Huelga a la occitana

El verano es una época de pereza, de descanso, casi lo de escribir se agota con los sudores y excesos del momento. Hacía ya unas semanas que tenía en la cabeza alguna historia sobre las minas turolenses: el cierre, la reconversión y todas estas cuestiones. Me faltaba una palanca y esa vino el sábado 8 de julio, en una magistral charla de @Los4motocarros para @puyalon. Y digo magistral porque puso el acento en lo verdaderamente interesante del asunto: la infinita capacidad que tienen las personas, los trabajadores, para autoorganizarse ante una decisión externa e impuesta. La historia se sitúa en …

El verano es una época de pereza, de descanso, casi lo de escribir se agota con los sudores y excesos del momento. Hacía ya unas semanas que tenía en la cabeza alguna historia sobre las minas turolenses: el cierre, la reconversión y todas estas cuestiones. Me faltaba una palanca y esa vino el sábado 8 de julio, en una magistral charla de @Los4motocarros para @puyalon.

Y digo magistral porque puso el acento en lo verdaderamente interesante del asunto: la infinita capacidad que tienen las personas, los trabajadores, para autoorganizarse ante una decisión externa e impuesta. La historia se sitúa en un páramo geográfico en el centro de Occitania, en el Aveyron, en pleno Macizo Central, una zona con grandes yacimientos de carbón y cuya capital (Rodez) no pasa actualmente de los 30.000 habitantes. En esta zona se han desarrollado explotaciones mineras desde antes de la Revolución Industrial. Es decir, un Teruel de la vida.

Con un proceso de aculturación tremendo (desde el Norte impusieron el nombre de Decazeville a una población que se llamaba La Sala), la lucha obrera ya tuvo algún episodio de conflicto alrededor de 1886 cuando tuvieron una serie de huelgas con las que consiguieron reducir la jornada laboral y aumentar el salario. Para 1906, las mujeres de los mineros purgaron físicamente al administrador de la explotación, por una bajada del salario injustificada. El meollo de la cuestión llegó en los años 60, el gobierno De Gaulle, dentro de su plan de modernización económica, trató de sustituir el carbón por el petróleo. Plantearon despidos y reubicación de los obreros lejos de su casa. Era el acta de defunción de la zona. Y ocurrió de todo, encierros de los mineros, 307 alcaldes del departamento que dimitieron, huelga de los profesores, acciones de solidaridad de los estudiantes, manifestaciones masivas, huelgas de hambre, bloqueo de la línea ferroviaria Paris-Toulouse. Durante 45 días el Estado francés desapareció de la zona.

huelga a la occitana

Los contenidos de la charla fueron claros y contundentes. El oxímoron lengua y lucha obrera se mostró de forma explícita, ya que los trabajadores -paisanos occitanos- usaban su lengua patrimonial y esto activó las alarmas más jacobinas de la reacción francesa. Ante una lengua que no existe, los trabajadores se afanaban por usarla ante la prensa y en pancartas y cánticos. Una forma de provocar a la casta republicana. Y así llegó el descubrimiento de lo occitano, con gente como Robert Lafont y su célebre tesis del colonialismo interno. De La Sala al internacionalismo obrero. Una derrota pero digna. De Gaulle decidió potenciar la instalación de centrales nucleares, y así, muerto el perro se acabó la rabia. Actualmente la zona es un erial, despoblación y desestructuración. Eso sí, muy bonito para los urbanitas parisinos amantes de la naturaleza. ¿A qué os suena esto?

Utrillas está hermanada con Decazeville. Supongo que algunos paisanos conocerán esta historia, que durante un tiempo cuestionó al sistema de producción capitalista y a su aliado eterno, el Estado-nación burgués. Hace ya 50 años de eso. El ejemplo está ahi, para quien se quiera acercar y conocerlo. Y aprender. Y construir. Y responder.

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