar un mensaje y hacerlo de un modo tan bello que las personas vuelvan a reconciliarse con lo humano. Próxima estación Esperanza. Que vamos a necesitarla.

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