La Comunidaria: “Queremos recuperar los conceptos de vecindad, cooperación y convivencia"

Entrevista al Consejo rector de la Comunidaria, una cooperativa de vivienda que propone un modelo de vivienda alternativo. Un proyecto que se distingue del alquiler o la compra en lo económico, lo inmobiliario, lo político y lo humano.

La Comunidaria. Foto: Pablo Ibáñez

Parece difícil definir qué es una cooperativa de vivienda. “Es entre el alquiler y la compra de una casa, pero no exactamente”, dicen las y los integrantes el Consejo rector de la Comunidaria. A grandes broches lo que trata de hacer esta cooperativa es crear un modelo en el que el acceso a la vivienda no esté sujeto a las normas del mercado y la especulación. Un modelo en el que las relaciones sociales entre vecinas y vecinos dejen de ser tan individualistas como las que nos encontramos la mayoría que vivimos en edificios donde apenas conocemos a quien duerme en el piso de al lado. “Recuperar la vecindad”, afirman desde la Comunidaria.

Implantado en países nórdicos o en Uruguay, este modelo ataca de lleno la burbuja inmobiliaria estatal y lo que la gente frecuentemente no sabe es que se trata de un modelo que a la larga sale más económico y permite mayor flexibilidad.

Hablamos con Ana, Iván, Dabi, Pedro y Marta sobre cooperativas de vivienda, sobre los beneficios de este sistema, los inconvenientes, el momento de la Comunidaria, etc. Intentamos descifrar un modelo que, de tan sencillo, por implantación de una ideología neoliberal en el sector de la vivienda, parece casi marciano.

¿En qué consiste la Comunidaria?

La Comunidaria es una cooperativa para la promoción de viviendas en cesión de uso que pretende facilitar el acceso a la vivienda de un modo diferente al que estamos acostumbradas, es decir la compra o el alquiler. En el modelo de la cesión de uso la cooperativa es la propietaria de las promociones que se edifican, se construyen o se rehabilitan. Puede ser por cesión de suelo público, por compra de suelo privado, puede ser por rehabilitación de edificios, puede ser en el ámbito urbano o en el ámbito rural... el tema es que la cooperativa es la propietaria y quien asume todos los gastos y créditos. Luego las socias tienen el derecho de uso a la vivienda.

¿Las socias no pagan?

En este proceso lo que hacen es pagar una cuota inicial para acceder a esa vivienda que sirve para paliar los primeros gastos que pueda haber y para poder asumir una primera inversión.  Luego lo que se paga es una “cuota blanda” mensual que es una especie de alquiler que con el tiempo y una vez liquidados todos los créditos y gastos irá menguando. Siempre quedará algo que pagar ya sea por el mantenimiento del edificio o de la cooperativa, pero nunca va a ser ni como un alquiler normal ni como una hipoteca en el que la cuota desaparece del todo.

Entiendo entonces que no tienes la casa en propiedad

Tienes el derecho de uso que es heredable. Si te marchas de la vivienda, se te devuelve la primera aportación de dinero y esa vivienda pasaría a otra persona socia que la quisiera.

A diferencia de las cooperativas de vivienda que se conocen en la que una vez adquirida la vivienda, la propiedad pasa a los cooperativistas y la cooperativa se disuelve, en el modelo que proponemos, la cooperativa va a ser siempre propietaria de la vivienda, simplemente los cooperativistas tendrán el derecho de uso. Solo se tiene el derecho al uso de la vivienda mientras la ocupes y seas socia de la cooperativa. Nunca serás propietario de esa vivienda.

Este sistema es distinto al de la propiedad y más estable que un alquiler normal que cada tres años vence y el propietario te puede decir que te vayas a otro sitio. Las socias tienen la capacidad de autogestionar los espacios comunes, las normas de uso, etc. No es una cooperativa que promueve la compra de una casa, sino que cada edificio funciona como las socias quieran que funcione.

¿Además de lo que habéis contado en qué más creéis que la alternativa de la Comunidaria aventaja al alquiler y a la compra de un piso?

En ambos casos la ventaja es económica. Se entiende que las promociones serán lo cara o baratas que las propias socias de la promoción quieran. Si las personas que se muestran interesadas en un determinado solar quieren tener unas casas baratas, las casas se van a hacer ajustadas al dinero que quieran pagar.

