No usarás el nombre del feminismo en vano

Mucho nos ha enseñado el movimiento feminista o muchas hemos formado parte de su oleaje desde distintos lugares. El 8M nos hizo crecer como sociedad, sentirnos y ser fuertes ante la amenaza machista y siendo capaces de cerrar filas y decir que no a tanta atrocidad, desigualdad o incomprensión que las mujeres seguimos sufriendo en el mundo. El movimiento feminista ha sido tan relevante que ha obligado a muchos anfitriones de la política a tener que replantearse su estrategia para poder defender a su tripulación. Recuerdo al señor Lambán, presidente del Gobierno de Aragón, por poner solo un ejemplo, como …

Marcha nocturna feminista. Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

Mucho nos ha enseñado el movimiento feminista o muchas hemos formado parte de su oleaje desde distintos lugares. El 8M nos hizo crecer como sociedad, sentirnos y ser fuertes ante la amenaza machista y siendo capaces de cerrar filas y decir que no a tanta atrocidad, desigualdad o incomprensión que las mujeres seguimos sufriendo en el mundo.

El movimiento feminista ha sido tan relevante que ha obligado a muchos anfitriones de la política a tener que replantearse su estrategia para poder defender a su tripulación. Recuerdo al señor Lambán, presidente del Gobierno de Aragón, por poner solo un ejemplo, como sacaba pecho en el Debate del Estado de la Comunidad, celebrado no hace mucho en la institución aragonesa, al ritmo que afirmaba que tenía el ejecutivo más feminista de la historia. No sabemos qué sistema de medida utilizaba ¿la cantidad de feromonas femeninas que se pueden sudar por minuto? Comparaciones absurdas e incomprensibles. Mientras no se basen en medidas que mejoren materialmente la situación de desigualdad de las mujeres no estarán creando espacios feministas.

Y aquí está la clave de la cuestión: el feminismo será utilizado de aquí hasta los próximo comicios electorales como arma arrojadiza, será manoseado como factor interesante para promocionar entre el electorado, ensuciando el color morado y destiñéndolo si es necesario. Llegaremos a no tener mujeres en primera línea sino a varones feministas o a mujeres que han dado un paso al frente custodiadas por la insignia de algún líder incansable, todo puede darse. Estemos preparadas para el desfile de monsergas que se quieren esconder en el feminismo, la cantidad de típicos y prototípicos discursos que nos tendremos que tragar al mismo tiempo que aguantaremos a más de algún señoro darnos explicaciones de cómo las mujeres hemos de defender nuestros derechos. En definitiva, todo se simplifica a cuestiones muy sencillas: ¿Cómo los amigos del capital van a ser feministas cuando este nos quiere obedientes? Pero más allá de aquellos que se visten bajo la capa de las políticas complacientes para la oligarquía, nos encontraremos a quienes se tapan con velos púrpuras de la izquierda para decir cuestiones tan ridículas como que para defender los derechos de todas, ya están ellos.

A lo largo de los siglos, las mujeres hemos tenido que abrirnos paso a codazos no solo en los espacios de decisiones sino también en aquellos empleos, profesiones o dedicaciones que han sido invisibilizadas, desprestigiadas o han querido ser enterradas en el olvido. Hablo de escritoras, estudiantes, emprendedoras, limpiadoras, cuidadoras o incluso prostitutas. Jóvenes y mayores. Todas ellas se han encontrado/nos hemos topado no solo con las barreras, sino que muchas han tenido que sufrir el popularmente conocido como “Sticky floor” o “Suelo pegajoso”. Las condiciones laborales son los bloques más pesados que muchas mujeres tienen que cargar y soportar. La precariedad laboral y las peores condiciones las aguantamos las mujeres. La incapacidad que todavía existe en la sociedad para que las mujer podamos conciliar hace que en definitiva se cuestione nuestra vida, nuestra forma de trabajar, de relacionarnos, de sumar, ascender y querer posicionarnos, por qué no, con ambición, lejos de ese suelo tan movedizo y escalar más allá de las barreras invisibles con las que nos tendremos que topar.

Para superar estos diques, el feminismo está planteando una crítica radicalmente democrática del ejercicio del poder, proponiendo repartirlo, fuera de las concepciones controladoras del mismo, tan patriarcales; y una alternativa de organización económica que pone el sostenimiento de la vida (personas, animales y planeta) por delante de los intereses financieros.

No pretendamos con la política institucional acaparar los focos y hacer con el feminismo lo que tantas veces criticamos: la invisibilización de lo colectivo. Exijamos políticas que sean feministas, que sean capaces de posicionarse de frente a los intereses de los autoritarismos y paternalismos, caminemos a la par. Trabajemos en la humildad de no querer hacer sombra a algo que se ha construido entre todas, seamos la sombra si es necesario. Aprendamos del lo que deja, de la estela imborrable que construimos entre tantas.

Comprendamos de una vez por todas que la democratización pasa por la distribución del poder, por no ver a las mujeres como simples cuotas partidistas, sino como compañeras de viaje, que están preparadas para coger el timón.

En Podemos Aragón lo tenemos claro y si no está, debería de tenerse. Somos diversas y compartimos espacios más allá de la organización o de la institución. El juego de “más feminista que tú” sería un error, la instrumentalización del movimiento feminista no debería de tener cabida. Orientemos el debate a la externa, crezcamos en la pluralidad interna y en las relaciones con otras organizaciones políticas y plataformas ciudadanas aliadas para transformar la sociedad.

Claramente, el feminismo no es únicamente la liberación de las mujeres, sino que es la propuesta firme de que las políticas deben de cambiar, aprender y regenerarse desde una visión morada.

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