La jueza da por buena la versión policial en el caso de Souleymane y Serigne obviando a los testigos

Desde Derechos Civiles 15M han anunciado que llevarán el caso a la Audiencia de Zaragoza ante las evidentes contradicciones entre lo dictado en el auto por la jueza Natividad Rapún y las declaraciones de los testigos de los hechos y los propios detenidos

racismo institucional
Concentración de la campaña Zaragoza No Se Calla. Foto: @igoiz17.

El viernes 13 de octubre de 2017 Souleymane recibió un golpe en la cabeza, junto a la nuca, propinado por un agente de Policía Local Zaragoza con la culata de su arma, y fue detenido junto a Serigne, acusados de atentado por dos agentes, pese a haber denunciado la agresión.

Unos meses después, el Grupo Derechos Civiles 15m Zaragoza fue admitido como acusación popular en el caso. Tanto Souleymane como su paisano Serigne tienen sendos permisos de residencia en regla y son trabajadores por cuenta ajena, lo que les ha librado de una injusticia mayor y más rápida. Pasado un año se han conocido los dos autos emitidos por Natividad Rapún, magistrada del Juzgado de Instrucción nº6, al respecto de sendas denuncias.

Para la magistrada, “no existen indicios racionales de que el origen” de las lesiones sufridas por Souleymane “fuera una agresión dolosa imputable” al mismo agente que, a su vez, le denuncia por atentado junto a otro compañero de la Policía Local de Zaragoza. Poco importa que, al menos uno de los testigos, haya declarado que podría reconocer al policía de paisano que golpeó a Souleymane.

Sin embargo, en el auto referente al atestado policial en el que los dos agentes denunciaban atentado a la autoridad, la jueza asegura que “han resultado indiciariamente acreditados a través de las diligencias practicadas, las cuales son suficientes para determinar la naturaleza y circunstancias de los hechos” , evidentemente los hechos relatados en el atestado policial, del que también extrae la jueza la afirmación de que “los investigados no sólo ofrecieron resistencia tratando de huir en todo momento, sino que también les acometieron provocando con ello lesiones de carácter leve en los agentes”, asumiendo al completo la versión de los agentes y desdeñando las declaraciones tanto de testigos como de los dos jóvenes.

Lo curioso es que el relato de los agentes tiene, no solo discrepancias con lo que los testigos del caso pudieron ver, sino que roza la inverisimilitud. Según el atestado, y por ende el auto, Serigne “propinó una patada en el tobillo” al agente que le detuvo mientras que Souleymane “intentó huir y acabó cayendo al suelo junto al agente que le perseguía”. La pistola del policía local salió despedida, pero éste la recuperó inmediatamente. Souleymane le golpeó para evitar que lo detuviera y por eso el agente tuvo que golpearle “con la culata de la pistola en la parte posterior de la cabeza”.

Una versión, la que da por buena la jueza Rapún, que contrasta con la de los testigos, que hablan de dos personas persiguiendo a varios chicos negros y haciendo caer varias motos aparcadas en la carrera, describen a un policía empujando contra la pared a un chico negro y golpeándole en la cabeza con el arma, afirman que un policía golpeó con una pistola en la cabeza a un joven al que había agarrado haciéndole sangrar abundantemente. Lo cuentan como quince personas que se acercaron sorprendidas por lo que habían visto y pidiendo a los agentes que no golpeasen más a los jóvenes. En todo caso, nadie declara haber visto a Souleymane agredir o hacer intento de ello “a ninguna de las personas que le perseguían”. Tampoco a Serigne.

De hecho, la versión del propio atestado policial también es distinta al relato del auto. Según el atestado, Serigne da una patada en el tobillo a uno de los agentes antes de que este le reduzca, detenga y lea sus derechos, y Souleymane “acomete” hacia el policía haciendo que este caiga con él al suelo y que el arma reglamentaria del agente salga despedida de su funda. Es entonces cuando el policía recupera el arma rápidamente y agarra a Souleymane, que intentaba quitarle la pistola, sin otra opción que usar la pistola como porra contra la nuca del detenido, que acaba detenido mientras le leen sus derechos, frente a la versión de los testigos que aseguran que Souleymane fue golpeado con el arma cuando ya estaba reducido.

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