Dentro de la Comunidaria se tienen en cuenta criterios como el medioambientales o el climático, pero en otros aspectos son los socios quienes tienen la decisión final sobre cómo son sus viviendas. Por lo tanto, este modelo tiene esa parte de soberanía que no se tienes en los otros modelos.  Puedes elegir, lo que te va a salir a pagar.

Por otro lado, con este modelo se evita la especulación. En el alquiler ves que año a año sube el precio. Hoy en día se llegan a pagar 600 euros por dos habitaciones en Zaragoza. Hace dos años el precio de un piso en la Madalena era de 350 euros y los sueldos no han subido acorde a ello. En una cooperativa la vivienda no está sujeta al IPC ni a variaciones de mercado.

Además, al no haber intermediarios en la construcción no hay la especulación del yo lo hago por 100 y te lo vendo por 200. No hay nadie que se lucre con la construcción de la vivienda ni en la gestión de crear una cooperativa. En el modelo que proponemos las socias deciden íntegramente todos los materiales que quieren usar para sus viviendas y saben exactamente cuánto cuesta una casa.

Además de esto, en el modelo de la Comunidaria, lo que se busca es obtener la cesión de suelo público, siempre y cuando las instituciones tengan voluntad política. En una obra, el suelo representa el 50% del precio de la construcción con lo cual, en nuestro caso eso también supone una rebaja sustancial del precio que vaya a tener para las socias su vivienda.

Díptico de La Comunidaria.
Díptico de La Comunidaria.

¿Qué queréis decir con voluntad política?

Este modelo nace al calor de la economía solidaria. Cuando la administración pública tiene suelo pero no tiene dinero para construir vivienda pública, debería dejar que cooperativas como la edifiquen. Eso supone construir vivienda pública a coste reducido y disponer, al cabo de unos determinados años, en nuestro caso se barajan los 75 años, de un parque de vivienda para hacer frente a situaciones como la emergencia habitacional. Quizás en casos como el de Zaragoza no se aprecia tan claramente, sin embargo, en ciudades como Madrid o Barcelona donde conseguir un lugar en el que vivir se está volviendo imposible, esa sería una solución ideal para que la administración pudiera competir con el mercado inmobiliario.

El proyecto es doble, por un lado, es un proyecto de acceso a la vivienda, pero por otro lado es un proyecto político de intentar cambiar la política de vivienda en las ciudades. Para que de algún modo sean las administraciones públicas las que se pringuen en facilitar un acceso a la vivienda más justo, más igualitario, más económicamente viable cediendo suelo para que puedan edificar proyectos como la Comunidaria.

El objetivo de la Comunidaria no es construir un edificio y ya está, sino que, si después de una promoción puede salir otra y después otra y así sucesivamente, estupendo...

Habéis hablado de la Comunidaria como una alternativa económica, arquitectónica, constructiva, institucional, sin embargo, la cooperativa también quiere ser una alternativa en las formas de vivir.

Queremos recuperar el concepto de vecindad, cooperación y convivencia. Recuperar las casas de antes en las que tu vecina tenía una copia de tus llaves y si te ibas a comprar le podías decir que le echara un ojo a tus críos. Donde ibas a pedir sal.

Queremos recuperar los espacios comunes en los que se puedan compartir momentos o experiencias de vida. Poder generar relaciones e interacciones que sean realmente enriquecedoras y de convivencia. Sin perder el espacio privado que es algo que pensamos que es importante; no pensamos tanto en un estilo comuna. En las ciudades vivimos en colmenas, pero no sabemos la abeja que vive al lado. No sabemos si esa persona está bien o está mal.

Vivir en una comunidad en la que sé quién es mi vecino, sé que puedo pedir ayuda y sé que voy a tener espacios de encuentro. Combatir la forma de vivir individualista y capitalista que nos hace no ayudarnos. Generar otro tipo de relaciones que te hagan crecer como persona.

Y ¿cómo se puede conseguir todo esto?

Para ello es importante tener espacios comunes en los que vas a tener que relacionarte con tus vecinas, crear regímenes internos en los que tendrás que decidir juntamente con personas con las que tal vez no hay afinidad política o de gustos. En una cooperativa como la que proponemos tendrás que llegar a consensos sobre qué espacios comunes quieres. ¿Un espacio para criaturas porque en ese edificio viven familias que quieren que las niñas y niños en invierno tengan un espacio recogido? O ¿queremos una biblioteca o una sala de cine porque somos gente ya más mayor? Quizás lo que se quiere es un espacio común con tres lavadoras industriales para evitar que todo el mundo tenga la suya en casa con el gasto energético que eso genera.

