ZEC pide responsabilidad al resto de grupos municipales para acometer de forma urgente la rehabilitación de Pontoneros

En el antiguo cuartel, protegido por su interés monumental como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés, se quiere construir 61 alojamientos con espacios compartidos que den solución habitacional a diversos colectivos de la ciudad, promoviendo un uso colaborativo de las zonas comunes

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Visita de la anterior corporación al antiguo Cuartel de Pontoneros en 2017. Foto: Daniel Marcos/AZ.

El consejero de Urbanismo, Pablo Muñoz, el concejal de Vivienda, Pablo Híjar, y la presidenta de la Junta de Distrito del Casco Histórico, Teresa Artigas, visitaban este lunes el antiguo cuartel de Pontoneros, donde el equipo de Gobierno quiere acometer de forma urgente obras para su rehabilitación y posterior reconversión en 61 alojamientos con espacios compartidos que den solución habitacional a diversos colectivos y que permita la colaboración entre personas de diferentes edades, situaciones o contextos.

La inversión prevista para la remodelación de este edificio es de 6.4 millones de euros. El inmueble, que pertenece al Catálogo Municipal de edificios y conjuntos de interés y está protegido por su interés monumental como Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés, presenta, después de años de abandono y falta de mantenimiento, una situación generalizada de deterioro.

Los tres ediles han hecho un llamamiento a la responsabilidad del resto de grupos municipales para que aprueben en el Consejo de Administración de Zaragoza Vivienda el proyecto para su rehabilitación debido a la importancia patrimonial del inmueble y a la necesidad habitacional que sufren muchos vecinos y vecinas en la ciudad. En los dos consejos que se ha propuesto la aprobación del proyecto, el Partido Popular y Ciudadanos votaron en contra, el Partido Socialista se abstuvo y Chunta Aragonesita y Zaragoza en Común emitieron un voto positivo.

Según ha explicado el consejero de Urbanismo, las obras realizadas por en los últimos años se han centrado en la recuperación de la fachada de la calle Madre Rafols, no así en la de la fachada trasera del edificio que da al resto de parcela en la que se encuentran los restos arqueológicos por lo que “el buen aspecto exterior del edificio no refleja la realidad del mal estado del edificio en su conjunto”.

Además del valor histórico del inmueble, junto a él hay una parcela con restos arqueológicos de viviendas de un posible arrabal islámico del siglo X y XI. Muñoz anunciaba este lunes que va encargar a los servicios de arquitectura municipal la redacción de unos Estudios Previos para la conservación y puesta en valor de estos restos arqueológicos su la integración en el entorno que quedará conformado por el edificio rehabilitado.

El objetivo del proyecto es crear una experiencia de alojamiento colaborativo, destinado a personas con necesidades de alojamiento que deciden optar por un modelo de vida en el que es importante la colaboración con los demás, se comparten espacios y servicios y donde el apoyo y ayuda mutua cobra especial relevancia, ya que uno de sus principales activos es la creación y fortalecimiento de redes de apoyo mutuo estables. En palabras de Híjar, “se trata de un modelo de alojamiento en el que, partiendo de la necesidad de privacidad en un espacio propio, se promueve la socialización favoreciendo el contacto entre los residentes a través de actividades compartidas y de la toma de decisiones entre todos sobre aspectos comunes”.

Por su parte, Artigas ha destacado la importancia que para el Casco Histórico tendría la puesta en marcha de este proyecto, “no podemos perder la oportunidad de invertir en las zonas más desfavorecidas, al mismo tiempo que se plantean soluciones para que muchas de las personas que viven aquí no sean desplazados de su barrio y puedan optar a alojamientos sociales”.

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Pontoneros, un paso más allá de la vivienda social

Los alojamientos colaborativos son un modelo utilizado desde hace más de un siglo en los países escandinavos. En Suecia, el 35% de las casas se rigen por este sistema, mientras que en Dinamarca alcanza el 10%. Alemania, Reino Unido o Estados Unidos poseen también tradición al respecto, mientras en España empiezan a implantarse en Cataluña, Madrid o el País Vasco.

El término hace referencia a formas privadas de organización de la convivencia y de la provisión autónoma de servicios” en las que asociaciones de individuos comparten reglas de convivencia y uso de bienes e ingresan contribuciones para poder disponer de servicios colectivos (Brunetta, Morone, 2009). El alojamiento colaborativo ofrece ventajas para el medio ambiente y la economía de sus inquilinos. Estos alojamientos son más ecológicos porque aprovechan mejor los recursos.

