Previa de la Vuelta Ciclista: El relato, las expectativas y un homenaje

Se cumplen veinte años de una edición de La Vuelta en la que Fernando Escartín alcanzó el segundo puesto en la general. Rozó el cielo, a menos de minuto y medio del vasco Abraham Olano. Aquel 1998 tuvo un recorrido con 80 kilómetros de contrarreloj y unas etapas de montaña muy alejadas de la dureza actual.

Foto: Pixabay

El recorrido de La Vuelta 2018 responde a los cánones clásicos que viene planteando Javier Guillén en los últimos años. Etapas nerviosas, cortas, con un primer bloque centrado en Andalucía, donde tenemos finales interesantes desde el segundo día de competición (Caminito del Rey), el cual tendrá como colofón la novena etapa, ya en Castilla (final en el duro puerto de La Covatilla).

El segundo bloque recorre el norte, cambiando radicalmente la escena y los perfiles -terreno pestoso, accidentado- y que marcará de forma decisiva los movimientos de cara a la clasificación general. El tríptico La Camperona-Les Praeres-Lagos, aparece como determinante para la lucha por el maillot rojo.

El tercer bloque, tras el día de descanso en Santander se inicia con una crono de 32 kilómetros en Torrelavega, un fugaz paso por Euskal Herria (final explosivo en el Monte Oiz), para enfilarse el pelotón hacia Andorra, con dos etapas de montaña como colofón final. En resumen, el formato que ha ido funcionando en los últimos años.

A nivel mediático parecen gustar recorridos con kilometrajes reducidos, finales en muros/cuestas de pendientes imposibles, escaso peso de las contrarrelojes y emoción hasta el final en la lucha por la general. Es lo que tiene la humanización del ciclismo y así trabaja la organización de La Vuelta desde 2010.

El tema funciona, a pesar de que el buen aficionado al ciclismo -y me apunto a la crítica- prefiere otro tipo de recorridos, más equilibrados, con encadenados de puertos, sin abusar tanto del final en “rampa de garaje”. Es un debate cíclico, en un deporte que ofrece tantas posibilidades, ya que la geografía invita a soñar y especular. Pero siempre serán los propios ciclistas quienes hagan bueno un recorrido.

Este artículo de previa, tampoco se va a detener mucho en el listado de participantes y favoritos. El panorama está abierto, algo que se ha venido repitiendo en las últimas ediciones, entre ciclistas que no han logrado sus objetivos en el Tour (Nairo Quintana, quizá Alejandro Valverde), los que abandonaron por diferentes desgracias (Vincenzo Nibali, Richie Porte, Rigoberto Urán), los que buscan su penúltima oportunidad tras una temporada discreta o irregular en momentos clave (Fabio Aru, Thibaut Pinot, los hermanos Yates), o diferentes “gallos” que han preparado con mimo este desafío (Miguel Ángel López, Jakob Fuglsang, David De la Cruz, Wilco Kelderman, Steven Kruijswijk o Ilnur Zakarin).

Luego siempre hay alguna sorpresa, ¿será la última perla del laboratorio Sky, Tao Hart? No lo sabemos, la carrera y sus intangibles, como todo el elenco de cazaetapas y corredores que probarán en La Vuelta su preparación de cara al durísimo Mundial de Innsbruck: Peter Sagan. Michal Kwiatkowski o Rafal Majka, entre muchos otros.

Y así de repente, nos toca homenajear un hito histórico para el deporte aragonés. Se cumplen veinte años de una edición de La Vuelta en la que Fernando Escartín alcanzó el segundo puesto en la general. Rozó el cielo, a menos de minuto y medio del vasco Abraham Olano. Aquel 1998 tuvo un recorrido con 80 kilómetros de contrarreloj y unas etapas de montaña muy alejadas de la dureza actual.

A todo ello se unió la cancelación de parte de la etapa que homenajeaba a la marcha cicloturista Quebrantahuesos -las autoridades francesas amenazaron a los equipos con retenciones y detenciones tras los escándalos de dopaje del Tour-; era la jornada clave, y a buen seguro, la gran oportunidad para el Titán de Biescas.

Los aragoneses, como estamos acostumbrados a las frustraciones colectivas, decidimos reinventar el estribillo de la banda sonora de la Vuelta de ese año, el “Up & Down” de Vengaboys. Una canción bailable en fiestas, pachangas y bodegueos varios, rehecha con un “Con Escartín, con Escartín, que le den por c... a Olano”. Somardismo o barbarie. Y así quedó el tema, admirando al inquebrantable corredor de Kelme, sufridor máximo, el ciclismo perfecto.

Un homenaje que alargamos un poco más, con el Tour de ese año, el del doblete de Pantani, y que tampoco pudo ser, por los escándalos y cacerías policiales tras el Caso Festina. Nuestro héroe local tenía piernas y cabeza para dar el salto de calidad, como demostró en la mítica etapa de Les Deux Alpes. Los equipos estatales decidieron retirarse como medida de protesta ante la criminalización sufrida. Fernando iba cuarto en la general. Lloramos. Fue un año raro.

Vivimos otra época dorada para el ciclismo aragonés, a la recuperación de la vuelta nacional -tras trece años de ostracismo- se une la presencia en el pelotón profesional de cuatro ciclistas de la tierra. El serrablés Jorge Arcas (Movistar) tuvo un debut maldito el año pasado, una caída inicial, dando sus primeras pedaladas en la crono de Nimes, le dejó las vértebras dañadas.

En esta edición, espera acabar su primera vuelta de tres semanas con 26 años recién cumplidos. El jaqués Jaime Castrillo (Movistar) tendrá que esperar para su debut en una gran ronda, igual que el oscense Fernando Barceló (Euskadi-Murias). El barbastrense Sergio Samitier (Euskadi-Murias) puede tener opciones de entrar en la selección definitiva del equipo vasco.

El modelo actual de ciclismo sin fronteras, con los dieciocho equipos del World Tour, sus licencias y encorsetamientos, deja un deporte muy diferente, en el que otros equipos y corredores sobreviven para lucir en los grandes escaparates. Este año, La Vuelta invita a Caja Rural, Cofidis, Euskadi-Murias y Burgos-BH. Todo se capitaliza, los recorridos también, al mejor postor.

En las últimas ediciones, Galiza, Andalucía o País Valencià se han llevado un número importante de etapas. El impacto económico y el turismo sobre el tapete de un deporte que no cobra entrada ni tiene abonados.

Y terminamos este artículo-prólogo con una reivindicación al calor del feminismo y sus nuevas olas de emancipación e igualdad. ¿Para cuando una carrera similar de mujeres? Durante el Tour de Francia, un grupo de 13 féminas realizaron el recorrido completo para exigir igualdad en las competiciones, imitando a las sufragistas del XIX, pero montadas en su bicicleta, por carreteras que no estaban cortadas al tráfico, y defendiendo lo que la globalización capitalista niega: igualdad real, también en este deporte, el más duro y épico de todos.

“Cuando te duele, es cuando puedes marcar la diferencia”.- Eddy Merckx.

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