Es un cambio en el tipo de gestión del día a día. Quizás no todas las viviendas necesitan tener wifi y se puede compartir; eso además abarata el coste de los gastos mensuales.

Puedes empezar compartiendo una lavadora o internet y que, a raíz de eso, esa comunidad acabe generando un grupo de consumo o que haya un coro de la comunidad. Se pueden generar otro tipo de experiencias vitales al entablar relaciones distintas a las que estamos acostumbras si se crean escenarios que lo hagan posible.

Por ejemplo, si una comunidad decide que la planta ática se aprovecha para otro tipo de funciones distintas a la vivienda, como por ejemplo espacios comunes, eso repercute negativamente en lo económico porque al ser menos vecinos el precio de la vivienda sube, pero genera otro tipo de ganancias. En las plantas bajas por ejemplo se pueden generar espacios que vayan más allá de la comunidad de vecinas y se destinen a generar barrio.

¿Actualmente el proyecto de la Comunidaria en qué momento se encuentra?

Tenemos la cooperativa constituida. Celebramos la constitución en el Luis Buñuel y ahora mismo estamos intentando expandir más el proyecto, comunicando para que se conozca el modelo porque de momento hemos estado en un proceso muy interno con la constitución de la cooperativa.

Estamos en el paso en el que algunas socias de la cooperativa, las que están interesadas, empiecen a construir lo que sería la primera promoción para ir a vivir. Buscar un suelo público para ver si la Comunidaria se presenta a concurso como cooperativa para poder realizar una promoción.

En paralelo seguimos trabajando políticamente para lanzar este modelo como alternativa al acceso a la vivienda. Siempre hemos dicho que para ensanchar la base es muy importante tener esta primera promoción de vivienda para que la gente pueda ver que el modelo es viable y beneficioso. Que la gente vea que es real, porque cuando lo cuentas te miran con cara rara y te dicen que no va a funcionar. Queremos romper esa desconfianza.

Presentación de La Comunidaria el pasado 26 de mayo en el CSC Luis Buñuel de Zaragoza. Foto: Pablo Ibáñez
Presentación de La Comunidaria el pasado 26 de mayo en el CSC Luis Buñuel de Zaragoza. Foto: Pablo Ibáñez

¿Cuál es el proceso para tener el derecho de uso de una vivienda como la que planteáis en este proyecto?

Primero tendrías que ser socia de la cooperativa. Para ello hay que rellanar un formulario con tus datos y realizar una aportación de 100 euros al capital social de la cooperativa. Desde el momento en que se te entrega el resguardo de tus datos y tu aportación, tienes voz y voto en la asamblea de la cooperativa. Entonces puedes ser socia colaboradora que es más a nivel político ya que no quieres acceder a una promoción, solo apoyar el proyecto, o socia expectante que es aquella que sí que quiere tener acceso a una vivienda. Cuando se construya la primera promoción habrá un tercer tipo de socia: las de pleno derecho. Es decir, estarán las que viven en una casa, las que quieran vivir en una y las que apoyan la cooperativa políticamente.

¿Cuántas socias hay actualmente?

Alrededor de 50 personas. 50% socias colaboradoras y 50% socias expectantes.  Eso no quiere decir que en cualquier momento eso pueda cambiar, que alguien que no tenía interés por una vivienda decida que sí que quiere vivir en una o que una socia expectante por circunstancias como irse a vivir a otra ciudad, pase simplemente a ser socia colaboradora.

Para que la gente que lea esta entrevista lo entienda exactamente: ¿cuánto dinero tendría que aportar para tener finalmente una vivienda con este modelo?

Es difícil dar cifras exactas. Como ya hemos dicho en lo económico cada promoción va a depender de las decisiones y exigencias de las personas que opten a esa promoción y los costes de construcción que estén dispuestas a asumir. El mismo bloque, el mismo proyecto puede variar un montón.

Cuando presentamos el proyecto públicamente quisimos darle a la gente una idea aproximada de los precios y nos salían unas aportaciones iniciales de entre 10.000 a 15.000 euros dependiendo de si el piso tenía 40, 60 o 80 metros cuadrados. Luego las cuotas mensuales, eso que hemos llamado “cuotas blandas”, que se emplean para pagar el préstamo de la construcción de las viviendas que la cooperativa tiene con entidades de banca ética y los gastos comunes del edificio, estaba entre los 300 y los 450 euros mensuales. En esa “cuota blanda” se podrían incluirse los gastos comunes como internet. El caso del gas es más complicado porque la normativa es estricta y se obliga a hacer un contrato por vivienda.

