La Brigada aragonesa relata su expulsión del Sahara por la autoridades marroquís

En Agadir, a 16 de abril de 2014.- Sahara, Sahara, Sahara libre. Una no se da cuenta de la importancia que adquieren los términos, hasta que la autocensura obligada por la represión y la persecución ideológica te hace elaborar términos originales para expresar los mismos conceptos. Es lo que hemos tenido que hacer durante el corto periodo que hemos estado en el reino de Marruecos rodeados de ojos vigilantes. Llevábamos tres meses preparando y autogestionando las primeras brigadas de solidaridad Aragón-Sáhara. Las brigadas son un compromiso que consta de tres fases: la formación previa, la investigación in situ y la …

La Delegación Aragón-Sáhara a su llegada al aeropuerto de Marrakech.
La Delegación Aragón-Sáhara a su llegada al aeropuerto de Marrakech.
La Delegación Aragón-Sáhara a su llegada al aeropuerto de Marrakech antes de ser expulsada del Sahara.

En Agadir, a 16 de abril de 2014.- Sahara, Sahara, Sahara libre. Una no se da cuenta de la importancia que adquieren los términos, hasta que la autocensura obligada por la represión y la persecución ideológica te hace elaborar términos originales para expresar los mismos conceptos. Es lo que hemos tenido que hacer durante el corto periodo que hemos estado en el reino de Marruecos rodeados de ojos vigilantes.

Llevábamos tres meses preparando y autogestionando las primeras brigadas de solidaridad Aragón-Sáhara. Las brigadas son un compromiso que consta de tres fases: la formación previa, la investigación in situ y la devolución posterior mediante la socialización de lo aprehendido.

El martes 15 de abril comenzamos el viaje hacia el Sáhara Occidental, actualmente ocupado por Marruecos. Nuestro objetivo era conocer de primera mano la realidad que viven las y los saharauis y a través de sus testimonios, tomar conciencia e informar a la sociedad de la violación de los derechos humanos que ellas y ellos sufren en la cotidianidad. Violación de derechos humanos que no es sino la punta del iceberg de la negación de los derechos políticos de un pueblo. Es importante la labor del brigadista para romper con el bloqueo mediático marroquí, que hoy nosotras y otras delegaciones hemos podido comprobar, al no permitirnos la entrada a El Aaiún.

Volviendo a nuestro viaje, tras llegar a Marrakech en avión, cogimos el autobús rumbo a El Aaiún. Nos esperaban 15 horas intensas de camino, con señales difíciles de descifrar por su complicidad: un guiño de ojo o el tirón de manga de una mujer vestida con melfa que nos pregunta bajito dónde, y que por precaución ignoramos. El viaje avanzaba y tras pasar sin complicaciones los tres primeros controles político-policiales y militares, nos acercábamos con ilusión a nuestro destino, El Aaiún. El último control nos preocupaba porque sabíamos de antemano que era el más peliagudo, pero nuestros nervios no eran nada comparado con la emoción al ver de fondo los primeros edificios. Tras entregarle los pasaportes, obligaron a dos de nosotras a que bajásemos del bus. Las primeras preguntas de la policía fueron en un tono neutro y previsibles: profesión, destino, objetivo… y nos dijeron que en 5 minutos podíamos continuar. Tras 45 minutos de espera, los pasajeros se mostraban impacientes pero no por ello tuvieron ningún mal gesto hacia nosotras, sino al contrario, sus muestras de complicidad llegaron a hacerse explicitas: "mierda, policía, siempre igual".

En ese momento nos hicieron bajar a las cuatro y tras un buen rato de preguntas el tono empezó a cambiar, hicieron que cogiéramos las mochilas y el autobús reanudo su viaje. Allí fue cuando empezamos a preocuparnos, al sentirnos rodeadas y observadas y tras los cristales de la garita ver cómo iban dirección a El Aaiún decenas de furgones de policía antidisturbios. Por otro lado, hasta nosotras empezaban a llegar los primeros coches con gente trajeada y altos cargos locales del Ministerio del Interior, incluido el gobernador de la ciudad. Nos pidieron que sacáramos nuestros móviles y los dejáramos a la vista dentro de la garita. Un grupo de 20 personas, entre policías, personas trajeadas, el gobernador y los policías de paisano nos rodearon en una posición intimidatoria, grabando la conversación que manteníamos con ellos. El rango más alto nos dio la bienvenida y nos invitó a marcharnos por no tener permiso para entrar allí ya que la situación en las calles era de agitación y no era agradable. Esta escusa no es más que el reflejo de la intentona de aislamiento internacional que el Reino de Marruecos pretende someter al Pueblo Saharaui. Nuestra posición fue clara, pedimos que nos pongan en contacto con la Embajada para aclarar nuestra situación. Ante este comentario se comenzaron a poner nerviosos a la vez que se elevaba su tono intimidatorio.

