El Caleidoscopio

"Todo lo que arrojó la gran ciudad, todo lo que perdió o despreció, junto con todo lo que pisoteó, él lo cataloga y lo reúne (…) Trapero o poeta, ambos han de ocuparse de la escoria (…), en todo momento, debe detenerse en su camino para rebuscar en la basura con que se tropieza". Baudelaire. 1.- Traperos de la realidad. Si algo ha quedado claro en la vorágine de estos últimos y espectaculares tiempos en el escenario político español, es que la hipótesis “lauclasiana errejonista” de la maquina de guerra electoral ha sido en un fracaso en (casi) todos sus …

"Todo lo que arrojó la gran ciudad, todo lo que perdió o despreció, junto con todo lo que pisoteó, él lo cataloga y lo reúne (…) Trapero o poeta, ambos han de ocuparse de la escoria (…), en todo momento, debe detenerse en su camino para rebuscar en la basura con que se tropieza". Baudelaire.

1.- Traperos de la realidad. Si algo ha quedado claro en la vorágine de estos últimos y espectaculares tiempos en el escenario político español, es que la hipótesis “lauclasiana errejonista” de la maquina de guerra electoral ha sido en un fracaso en (casi) todos sus objetivos, algo que , por otra parte, de forma implícita reconocen gran parte de los que la armaron.  Es cierto como dice Emanuel Rodríguez que el gran acierto del populismo errejoniano fue tocar de manera directa el espinoso asunto del la fragmentación social , de cómo retejer y generar propuestas conceptuales capaces de navegar en esta aguas, algo que se consiguió discursivamente, pero no tuvo realidad mas allá de la pura comunicación y del espectáculo. Y todo fue más o menos bien hasta que nos dimos de bruces con un parte de la realidad. Aunque fuera una representación, la del teatro parlamentario, en la que se encuentra mas cómodo Iñigo que Pablo…y entonces algunos nos dimos cuenta, en realidad confirmamos nuestras intuiciones, de que toda la hipótesis errejoniana no estaba tan madurada y que las preguntas que aplazaba con sus trucos de ilusionista discursivo dejaban el camino libre a la banalidad política típica de la “clase media” que todavía huye de las explicaciones materiales y del conflicto. La unicidad  orgánica del pueblo solo admite reformas en el método, la honradez o la transparencia, pero las relaciones de poder se mantienen casi intactas y los “candados del régimen”, por mucho que se nombren en las oraciones podemitas, no se tocan en realidad, mas que sobre el papel, en el relato. Ante el riesgo de ruptura en la representación de esa unidad soñada del pueblo hace tomar demasiadas precauciones y ante el primer giro táctico, lo nuevo busca acomodo entre lo viejo y se reformula la “opción socialdemócrata”. Luego está el hecho de que el único productor de política real en ese periodo fuera la dirección del Grupo Parlamentario, que  iba a mostrar todas sus costuras, inconsistencias y veleidades discursivas con las que pretendían resolver problemas reales: poner el futuro de nuestros hijos en experimentos cada vez más erráticos nos empezó a dar miedo.

