La riada del Ebro

Mientras el consejero de Política Territorial e Interior, Antonio Suárez, expresa en un encuentro con los medios de comunicación tras concluir una reunión en el CECOP, la dificultad de retirar los 10.000 animales muertos debido al nivel que aún mantiene el agua alrededor de las granjas, siguen resonando en mi cabeza los chillidos de decenas de cerdos que aun esta mañana seguían vivos pidiendo auxilio dentro de las granjas.

Foto: Pacma
Foto: Pacma
Foto: Pacma

Mientras el consejero de Política Territorial e Interior, Antonio Suárez, expresa en un encuentro con los medios de comunicación tras concluir una reunión en el Centro de Coordinación Operativa en Emergencias (CECOP) la dificultad de retirar los 10.000 animales muertos debido al nivel que aún mantiene el agua alrededor de las granjas, mientras la presidenta de la comunidad, Luisa Fernanda Rudi, y los consejeros de su gobierno deciden en los despachos cuál es la manera políticamente correcta de quitarse la responsabilidad de encima, siguen resonando en mi cabeza los chillidos de decenas de cerdos que aun esta mañana seguían vivos pidiendo auxilio dentro de las granjas.

Si el señor Suarez se dignara a acercarse, vería como con unas simples botas de agua se podía llegar hasta ellos, hoy no valían las excusas.

No se borrarán de mi retina los ojos aterrorizados de los animales que llevan casi una semana con el agua hasta la tripa, caminando entre los cadáveres de sus congéneres, algunos de ellos todavía agonizando.

Al igual que ellos, terneros, corderos, caballos, ponis, gallinas, perros encadenados… a los que quizá con abrirles la puerta del recinto o quitarles la cadena les habrían dado una oportunidad para sobrevivir.

En algunos casos ya no tiene remedio y habrá que pedir las responsabilidades que se estime oportunas. Pero en otros casos, esos animales siguen pidiendo auxilio en un grito ahogado que sólo parece estremecer a los cerca de cien voluntarios, que no es poco, que se han movilizado estos días para luchar por las vidas de los que no parecen importar a nadie.

Personas con mucho corazón que se han unido como una piña, se han dejado la piel y en algunas ocasiones han tragado con ser tratadas como delincuentes o simplemente ignoradas durante toda la semana.

Una semana en la que se han formado grupos de rescate, se han gestionado llamadas de auxilio, se ha ayudado a particulares, se han recogido animales que vagaban sin rumbo, se han dejado el alma. Y se la seguirán dejando, porque este horror aun no ha terminado.

Lo que tenemos que tener claro es que esto se podía haber evitado. Desde PACMA llevamos años reclamando una gestión ética del medio ambiente, un protocolo de evacuación para los animales, una asistencia de emergencia también para ellos y un trato ético que parece relegado al cajón de un despacho, quizá el despacho desde el que se emiten las ruedas de prensa de nuestros gobernantes.

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[Olga García Sanz, Coordinadora del Partido Animalista PACMA en Zaragoza]

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