Está destinado principalmente a satisfacer las necesidades de dos colectivos especialmente necesitados: jóvenes y personas mayores, e incluyendo también a otro colectivo, el de personas de edad intermedia con disposición de compartir tiempo, que tienen necesidad de acceder a un alojamiento, que no necesitan una superficie privativa demasiado amplia, y que buscan una alternativa de vivienda y vida en común.

Con el objetivo, en el caso de los jóvenes, de ser un alojamiento transitorio solo para esta primera etapa de sus vidas y en el caso de los mayores, facilitando apartamentos adaptados a sus necesidades con elementos privativos y comunes que procuren su independencia y autonomía con calidad durante más tiempo, a la vez que facilita sus relaciones sociales y los servicios de apoyo.

El colectivo de edad intermedia puede ser un alojamiento transitorio, con posibilidad de permanente. Especial atención a grupos con vulnerabilidad social como mujeres solas o pequeñas familias monoparentales o monomarentales.

El proyecto inicial cuenta además con dos alojamientos de cuatro dormitorios destinados a familias numerosas, grupo vulnerable que no encuentra fácil respuesta residencial y puede verse especialmente beneficiado de este modelo colaborativo. Los alojamientos con adaptaciones de accesibilidad también resultarán de especial interés para responder a necesidades cada vez mayores de estas personas.

La tipología de los alojamientos se dirige especialmente a unidades de convivencia pequeñas (alojamientos de uno o dos dormitorios), que son un colectivo con fuerte demanda de alojamiento social para el que existe poca capacidad de respuesta. Los modelos de convivencia de nuestra sociedad evolucionan hacia un incremento de las pequeñas unidades frente a la familia tradicional.

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Historia del antiguo Cuartel de Pontoneros

Tanto la parcela como el edificio situado en la calle Madre Rafols son de titularidad municipal desde 1972, año en el que el Ayuntamiento acordó la compra de dichos inmuebles. Dicha operación concluyó en 1985. El Ayuntamiento de Zaragoza, en sesión celebrada el 26 de febrero de 1993, aprobó la cesión gratuita a favor de la Administración del Estado, Ministerio de Cultura, para la construcción del Archivo Histórico Provincial de Zaragoza. Posteriormente, al no poderse destinar a la construcción del Archivo, el Estado Español revirtió esta finca al Ayuntamiento de Zaragoza en escritura de fecha 14 de julio de 2006.

Este edificio, concebido para albergar las viviendas de los oficiales del cuartel de Pontoneros, se comenzó a construir en la misma época en la que se realizó la remodelación del mismo hasta la forma en la que lo conocemos hoy. Ello sucede hacia el 1877, época en la cual estas instalaciones no eran de propiedad municipal porque habían formado parte de una permuta por el que fue convento de la Victoria, hoy museo del fuego. La Operación Cuarteles, comenzada en 1972 incluyó estos terrenos y edificio en la compra que se realizó por parte del Ayuntamiento de Zaragoza a la Junta Central de Acuartelamientos del Ejército de Tierra.

A finales de los años 80 y comienzo de los 90, el Ayuntamiento derribó las naves y pabellones anejos al cuartel. Posteriormente fue cedido a la Diputación General de Aragón para la realización en este edificio de El Archivo Histórico de la Corona de Aragón. Estos terrenos y edificaciones formaron parte del Plan Especial que ordenó toda esta zona tras la vuelta de estos núcleos de construcciones a la organización municipal.

Desde el Ministerio de Educación y Cultura se realizó un proyecto para acoger dicho archivo en esta parcela. En este proyecto se propuso el derribo del edifico de viviendas, y se planteó un edifico que respetaba la alineación a la calle Madre Rafols y ocupaba gran parte de la parcela. Al realizar los sondeos preceptivos para obtener los posibles restos arqueológicos de este solar antes de acometer los trabajos de construcción del edificio del Archivo, se obtienen hallazgos de tal entidad, que La Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Aragón consideró oportuno realizar una excavación sistemática del solar, en el área libre de edificaciones.

Se estudió una superficie aproximada de un 30% del total del solar. Toda el área dio resultado positivo. La estratigrafía documentada corresponde a finales del siglo X o a lo largo del siglo XI y su final en torno a la conquista cristiana de Zaragoza de 1118. Lo descubierto se identificó como arrabal islámico, apareciendo los restos bien conservados de varias casas islámicas (hasta 5) de muros con basamento de cantos rodados y alzados de tapial y adobes, y pavimentos de losas de piedra, de ladrillo o de yeso pulido. Las viviendas se ordenan en torno a calles con pavimento de gravilla apisonada de unos 3 metros de anchura con presencia de cloacas excavadas en la grava.

