El insulto, la chulería y la descalificación, instrumentos de la derecha

Esta derecha insufrible que nos gobierna se caracteriza por su talante chulesco, barriobajero y tabernario. Cabría suponer que viniendo como vienen de la escuela privada, -elitista y pagada con fondos del erario público-, nos encontraríamos ante ciudadanos tremendamente educados, no solo gracias a su paso por las aulas, sino además adornados con un poso de educado talante, formas suaves y un saber estar que dejaría desarmado al más grosero de los contrincantes. Nada más lejos de la realidad. Solo hace falta escucharles, ver sus barriobajeros desprecios, sus bravuconadas, su constante tono despectivo contra quienes disienten y sobre todo la actitud …

Esta derecha insufrible que nos gobierna se caracteriza por su talante chulesco, barriobajero y tabernario. Cabría suponer que viniendo como vienen de la escuela privada, -elitista y pagada con fondos del erario público-, nos encontraríamos ante ciudadanos tremendamente educados, no solo gracias a su paso por las aulas, sino además adornados con un poso de educado talante, formas suaves y un saber estar que dejaría desarmado al más grosero de los contrincantes.

Nada más lejos de la realidad. Solo hace falta escucharles, ver sus barriobajeros desprecios, sus bravuconadas, su constante tono despectivo contra quienes disienten y sobre todo la actitud chulesca, evocadora de su pasado fascista y de su presente neocon.

Y es que a esta gente se le calienta enseguida la boca. Y más que en el gobierno parece que aún anden en la oposición. Una fauna formada por hombres y mujeres acostumbrados al ordeno y mando, al “aquí se hace lo que yo digo” y por supuesto con una predisposición al insulto, al “y tú más” y el cabreo permanente.

Abochorna asistir a los debates en los que toman la palabra ministros, diputados o políticos populares. Da igual si es en el Congreso, la Comunidad autónoma de turno o en los ayuntamientos de nuestras ciudades. Haciendo honor a don Manuel, la tribuna es suya. Y la usan para el insulto, la descalificación y la chulería más verdulera.

De esa guisa quedó tras su primera intervención en el Congreso, Alberto Garzón, el joven y neófito diputado de la Izquierda Plural. Persona mesurada, acostumbrada al diálogo, no ha dejado desde entonces de denunciar el comportamiento cafre, más propio de hooligans, de los diputados y diputadas de los bancos de la derecha durante cada una de las intervenciones de los miembros de su grupo parlamentario.

Andan sobraos y no sólo en la arena política estos chicos del PP y con ellos los gerifaltes de los poderes judiciales que agradecen sus poltronas no permitiendo que una caterva de políticos facinerosos se sienten en el banquillo. Como les gusta a esos magistrados del Poder Judicial afines a la derecha, dejar bien clarito quienes son los que mandan. Que no quepa duda, son ellos, solo ellos deciden a quien se juzga y a quien se pone en libertad. La terrible paradoja es que a la cárcel solo van los pobres, los ladrones y chorizos de poca monta, los que no se pueden pagar un buen abogado. A los amiguetes, ni tocarlos.

¿Cómo juzgar a quien les da de comer?. ¿Cómo sentar en el banquillo al presidente del Santander, a Rodrigo Rato o a los numerosos presidentes y consejeros de cajas y bancos llevados a la ruina tras planificadas maniobras destinadas a engordar sus bolsillos? Y si se trata de juzgar al presidente del CGPJ, Carlos Dívar, denunciado por uno de los vocales del mismo Consejo de pagar con fondos públicos sus fines de semana marbellíes, nada mejor que matar al mensajero. Nadie dimite, nadie asume responsabilidades políticas y menos penales, ni en el Poder Judicial, ni en Bankia, ni en cualquiera de las innumerables cajas y bancos arruinados por sus propios directivos.

¿Quién querría ser el osado que condenara a tantos y tantos políticos mafiosos, rufianes de guante blanco, traje de a más de 3.000 euros y bolsos que cuestan tanto como el salario de varias familias? Pobres e incomprendidos próceres, nadie les comprende y ante acusaciones de mangoneo, rapiña y choriceo contraatacan con desplantes, amenazas y poses chulesca del tono de las que suele soltar Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, uno de esos prohombres que tanto abundan en la derecha.

Se les acusa de que durante años han esquilmado Comunidades autónomas, casualmente del PP, a base de mayúsculos eventos, visitas papales, grandes premios de Formula 1, Copas de América, aeropuertos y grandes obras sin más sentido que el de hacerles creerse que eran los prohombres de este país? Nadie comprende su gran labor, sus desvelos, su empeño en llenar las arcas del partido y de paso las suyas.

Tantos son que ya podemos reunirlos en una gran galería de “personajes ilustres”, a mayor gloria de todos ellos. Allí estarán Rato, y todos los presidentes y consejeros del denostado ramo bancario. Los Fabra, Camps, Barberá, Aguirre, Cospedal, Gallardón, Wert, León de la Riva y todos los corifeos del partido. Y para que no se sientan discriminados también pondremos, -habrá que hacerles sitio- a los representantes de esa iglesia preconciliar que encabeza el homófobo obispo de Alcalá de Henares, Reig Pla. ¡Qué gran grupo!, cuanta sabiduría atesoran, cuanto trabajo desplegado que sin embargo esa panda de izquierdosos se empeña en no reconocer.

Qué ingrato es su trabajo, pese a todo, parece que al menos para ellos, bien vale el esfuerzo de dedicarse a la política y los negocios en este país.

Maribel Martínez | Para AraInfo

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