La Guardia Civil vincula a los jóvenes de Altsasu con ETA, pero reconoce que "la actividad de Ospa no ha sido violenta"

Una forense del Instituto Navarro de Medicina Legal afirma que las heridas sufridas por los guardias civiles y sus parejas durante la pelea del 15 de octubre podrían haber sido anteriores. Los peritos de la Guardia Civil intentan relacionar la organización de actividades festivas que reclama que el instituto armado abandone Altsasu con ETA.

Foto: @Altsasugurasoak

La primera semana del juicio del caso Altsasu ha puesto de manifiesto que las narraciones de los hechos ocurridos en el bar Koxka, la madrugada del 15 de octubre de 2016, efectuadas parte de los guardias civiles y sus parejas, son, tal y como considera Martxelo Díaz, periodista del diario Naiz que está realizando una exhaustiva cobertura del proceso en la Audiencia Nacional, “endebles” e “incongruentes”.

Díaz afirma que “no existe ningún testigo que haya declarado que alguno de los acusados realizase una agresión”. “Solo está la declaración de los dos guardias y de sus dos novias. Dos de ellos, recién llegados a Altsasu, pero que no tuvieron problemas para llevar a cabo las identificaciones”, añade el periodista.

La segunda semana es fundamental para la acusación, pues por la sala de la Audiencia Nacional están desfilando los peritos forenses en los que se sustenta gran parte de la petición de delitos de “terrorismo” contra la y los jóvenes de Altsasu por parte de la Fiscalía.

Peritos forenses y psiquiátricos

Este lunes 23 de abril fue una forense del Instituto Navarro de Medicina Legal quien de nuevo volvió a poner en entredicho la versión de las víctimas. La experta, tal y como ya hiciera un bombero que acudió al lugar de la pelea, reconoció que, pese a que el teniente declaró que tras recibir un puñetazo tenía “abundante sangre en el labio”, el guardia civil solo recibió un punto de sutura. Del mismo modo, la lesión del sargento en la cabeza fue considerada por la forense como “un chichón”.

Así mismo, la experta del Instituto Navarro de Medicina Legal añadió que, al ver que las víctimas eran personas jóvenes, asumió que su narración era cierta: habían sufrido una agresión. Es por ese motivo que no consultó el expediente médico de los guardias civiles y sus parejas para saber si se habían lesionado con anterioridad al 15 de octubre de 2016.

A todo esto, hay que sumarle que el informe forense se llevó a cabo solo con el testimonio de las personas agredidas, el 10 de noviembre. El teniente se trasladó a València y no pudo realizarse un segundo chequeo.

En relación con la pareja de uno de los guardias civiles, la forense determinó que no tenía “lesiones postraumáticas, solo ansiedad por no poder seguir realizando su vida habitual” en Altsasu, por haber sido atacada por “personas que hasta entonces eran sus amigos”.

El martes 24, ha declarado un perito psiquiátrico a petición de la defensa. A través de videoconferencia, el experto ha señalado que la novia del teniente, ante la respuesta de rechazo social que vive en Altsasu sufre un trastorno psicológico. “Siente humillación, vergüenza, venganza, culpabilidad de haber implicado a su familia”, ha afirmado el perito.

Tras su declaración, ha sido el turno del forense de la Audiencia Nacional. Este que en un principio ha dejado muy claro que las lesiones de las víctimas estaban ligadas con una agresión, pero finalmente ha reconocido que “las lesiones podrían deberse a causas ajenas a la paliza”.

La versión de la Guardia Civil

Este 23 de abril, declararon dos guardias civiles en calidad de peritos. Los dos agentes pusieron de manifiesto la piedra angular de la estrategia que va a seguir la acusación para intentar relacionar a la y los jóvenes de Altsasu con los delitos de “terrorismo”: vincular el movimiento Ospa y “Alde Hemendik” que pide la retirada de la Guardia Civil de Euskal Herria, con ETA.

Este lunes pasado, los agentes del instituto armado señalaron que Jokin Unamuno y a Adur Ramírez de Alda fueron identificados en la protesta por la misa de la Virgen del Pilar en la capilla de los Capuchinos de Altsasu. Sin embargo, los dos guardias civiles reconocieron luego que nunca hubo convocatoria realizada por Ospa de esa protesta y que los números de los agentes que identificaron a los jóvenes no quedaron reflejados en ningún informe.

Además de esto, los guardias civiles aseguraron que Aratz Urrizola participó en una reunión para preparar el Ospa Eguna -día en que se reclama la “desocupación” de Euskal Herría-, pero tampoco aportaron ninguna prueba documental.

Fueron esos mismos peritos quienes afirmaron que el análisis de los teléfonos móviles incautados a los jóvenes de Altsasu, determina que se emplearon programas para borrar datos y que se instaló en los teléfonos de los acusados, la popular aplicación que borra automáticamente los contenidos publicados, Snapchat. Según los guardias civiles, los acusados emplearon este modo de comunicación para coordinar el ataque contra el teniente, el sargento y sus parejas.

En la misma línea se han expresado los miembros de la Guardia Civiles citados a declarar este martes 24 de abril. Se trata de los responsables de un informe en el que se analiza el supuesto hostigamiento del cuerpo en Altsasu.

Para los peritos, en 2011, ETA ordenó activar la campaña “Alde Hemendik” tras su cese de actividad. Según el informe, se trata de una forma blanquear la actividad de grupos como Segi, Ekin o Askatasuna, “pero los objetivos no han cambiado un ápice”.

“No decimos que estén integrados en ETA, sino que han cometido violencia en base a esa estrategia”, han considerado los guardias civiles. Sin embargo, toda la documentación aportada en el informe presentado por los miembros del cuerpo militar sobre ETA corresponde a la década de los noventa.

Por otro lado, en lo referente a Ospa, grupo que se encarga de organizar una marcha en verano para denunciar la situación de represión que vive Euskal Herria, los peritos han confirmado que su actividad es festiva, pero que incluyen mensajes de ETA. Luego han añadido que Ospa cuenta con soporte institucional del ayuntamiento de Altsasu.

Por último, los guardias civiles han reconocido que no existe información sobre las asambleas de Ospa ni se conoce su estructura organizativa. A la postre han reconocido que “la inmensa mayoría de las acciones de Ospa no son violentas. Moralmente reprobables quizás, pero violentas no”

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