Escándalo en las redes y (des)escala de valores

Paloma Lafuente, responsable de Políticas Sociales e Igualdad de Izquierda Unida de Aragón

Paloma Lafuente, vocal del Consejo Rector del IAM por IU Aragón.

Empieza a ser urgente y necesario que esta sociedad revise su escala de prioridades en las ofensas. Algo falla, y mucho, cuando la rabia en la reacción es desproporcionada a la magnitud de los hechos. Por exceso o por defecto.

Recién han terminado las fiestas del Pilar. Y han ocurrido hechos horribles. Abominables.

Dos mujeres han sufrido agresiones sexuales, abusos y violencia.

Hay muchos que consideran a la mujer objeto de uso para satisfacer y estar sometida al hombre. Seguramente sólo un porcentaje pequeño de quiénes han inundado las calles de Zaragoza estos nueve días festivos, han conocido esta noticia.

No por ello, precisamente, las personas que vivimos en Zaragoza hemos estado en boca de medio planeta la semana pasada, sino porque al parecer, nos han considerado víctimas del mayor insulto y ataque jamás vivido en esta ciudad. Amén del estallido de la bombona de camping gas en la basílica del Pilar, claro está.

Una persona con popularidad, escribió un post en una de las redes sociales más relevantes. Y va y resulta que ejerce su libertad de expresión sobre lo que considera significa para él el Día de la Hispanidad, que sí, que además coincide con el día mayor de las fiestas del Pilar. Y opina. Y opina sin pelos en la lengua y utiliza los versos de la poesía cantada de Paco Ibáñez para comenzar a expresar su enjuiciamiento sobre el motivo que origina celebrar un día que conmemora el sadismo de la invasión, saqueo, asesinatos y sometimiento a la esclavitud del continente amigo. Porque la vergüenza no se celebra, porque el cautiverio no se honra. Eso lo digo yo, que no soy actriz, ni popular ni nada, pero conozco la historia de mi país, y conozco La Mala Reputación de George Brassens y siento la condena inhumana al pueblo originario del continente americano.

Hasta ahí bueno…, aceptable. Pero ¡ay! En sus palabras hubo improperios a la figura religiosa que ostenta el nombre que “da honor” a nuestras fiestas locales. En ese momento estalló la guerra y empezaron las disputas por el honor mancillado.

Y no pienso dar aquí mi opinión sobre el contenido del mil veces juzgado como hiriente post, daría para un artículo entero, pero quiero contar cosas más importantes antes de terminar el de hoy.

Pasaron más cosas durante los primeros días de las fiestas de la ciudad en la que habito. Violaron a dos mujeres. ¿Lo repito?

Colectivos y personas reaccionamos y convocamos una concentración-cacerolada de urgencia para el día siguiente de la fiesta Mayor. Y usamos las redes sociales. Cuando tienes que difundir rápido y en poco tiempo una acción tan urgente, es lo más efectivo.

Pero de nuevo ¡ay! resulta que estamos en lo otro, en lo de limpiar nuestro honor y no damos abasto al parecer. Hay que priorizar los post de unión que consiga la fuerza necesaria para el reproche y el enfado verdaderamente importante.

Y las personas indignadas por la agresión sexual y la violación a dos mujeres vecinas venga a difundir y difundir, y el resto venga a montar plataformas vía on line para la pedir la calificación de persona non grata al actorucho ese.

Exasperada ya por la situación escribí yo también un post en mi perfil de dicha red social, expresaba lo siguiente “me conformo con la mitad de la mitad de gente ofendida por la violación de dos mujeres en las fiestas del Pilar que quiénes lo están porque alguien ha insultado por las redes la figura religiosa que ostenta el nombre de las propias fiestas. Algunas han sufrido mucho y sufrirán por una brutal agresión. Son las de carne y hueso, por si queda alguna duda”. Y hubo reacción, ya lo creo, mi post se compartió muchas veces, muchas. Y en bastantes de ellas los comentarios fueron en la línea de manifestarme enfado y disconformidad por mi ilógica relacional; hubo hasta quién mencionó a sus genitales (masculinos, dicho sea de paso) para reprocharme la comparativa.

Y me da rabia. Mucha rabia. En primer lugar porque nadie leyó lo que yo ponía exactamente el comienzo de mi texto: me conformo con la mitad de la mitad de gente ofendida (…), y se dedicó a juzgarme automáticamente, por lo visto no es comprensible mi falta de empatía y solidaridad con la ofensa a la patria y a la religión. Y soy yo la que mezclo churras con merinas, de traca.

Pero, sobre todo, siento una tristeza enorme, la tristeza de que la sociedad en la que vivo se escandalice por “chorradas” y no lo haga porque violen a mujeres o llevemos una cuarentena de mujeres asesinadas por hombres sólo este año.

Hubo concentración protesta. Con todo el alboroto que fue capaz de generar nuestra rabia contribuimos a visibilizar las agresiones constantes a mujeres, las fiestas con agresiones sexistas, la pasividad ante la matanza de mujeres como seña de identidad patria.

Visualizamos a ritmo de castañuela y choque de cacerolas que nos tendrán enfrente. Que muchas y muchos reaccionamos con contundencia a lo verdaderamente grave y no nos quedamos ni quietas ni calladas. Que si tocan a una nos tocan a todas. Y que nos sabemos defender y lo vamos a hacer, pero por algo verdaderamente grave como es el maltrato constante, de una manera u otra, a la mujer por el hecho de serlo.

Fue una concentración importante, muy importante. Participamos un 0,1% del total de personas que han firmado la petición online de castigar al ofensor de la patria y las tradiciones con el honorable título de persona non grata de Zaragoza.

Algo falla. Nuestra escala de valores está enferma. Algo falla, y es muy grave.

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