Negociaciones bloqueadas entre Grecia y sus acreedores

En la última semana el gobierno de Alexis Tsipras ha visto crecer la desconfianza de sus acreedores, que arremeten, con más virulencia que el día de su elección, contra el nuevo ejecutivo de Syriza, acorralándolo, sin ceder una micra en las negociaciones, pese al conocimiento de la urgencia económica griega.

Parlamento griego. Foto: AraInfo
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En la última semana el gobierno de Alexis Tsipras ha visto crecer la desconfianza de sus acreedores, que arremeten, con más virulencia que el día de su elección, contra el nuevo ejecutivo de Syriza, acorralándolo, sin ceder una micra en las negociaciones, pese al conocimiento de la urgencia económica griega.

La semana pasada el gobierno de Syriza rechazó la casi impuesta visita de la Troika a Atenas. Una imagen que Tsipras no deseaba, y más, después de haber anunciado que la Troika, ese trío de acreedores que ahogan a Grecia, ya no volvería a la capital helena.

La visita fue sustituida por una reunión del Eurogrupo que nada ha avanzado. El ministro de economía griego, Yanis Varoufakis, anunciaba las reformas ofrecidas por Grecia a cambio de un primer desembolso de casi 2.000 millones de euros. El Eurogrupo se negó a lanzar ese adelanto. El primer pago no llegará hasta finales de abril. Lo que coloca a Grecia literalmente contra las cuerdas donde le lanza el Banco Central Europeo (BCE).

La economía griega depende directamente del BCE, que es a la vez responsable de la ayuda a la banca griega, que se ha visto aumentada, pero también, la institución capaz de aceptar o rechazar, tanto la emisión de bonos como la compra de deuda helena.

La falta de entendimiento ha provocado situaciones de tensión durante la última semana, que han alejado todas las posturas, pero especialmente la alemana con respecto a Grecia. El clima de tensión elevó el tono hasta el punto que en la pasada reunión el Eurogrupo, el ministro de finanzas alemán Wolfgang Schäuble, tachó a su homólogo griego de “tontamente ingenuo”, algo que posteriormente ha negado, pero que provocó la denuncia del ejecutivo griego ante el gobierno alemán.

No parecen cómodos los acreedores de la deuda griega, tampoco el ejecutivo griego. Este momento de tensión ha sacado a la luz, lo que desde hace unos días parecía una amenaza lanzada desde ciertos sectores europeos escépticos con la unión, la salida de Grecia del euro. Algo que, en cierto modo, desde estos sectores se trata de poner en boca del gobierno de Syriza, por plantear un referéndum.

En definitiva, el punto muerto en el que se encuentran las negociaciones es en parte causado por la firmeza con la que Syriza se ha enfrentado a unos acreedores que plantean una salida única. La salida de Grecia del euro, no es algo que contemple Syriza, es más algo impulsado desde diversos sectores euroescépticos en la Unión Europea (UE).

Esta consulta es algo que no desean los acreedores griegos. Temen el tipo de pregunta que Syriza pueda plantear al votante, y lo rupturista que esta pueda ser con los mandatos de los acreedores, pero aún más temerosos se muestran ante la respuesta que el pueblo griego pudiera dar ante esa pregunta.

La consulta no es nada nuevo para Grecia. En 2011, el entonces presidente griego, Yorgos Papandreu, planteó la posibilidad de un referéndum que consultara a la ciudadanía griega sobre la aceptación o no del plan internacional de rescate. Finalmente se arrugó ante Merkel y Sarkozy, lo que le valió su total descrédito como político y el derrumbe del PASOK.

Syriza conoce aquella historia y no quiere repetirla. El Eurogrupo también, pero no ven al recién elegido Tsipras con la debilidad de Papandreu. De ahí el aumento de la tensión. Tan solo nombrar la posibilidad de una consulta ha hecho saltar las alarmas, y crecer el punto de nerviosismo, hasta el punto de que Angela Merkel llamara ayer a Alexis Tsipras para pedirle una reunión, el próximo lunes en Berlín.

Una Angela Merkel que ha visto como la pasada semana el partido de izquierda alemán, Die Linke, en la voz de una de sus portavoces, Annette Groth, declaraba a la agencia Reuters que el gobierno de Berlín debería pagar 11.000 millones de euros vinculados a un “préstamo de ocupación” que la Alemania nazi forzó a firmar al Banco de Grecia. Algo que ya le había lanzado a Wolfgang Schäuble el ministro Varoufakis.

¿Existe alguna posibilidad para Grecia, aparte de acatar?

Ya hemos visto que Papandreu salió trasquilado. De no acatar Tsipras las imposiciones europeas, la salida de la moneda única parece una de las pocas soluciones. Lo que significaría rechazar las deudas y volver al lema de la campaña electoral, “no pagamos”.

Parece que al gobierno heleno le quedan varias vías de trabajo. La que argumentan como única desde la UE, que consiste en acatar las exigencias de los acreedores, aún sabiendo que ni diez economías como lo griega podrían hacer frente al pago de la deuda.

Las reformas que desde Syriza se plantean, que pretenden aligerar el peso de la carga de deuda, mientras solucionan en casa la urgencia social a la que deben prestar atención, pues este es el mandato encargado en las urnas por el pueblo griego. Algo que no se plantean sus acreedores.

Existe otra posibilidad intermedia, que actualmente nadie baraja, pero que en aquel momento de 2011 en el que Papandreu amenazaba, en voz baja, a la troika con un referéndum, diferentes analistas económicos tenían en cuenta. Una salida temporal del euro, desde dentro de la UE. Algo que contempla la propia normativa de la unión en “circunstancias excepcionales”, y que ya han insinuado actores como Angela Merkel. Esta solución jugaría con el regreso transitorio a la moneda propia y el pago de la deuda. Una cruel agonía en un principio que se iría disipando con el paso de los años.

Por último, existe la posibilidad de no acatar ninguna de las exigencias de los acreedores. Algo que desde ciertos sectores de la izquierda griega se le reclama a Syriza. Una salida unilateral, del euro y de la UE. Esta posición conllevaría el regreso al dracma y la consiguiente devaluación de la moneda, para tratar de pagar mediante inflación el sobrecosto de no conseguir financiación en los mercados.

Esta solución, traería la miseria total a Grecia por un periodo aproximado de cinco años, algo que incluso se antoja mejor que el “salvavidas” que ofrecen los integrantes de la troika para “aliviar” la economía griega, unas “ayudas” que implican décadas de sacrificio constante parecido al de los últimos cinco años. Quizá medio siglo de sufrimientos.

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