Si es la cooperativa quien tiene la deuda y no las socias es para que en caso de que una de ellas se quede sin dinero y no pueda pagar la cuota blanda, no sea desahuciada. En este sentido es muy importante conocer a tus vecinas porque entonces sabrás si realmente lo está pasando mal y podrás decidir si entre toda la comunidad se paga su parte de la cuota. Eso creemos que humaniza el sistema de vivienda.

El escenario económico que hemos presentado es un escenario pesimista en el que hay dos viviendas vacías. Por otro lado, la aportación inicial, esos de 10.000 a 15.000 euros, sería recuperada por las socias en caso de darse de baja. La otra parte no se recuperaría y es la que no está sujeta ni a especulaciones del mercado ni a variaciones del IPC. A medida que el préstamo vaya amortizándose, esa cuota podría ir bajando si así la cooperativa lo decidiese. Por ejemplo, si la cooperativa quisiera mantener la aportación blanda para hacer una reforma energética ese dinero se seguiría pagando, sin embargo, sería una decisión asamblearia. O por ejemplo, se puede decidir seguir pagando pese a que el préstamo ya está amortizado para, de ese modo, empoderar a la cooperativa para que en el futuro, cuando tenga que lanzar una nueva promoción de viviendas, no dependa de financiación externa.

¿Qué tipo de personas hay en la Comunidaria?

En general somos un tipo de personas afines a la economía social y solidaria de Aragón y con una sensibilidad hacia el cambio y hacia generar alternativas de vida.

La vivienda es uno de los pilares de la brecha capitalista y hemos visto una rendija por la que meternos. Es una necesidad básica que está al alcance de alguna parte de la población y este modelo quiere ser una tercera vía. Ojalá dentro de 10 o 15 años alguien joven que viva en casa de sus padres puede valorar meterse en una cooperativa de vivienda y no se lance directamente a comprar una casa. Ojalá este modelo se normalice como un modelo real. Eso es muy complicado porque en el Estado español hay una cultura de la propiedad marcada a sangre y fuego. Es lo que nos han vendido: “El alquiler es tirar el dinero, tienes que tener una propiedad”. Parece que tenemos una neurona que es una pequeña inmobiliaria especuladora.

¿Es cierto que en este modelo si yo me quiero ir el fin de semana a Madrid puedo conectarme con otra cooperativa para que me deje un espacio esos días para estar en la ciudad? ¿Incluso que me ofrezca una casa si me tengo que mudar por trabajo?

Hay dos modelos: que una cooperativa de cabida a distintas promociones o que se constituya una cooperativa para dar cobertura a una promoción para que luego las distintas promociones de vivienda se federen. En cualquiera de los dos modelos lo que te permite es que una persona pueda intercambiar su puesto como socio por otra de otra promoción, ya sea en otra cooperativa o dentro de la misma. Eso es posible hacerlo a nivel estatal e incluso a nivel europeo... Si por circunstancias de la vida te tienes que ir a trabajar a otro sitio y en ese sitio hay modelos similares, cabe la posibilidad de que si hay espacio en la cooperativa pueda vivir allí.

Eso en los países nórdicos funciona. Es tan grande el parque de viviendas en cesión de uso que la movilidad laboral no afecta.

Por otro lado, lo que eso te permite es tener una vivienda en función de tus necesidades: estoy solo, tengo hijos, tengo pareja, etc. En este caso puedes moverte dentro de la cooperativa a distintas viviendas. Una persona mayor que enviuda no necesita una casa de 80 metros cuadrados que no puede ni limpiar, tampoco necesita lo mismo una unidad familiar con hijos o una unidad familiar en la que los hijos se acaban de ir de casa.

En países como Dinamarca existe un ejemplo paradigmático de lo bien que funciona el sistema. Cuando un niño nace, al igual que en Madrid se le hace el carné del Atleti, lo inscriben como socio de la cooperativa, para que cuando sea mayor haya adquirido derechos y si se va a estudiar a la universidad tenga una casa de estudiantes en la que pueda estar.

Claro está, es un modelo en el que el 20-25% del parque inmobiliario está formado por viviendas de cooperativas. Aquí las administraciones públicas han hecho lo contrario, especular con el suelo público.

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