Eslovenia, el penúltimo tamiz del filtro europeo

Nuestra visita este martes al campo de refugiados la ha retrasado el señor Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, que como nosotros, no se ha manchado los zapatos, ni ha tenido que presenciar escenas penosas en el campo de Brežice-Dobova

Campo de refugiados de Brežice (Eslovenia). Foto: Pablo Ibáñez (AraInfo)

En nuestra llegada a Eslovenia nos ha recibido, de nuevo, un campo de refugiados vacío. Dos militares nos cortaban el paso nada más llegar. Pese a tener hora de visita a las diez de la mañana, nos han emplazado a visitarlo a las doce del mediodía. Dentro, bastante gente de traje y voluntarios que se afanaban en dejarlo todo impoluto.

Ya con un café en la mano no dábamos crédito al ver pasar, a gran velocidad, un convoy de más de diez coches, que se alternaban entre oficiales y policiales. Cerrando el pelotón un vehículo de ACNUR. Dos minutos después un helicóptero militar sobrevolaba la zona a baja altura. La cosa debía ir en serio, pero no le hemos prestado mayor importancia.

El caso es que a la hora acordada Robert Perc, un inspector de policía, nos ha enseñado el campo, equipado a la perfección, pero sin ningún refugiado. Se mostraba contento de que la situación se hubiera tranquilizado. No he podido evitar recordarle que la situación en Grecia es de crisis humanitaria a lo que me ha respondido que “quizá deberían poner más policía”. Sin duda una afirmación chabacana. La presión migratoria que soporta Grecia es muchísimo mayor que la de cualquier país más al norte. Los cupos, las vallas y la violencia, contribuyen a agravar la situación griega y aliviar la de los países del resto de la ruta de los Balcanes.

Sin embargo, desde Eslovenia ven con buenos ojos los nuevos cupos impuestos desde Austria. De octubre a aquí, la llegada de refugiados se ha reducido drásticamente. Cifras que rondaban los 4.000 migrantes diarios, recibidos en varios trenes sin horario fijo, se han reducido hasta los  aproximadamente 500 que llegan en un solo tren diario, a las 22.00 horas practicamente todos los días. Este martes no más de 250 han llegado a la estación de Dobova. Un cupo que obliga a Grecia a soportar toda la presión de la crisis migratoria.

Macedonia actúa únicamente como primera barrera. Una especie de fuerza de choque. Pero es el conjunto de los países balcánicos, según afirma Robert “obligados por las normas austríacas”, los que permiten que la situación a día de hoy en Idomeni sea insostenible en el tiempo. Unas trabas en el flujo que, unidas a la inacción de los países de la UE para acoger a estos refugiados, han convertido el problema migratorio griego en una crisis humanitaria. En resumen, toda Europa dando la espalda al problema.

El inspector, durante una conversación de media hora, ha soltado algunas perlas. Desde una posición estatista ha asegurado que evidentemente le beneficia, al gobierno esloveno, la política de cupos. “Esto antes era caótico, desde el establecimiento de cupos se puede hacer el trabajo con comodidad, y esto es bueno para ellos”. Yo no diría lo mismo. Tanto en Preševo como en Dobova el funcionamiento está estabulado. En apenas unas horas empaquetan un grupo de refugiados, cual ganado, para llevarlos lo antes posible al siguiente país.

En el campo de refugiados de Dobova-Brežice trabajan un total de 70 agentes. Más de una veintena provienen de países como Alemania, República Checa y Lituania. Como ya pudimos ver en Preševo, tiene dentro una auténtica oficina de extranjería. Cámaras fotográficas, ordenadores y decenas de policías controlando la veracidad de los documentos que portan los refugiados. En Dobova-Brežice el acceso no estaba permitido.

Como en otros muchos campos la mayoría de los refugiados quieren ir a Alemania, nos cuenta Robert. “No entiendo por qué quieren ir a Alemania. Muchos piensan que allí van a cobrar 3.000€ y tendrán una vivienda en propiedad, pero la mayoría de ellos solo podrán optar a una habitación y un sueldo precario”, no le falta razón, pero me veo en la obligación de recordarle que vienen huyendo de la guerra. “Una guerra que es culpa de Turquía, Irán y Estados Unidos, y de la que Europa asume las consecuencias. El problema es que durante la descolonización se crearon fronteras artificiales en oriente medio debido a intereses económicos, hoy esos intereses económicos siguen estando ahí y provocan estas guerras”, responde, un argumento quizá sólido, pero que no justifica la inacción europea.

La realidad es que existen varios campos de refugiados en la ruta balcánica que soportan un flujo de migrantes asumible con relativa facilidad, con unas instalaciones envidiables, una gran cantidad de oenegés en sus instalaciones, decenas de voluntarios y también de policías.

Frente a esta realidad, la crueldad del contraste. En Grecia dejamos atrás a cientos de personas vagando por las calles o los bosques, miles andando por las carreteras para llegar a una frontera que les recibe con una doble verja de más de veinte kilómetros, cientos de kilómetros de concertinas, vehículos militares vigilándola y cargas indiscriminadas contra la protesta lícita de quien, teniendo sus papeles en regla, desea solicitar asilo tras huir de una guerra y se ve atrapado en las fronteras, durante largos días, gracias a la pasividad europea.

De nuevo esa sensación de impotencia al contemplar el contraste entre esta Europa indiferente e insolidaria, y la crisis humanitaria griega en la que decenas de personas salen a dar lo poco que tienen. Los colegios se convierten en albergues, las familias improvisan para alojar a los refugiados en sus casas y los pescadores o bomberos ayudan a quienes cruzan en precarias condiciones el Egeo. No Robert, tú no eres el culpable. Quizá, como tu análisis geopolítico afirma, sean los intereses económicos los culpables; pero eso sí, eres cómplice de la inacción europea.

Nuestra visita de este martes al campo de refugiados la ha retrasado el señor Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, que como nosotros, no se ha manchado los zapatos, ni ha tenido que presenciar escenas penosas en el campo de Brežice-Dobova. Tampoco se los manchará en Idomeni, pues no está previsto que lo visite.

Brezice Foto Pablo Ibáñez ARAINFO (16)

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Especial Ojos en los Balcanes: La mirada sin filtros de Miguel Ángel Conejos y Pablo Ibáñez, periodistas de AraInfo, en los campos de refugiados situados en la conocida como ruta de los Balcanes.

Cuaderno de viaje para mecenas y personas socias de AraInfo disponible aquí.

En directo en #OjosenlosBalcanes.

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