2.- Recuperar la ilusión,  que se entiende mejor si  lo vemos como recuperar la ilusión de un ilusionista, retomar un engaño en el que participamos con gusto, en la que se nos quiere volver a colar subrepticiamente en el cuadro del análisis la posibilidad mas querida por el progresismo marca ZP y también mas irrealizable: que todo esto ha sido un mal sueño, y que, con un poco de buena gestión, honradez, eficacia, meritocracia y un recambio “regenerador” de élites, todo volverá a ser como antes del estallido de la burbuja… nuestros hijos tendrán futuro y,  a los “vulnerables” (odioso concepto leasoe a los que no son aspirantes a ser de “clase media”) y a los extranjeros pobres, los esconderemos en trabajos sin trascendencia, ni futuro o en pisos sociales ( muy dignos esos si) y regresaremos todas juntas y de la mano de la “buena gente que esta orgullosa de su país”  al, viejo y querido, Estado de Bienestar que, claro está, para que funcione ha de tener sus limites, no puede ser universal.. Y así, sin darnos cuenta, entramos en la lógica de la preferencia nacional de la mano de un populismo evanescente que escamotea la naturaleza real del conflicto social, y es por tanto, tan banal y tan cruel como la propia fracción social a la que representa. La recomposición del ascensor social (ese gran fetiche de justicia social de la autoproclamada clase media) ha de hacerse de cualquier manera, ese es su objetivo central y, obviamente, en tiempos de escasez, si no se articulan medios para el impago de la deuda o para acabar con el saqueo capitalista, deberemos priorizar a los nacionales, con desparpajo como Trump: Le Pen o Rivera o apesadumbrados desde sus escaños y con “todos los pesares” como Sánchez y Errejón, eso si, nos “dejaremos la piel” sintiendo el “orgullo de nuestra patria” que es la “gente decente”… Amén.

En el fondo es una proyección del “buen funcionario” como modelo para toda la sociedad, como muy bien deja traslucir Carlos Lliria a poco que le  dejes hablar. El modelo de ciudadano, es aquí, el modelo de buen burócrata, la antítesis del “vuelva usted mañana”, un regeneracionismo decimonónico disfrazado de vanguardia filosófica, que ocupa el vacío dejado por la ausencia relativa (aunque con muy dignos intentos en construcción) de un discurso propio de la autonomía de los de abajo en la construcción del significante pueblo, digámoslo así,… a lo posmo, venga.

Si queremos realmente alcanzar a la mayoría social, a “los que faltan” el verdadero obstáculo son estos mitos de  este idealismo de la “clase media”., ya que, la unidad está en la transversalidad de las reclamaciones contra al austeridad y  el programa se encuentra en la colusión de esos intereses colocados en el centro del tablero político que son capaces de “dialogar” con el resto de clases y grupos de interés que conforman la sociedad desde la seguridad de ser la mayoría del “pueblo”.

3.- El caleidoscopio. (Retomando la imagen de W. Benjamin) La realidad política en el bajo capitalismo, es como un caleidoscopio, en el que, cada vez que lo giramos las mismas piezas componen hermosas figuras geométricas sorprendentemente diferentes provocadas por un juego de al menos tres espejos que nos ocultan que “lo nuevo y flamante” no son mas que las mismas –viejas-  piezas reordenadas en la que los espejos juegan con nuestro cerebro y nos hipnotizan con su hermosura y su resplandor… los espejos son las sociedad del espectáculo y entre las piezas están los actores del régimen (sus representaciones), sus intereses presentados como necesidades y los significantes vacíos… porque en esa imagen solo cuenta el impacto mediático y no la realidad que esos significantes pretenden “atrapar”… este caleidoscopio es en el que Iñigo se desenvolvía con naturalidad, comprendiendo el manejo de todas las piezas sus espejos, y el juego que podían dar en cada escenario, anticipando cada movimiento , como (sigamos con Benjamin) aquel enano giboso mesiánico, romántico e idealista, que oculto en la maquina de feria de ajedrez, ganaba todas las partidas, que dominaba el tablero. El artilugio, la maquina de feria, era el frío determinismo del materialismo histórico, pero que necesitaba de ese mesianismo romántico que rompiera con la visión de un progresismo lineal de avance a través de una sucesión imparable de conquistas parciales que obviaba los pliegues temporales y espaciales que daban a la política y a la táctica carta de naturaleza, que iluminaban un camino, desde adelante hacia atrás, para ser capaces de ver oportunidades “antes inadvertidas” (Bensaid) y si algo fue el 15M es eso, una opción antes inadvertida, inadvertida por el anquilosamiento de un marxismo escolástico (y casi convertido en falsa conciencia) de la “vieja izquierda”.

