El parto, ¿es nuestro?

"Hace unos días, se presentó en todos los medios para masas el 'Informe Doulas', avalado por el Consejo General de Enfermería de España. A raíz del mismo, de las acusaciones hacia la figura de las doulas, creímos oportuno contactar con profesionales y mujeres que a través de su experiencia nos pudiesen dar algunas claves básicas para entender qué necesitan las mujeres para parir", señala la autora.

parto-es-nuestro.jpegHace unos días, se presentó en todos los medios para masas el “Informe Doulas”, avalado por el Consejo General de Enfermería de España y defendido por su presidente, Máximo González Jurado. A raíz del mismo, de las acusaciones hacia la figura de las doulas de “intrusismo” e incluso “canibalismo” y de los comentarios de otras personas afines en redes sociales del tipo: “Hay que ser inconsciente para pagar 1200 euros a tipas que no tienen formación sanitaria para que pongan en riesgo tanto a la madre como al niño”, “negociantes y sacaperras de mamás con pasta”, etc., creímos oportuno contactar con profesionales y mujeres que a través de su experiencia nos pudiesen dar algunas claves básicas para entender qué necesitan las mujeres para parir.

Yo soy mujer, médica de familia y comunitaria de la Sanidad Pública aragonesa. No he parido, no atiendo partos, pero sí he compartido y comparto con muchas mujeres (amigas y desconocidas) sus dudas, sus miedos y sus deseos en torno a este posible momento vital. Por eso, antes de escribir un artículo con mi opinión exclusiva, en el que se encontrarían demasiados sesgos, he preferido escuchar antes a quienes sí me pueden abrir la mirada y con ellas intentar resumir algunas de las cuestiones que nos pueden (in)formar y ayudar a la hora de tomar decisiones a cerca de nuestra salud (en este caso, el parto) con pensamiento crítico.

El parto natural. Con matronas, mejor

Como decía Itxaro Garrido, madre víctima de violencia obstétrica, “lo primero que hay que tener en cuenta es que en el acto de parir lo único importante es que haya una mujer preñada”. Algo que parece de Perogrullo, pero que tantas veces se olvida. Lo segundo, que la mayoría de los partos en nuestro medio son de bajo riesgo, por lo que basta con la atención de una matrona (en un centro sanitario o en el domicilio), para que vengan al mundo las criaturas. Como nos contaba Anabel Carabantes, matrona con más de 30 años de experiencia, de Madrid, “ de 700 partos que he atendido en casa, sólo un 14% han precisado traslado y éste ha dependido en su mayoría de factores imprevisibles”.

Existen muchas dudas en torno al parto en casa. Sin embargo, hay muchos estudios basados en la evidencia que muestran los beneficios del parto domiciliario, cuando éste sea de bajo riesgo. Como nos comentaba Myriam Ribes, ginecóloga y sexóloga de Menorca, "La mayoría de los partos son normales y no tendrían por qué llegar al hospital, asumiendo ese pequeño riesgo", si bien apuntaba que desde el año 2000 existe un Protocolo de Partos de baja Intervención que incluye el Plan de Parto y Nacimiento y que intenta que en los centros sanitarios se respeten al máximo los deseos de las mujeres de tener un parto natural (sin intervencionismo farmacológico y/o quirúrgico).

El ideal pasa por contar con profesionales de confianza: matron(a), doula, ginecólogx- obstetra (sólo en caso de que fuese preciso su intervención) y médicx de familia, que puedan aportar toda la información, ayudar y acompañar durante pre-parto, parto y post-parto.

Sea cual sea el lugar y modo en que tenga lugar el parto (“ninguna mujer ni nigún parto es igual”, en palabras de Myriam) todas las mujeres entrevistadas coinciden en la necesidad del respeto y de la seguridad, con la información más veraz y basada en la evidencia y con la necesidad de la escucha a las mujeres, a sus necesidades y deseos.

En relación al posible “clasismo” a la hora de parir en casa, Anabel lo dejaba claro: “No es una cuestión de clases, sino de prioridades (…) He asistido partos de muy diversas clases sociales”. Al hilo, me pregunto...¿se cuestiona el parto en casa como “algo de jipi-pijas con pasta” y no se cuestiona el dinero que se gastan muchas mujeres de clases medias y bajas en un doble seguimiento del embarazo y parto en sanidad pública y privada y/o en ecografías 3D y otras pruebas complementarias y tratamientos farmacológicos no necesarios? En el cuidado de la salud y el uso que hacemos de la sanidad hay que ser cautas y tener en cuenta muchos factores a la hora de verter nuestras críticas.