Ello vino a documentar la existencia de un arrabal islámico posiblemente de viviendas de funcionarios y personajes asociados a la sede palaciega de la Aljafería. La claridad y buena conservación de las estructuras encontradas hicieron que por parte del Departamento de Cultura del Gobierno de Aragón, se prescribiera la conservación “in situ” de todos los restos ya excavados, más los que pudieran aparecer en el resto de la parcela libre de edificaciones.

La incidencia de las cimentaciones proyectadas en el edificio del Archivo era tan elevada, que éste se desechó sin aportar nueva solución que recogiera las prescripciones de La Dirección General de Patrimonio y compatibilizara la realización de un proyecto arquitectónico con la conservación de los restos arqueológicos encontrados. Así, los restos se cubrieron para su conservación, el proyecto de Archivo se abandonó, y la parcela retornó al Patrimonio municipal, sin adjudicarse hasta el momento nuevos usos.

Bien Catalogado como Patrimonio Cultural Aragonés

Este edificio pertenece al Catálogo Municipal de edificios y conjuntos de interés. Está protegido por su interés monumental (BCPCA) –Bien Catalogado del Patrimonio Cultural Aragonés-. Las intervenciones permitidas y elementos a conservar son la rehabilitación de fachada. Además, tanto el edificio como el solar en el que se encuentra forman parte de los bienes que integran el Patrimonio Cultural Aragonés, clasificado como Bien Catalogado por ORDEN de 24 de Octubre de 2002, del Departamento de Cultura y Turismo.

La Comisión Provincial de Patrimonio de Zaragoza emitió un informe desfavorable a la declaración como Bien de Interés Cultural, “ya que esta categoría está reservada para los bienes más relevantes del patrimonio aragonés, entre los que éste no se encuentra, aun considerando que reúne ciertos valores desde el punto de vista patrimonial que hacen pueda ser incluido en alguna de las categorías de protección contempladas en la Ley del Patrimonio Cultural Aragonés”. Es el texto publicado en el BOA de 22 de noviembre de 2002, en la ORDEN citada en el párrafo anterior.

El solar presenta un interés arqueológico elevado por los restos de la ciudad en la época islámica que se encuentran en su subsuelo. Hecho conocido y reconocido a partir de las excavaciones sistemáticas que se llevaron a cabo con motivo de la construcción en este solar del edificio destinado a Museo Histórico de Aragón. Estas actuaciones se realizaron a finales de 2001. Y se encuentra dentro de la delimitación del entorno del Bien Catalogado.

El régimen jurídico aplicable tanto al edificio como a su entrono es el previsto en el capítulo ll del título segundo de la Ley 3/1999 del Patrimonio Cultural Aragonés, así como a los preceptos que le sean de aplicación en cuanto a bien integrante del Patrimonio Aragonés Cultural.

Características del edificio

La parcela que contiene este edificio tiene una superficie de 4.745 m² y la construcción ocupa una superficie de unos 1.114 m². El edificio dispone de cuatro plantas sobre rasante, todas de las mismas dimensiones, lo que supone un total de unos 4.456 m² construidos. Y hay una planta bajo rasante, discontinua, accesible por cada una de las tres escaleras, que contenía las carboneras de las viviendas de las plantas superiores.

Las tres plantas superiores estaban ocupadas por las viviendas que variaban en dimensiones y formas. En las escaleras de los extremos se accedía a dos viviendas por planta, mientras que en la central solamente constaba de una vivienda por planta, y de mayor tamaño. Las escaleras también acceden hasta la planta bajo cubierta en la que los espacios existentes se encuentran actualmente muy deteriorados, por la acción del agua de lluvia. La planta baja está reformada respecto de su situación inicial, ya que en su última época de uso contuvo dependencias administrativas.

Las fachadas son uniformes y seriadas respecto a los huecos, diferenciando la fachada a la calle, de ladrillo caravista y balcones; y la fachada al interior de la parcela con galerías corridas a lo largo de la misma, y acabado enfoscado. La cubierta es inclinada con acabado de teja árabe. La fachada a la calle acaba en canalón oculto tras el peto de fachada, la fachada interior acaba con alero que vuela sobre el balcón corrido de las plantas inferiores. Actualmente el edificio y la parcela se encuentran sin uso. Solamente se ha procedido a realizar una rehabilitación de fachadas y cubierta en una parte de la edificación.

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