Tras un “hablemos poco y bien” e intentar que firmáramos un papel para justificar el pago del taxi, el cual nos negamos a firmar, nos obligaron con forcejeos, de una forma violenta, pues eran más, más fuertes y estaban armados, a introducirnos en un taxi que nos llevara hasta Agadir. Su nerviosismo aumentó cuando intentamos encender nuestros móviles.

Contra nuestra voluntad nos encontramos metidos en un taxi rumbo a Agadir, a 700km, secuestradas por el Reino de Marruecos. En este trayecto el número de controles policiales es más numeroso que a la ida, pidiéndonos los pasaportes para aumentar nuestro grado de tensión. El taxista conocía a todos los Policías que estaban en los distintos controles, además recibía y realizaba numerosas llamadas para comentar cómo nos íbamos comportando a lo largo del viaje y de qué hablábamos cuándo el nos había dicho que no hablaba castellano ni francés. Durante el trayecto de más de 7 horas no recibimos ningún tipo de alimento, solo una botella de agua. El grado de maltrato psicológico y físico hacía mella en nuestro ánimo. A mitad de viaje llegaban las primeras llamadas y mensajes de apoyo, así como entrevistas de algunas radios locales aragonesas, que por un lado nos ayudaban a sentir que no estábamos solas pero por otro lado tomábamos por segundos conciencia de la importancia de nuestra situación. El taxista también comenzaba a ponerse nervioso y las llamadas con sus compañeros se hacían más fluidas al escuchar que estábamos teniendo contacto con los medios de comunicación exteriores. Para rematar, el viaje qué debía terminar en Agadir acabó en otra ciudad cercana, insistiendo el taxista en que nos encontrábamos en Agadir. Nos propuso dejarnos en un hotel pero nosotros insistimos en que queríamos ir a la estación para poder cambiar nuestros billetes de autobús para volver a Marrakech. Nos dirigimos al parking de la estación, aparcando delante de la caseta de Policía dónde se encontraba un hombre trajeado. Tras parar y bajarnos del taxi, el taxista nos pide que le paguemos y nosotros decidimos marcharnos cuanto antes para cambiar los billetes y recargar el móvil. La plaza donde nos encontrábamos estaba llena de taxis y de gente, el día estaba atardeciendo, y el Policía nos seguía sin mucho disimulo. Era una situación muy angustiosa. Al llegar a la taquilla para cambiar los billetes nos enteramos que no nos encontramos en Agadir, con lo que la situación se hace muy tensa y no sabemos muy bien cómo gestionar todo aquello. Finalmente, conseguimos subir a un bus urbano que nos lleva a Agadir, acompañado por un Policía de paisano que se encarga de avisar al conductor de quiénes somos. Al llegar a Agadir nos metemos en el primer hotel con wifi que encontramos y ya más tranquilos tras poder contactar con la gente, decidimos cenar y pasar la noche ahí para poder decidir qué haremos mañana, desde dónde escribimos esta crónica (4.00 am).

Esta actitud de intimidación  a los activistas internacionales que pretendemos entrar en el Sahara Occidental no es sino la de aislar y silenciar a un pueblo ocupado y oprimido, de desmotivar y atemorizar a organizaciones y militantes que pretendemos romper el bloqueo mediático y dar voz internacional a su lucha. Esta opresión que nosotras vivimos durante unas horas, los habitantes del Sahara la sufren todos los días en su realidad más inmediata. Estas agresiones no servirán para desalentar a quienes pretendemos tomar partido solidario por la liberación del Sahara, sino que será un motivo de impulso para profundizar más si cabe en la defensa internacionalista de los derechos del Pueblo Saharaui.

Esperamos que la agresión, la intimidación y la violencia marroquí de los últimos días sean razones suficientes por las cuales se renueve el mandato de la MINURSO para que la Comunidad Internacional no permita que sea el Reino Marroquí (con la complicidad de los estados español y francés) quien se siga adueñando ilegítimamente de los derechos y del territorio saharaui.

¡Viva la RASD! ¡Por un Sahara libre!

Raúl Ramón, Laura Soteras, Diego Marín e Irene Bailo (Brigada Solidaria Aragón-Sahara) | Para AraInfo

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