La atención prudente a domicilio por matronas competentes logra un impacto en salud por encima de los determinantes sociales, como demuestran estudios suecos. La elevada morbi-mortalidad materna en un país como Estados Unidos nos muestra cómo éstas no dependen del lugar en que tiene lugar el parto (intra o extrahospitalario), sino, al margen de los determinantes sociales que determinan nuestra salud, de la accesibilidad, equidad y universalidad de los servicios sanitarios públicos, que puedan detectar factores de riesgo en embarazo y parto y actuar ante posibles complicaciones.

Las doulas, mujeres que acompañan

Como comentaba al inicio, las entrevistas y el artículo parten de las falacias e imprecisiones de quienes critican la labor de las doulas. “Las doulas acompañamos a mujeres, no a tipos de parto (…) proporcionamos información, confort, seguridad a las mujeres. No somos sanitarias ni intervenimos en el proceso sanitario”. Así nos lo contaba Claudia Pariente, comunicadora social especializada en salud pública y género y doula de “Entremamás”. Todas las mujeres con las que hablamos dieron el valor a la figura de la doula como mujer que acompaña, que no interviene, que complementa la labor de la matrona y ayuda a la mujer parturienta intentando crear un clima apropiado y atender a las necesidades logísticas y/o emocionales que puedan surgir y para las que el resto de profesionales o personas que rodean a las mujeres no pueden suplir (por falta de tiempo, formación, por estar realizando otras funciones importantes). Para Claudia, el “Informe Doulas” es hiriente no sólo para las doulas, sino para las mujeres, ahondando en la infantilización en la toma de decisiones sobre la salud, en la negación de la sexualidad y del autoconocimiento. También incidía en la necesidad de informarse bien y analizar los casos fraudulentos uno por uno, como en cualquier otro proceso, sin generalizar ni acusar al colectivo de doulas por su trabajo.

El parto es nuestro... a veces

Cuando tratas con la salud de las personas, aprendes (o al menos lo intentas) a escuchar las vivencias y expectativas que tenemos respecto a nuestra salud y la atención sanitaria. Por eso para hablar del parto es importante escuchar a mujeres que han parido, aunque sepamos que cada historia de vida es única e irrepetible. Itxaro es madre de dos criaturas. Ambas nacieron en centros sanitarios públicos, con diferentes resultados. Su primer parto fue sobre ruedas; en el segundo, nos contó “no se respetó mi plan de parto y me sometieron a una cesárea en ese momento innecesaria”. “Me asustaron, tuve discusiones, escuché otras y el parto se paró”. Escuchar la historia de Itxaro duele. Por su contenido, sobre todo, pero también porque pone el foco en algunos de aquellos déficits del sistema sanitario público que nos cuesta tanto mejorar (la comunicación, la toma de decisiones compartidas, el secreto profesional...en definitiva, el respeto).

Pepa parió en casa a una niña hace 5 meses. Una experiencia que define como “muy intensa, que requiere que conectes con tu propia sabiduría (…) al fin y al cabo somos animales”

Nuestra forma de nacer como espacio de resistencia

Si hay algo que nos une a todos los mortales es que nacemos y morimos (entre medias, cada una construye su propia historia). El cómo/dónde/con quién lo hacemos es (o debería ser) una cuestión en debate continuo en nuestra sociedad. Así lo entendemos quienes creemos en el “Buen Vivir”, pero también el “Buen Morir”. En este caso, también nos planteamos cómo deseamos el “Buen Nacer”. De las conversaciones compartidas, algunas conclusiones:

  • El deseo y la necesidad de que todas las mujeres puedan decidir cómo, dónde y con quién parir.
  • La necesidad de humanizar la medicina (y resto de profesiones sanitarias) para el cuidado de la salud de las personas (Lurdes Orellana, psicóloga y sexóloga dixit).
  • Que se respeten los deseos de las mujeres y para ello que tengan la mejor información, veraz, basada en la evidencia, con profesionales capacitados y de confianza.
  • Tener redes de seguridad y apoyo mutuo.
  • Que el sistema sanitario público no solo contemple los partos hospitalarios (sean o no instrumentalizados), sino también los partos domiciliarios.
  • Que las mujeres sean libres de decidir sobre sus cuerpos, su sexualidad y sus partos.

Con estas premisas y muchas otras que quedan en el tintero, seguro que conseguimos que el parto sea nuestro.

Las voces que han inspirado este artículo las podéis escuchar en el especial sobre el parto de La Enredadera de Radio Topo del pasado 1 de marzo.

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[Patricia Escartín Lasierra es miembro del programa La Enredadera (Radio Topo) y colaboradora de AraInfo]

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