Como todo en la política de la era del espectáculo, esto no es mas es una superchería, una añagaza táctica de los de abajo para coger al enemigo de clase a contrapié y funciono durante un tiempo… hasta que comenzó a fallar cuando el enano giboso del populismo romántico quiso imponer un giro sin rumbo, sin puerto de llegada ni ruta de cabotaje, dominado como Fausto, por la propia hermosura de su obra, de sus jugadas, ebrio de retórica y argumentarios, henchido por los halagos de la oligarquía a su agudeza táctica. Ciudadanos es le resultado palpable de ese  primer error enorme de cálculo. Para Errejón la política y el horizonte del cambio empiezan y acaban en el  caleidoscopio, para las de abajo, sin embargo es necesario hacerlo trizas, rasgar el velo, romper los espejos y mostrar la realidad del capitalismo trabajando, para salvar así su vida, nuestras vidas.

4.- Esperanza sin optimismo (titulo de un reciente y recomendable libro de Terry Eagelton),- Solo un apunte. Todas, absolutamente todas las campañas de comunicación de la fracción vulgarizadora de Laclau tienen un regusto a  ese optimismo ligero, flotante e instantáneo del coaching de autoayuda, del meme moralizante de las RRSS en los que hay frases rotundas y vacuas acompañadas o no de retratos de grandes hombre y mujeres… o no, consejos definitivos sobre como enfrentar los problemas de la vida…. el optimismo pertinaz y despreocupado,  en este mundo, no tiene mucha razón de existir y menos ese tan banal en el que hay muchos que creen que indefectiblemente todo se resolverá…(los cementerios están llenos de gente que esperan todavía que se resuelva el último y definitivo problema).

Existe un progresismo que se alimenta en cierto modo de esto, de que “avanzamos siempre” y de que, por mucho que suframos, todo es para bien, ya que, la Historia y el Progreso son nuestros aliados y eso es casi como estar de parte de Dios    (creer que ha habido un “progreso” en la historia, no significa que esta avance de un modo lineal y continuo, que ese progreso sea absoluto y positivo, sin costes dramáticos, y que, todo el progreso sea para bien. La historia muchas veces avanza, pero por el “lado malo”, como decía Marx)… Puestos ahí corremos el riesgo de “desvalorizar la esperanza” (Terry Eagelton), en este sentido, la refutación del optimismo es una condición esencial para el cambio político y, por tanto, para construir la esperanza que es un trabajo humano, no divino o mesiánico. La esperanza se debe constituir desde el realismo y, por lo tanto, desde la capacidad de imaginar soluciones alternativas anudadas a esta realidad. El realismo es una condición moral difícilmente alcanzable para todos (Benjamin), exige un esfuerzo, y es prácticamente imposible ejercerlo desde la salmodia que vulgarizada es un tanto infantil, de los deseos plebeyos y de los significantes vacíos.

El 15M fue mas esperanzador que optimista, ya que se basaba no en ver la botella medio llena o medio vacía, sino en saber que cantidad de liquido exacto había en la botella, desde esa “seriedad plebeya” que tanto se trabajo en las plazas si que somos capaces de construir organizaciones que dan forma al pueblo como la PAH, y no, desde el barniz pseudopsicológico del optimismo de autoayuda, que dura lo que dura la ilusión. (Por lo visto muy poco porque enseguida  ha habido que recuperarla). El espejismo como ilusión de que es posible un cambio solo basado en frases, memes, sentimentalismo de luxe, argumentos, movilizaciones autorreferenciales y, al final, luchas por el liderazgo… es decir  pocos elementos con los que construir una alternativa y, por eso y entre otras muchas razones, el Podemos que proponen Pablo Iglesias y , sobre todo Iñigo Errejón, es ya viejo antes de que se constituya después de Vistalegre 2, y sin embargo, siguen presentes dentro y fuera de PODEMOS, las condiciones, las fuerzas y las inteligencias colectivas capaces de dar naturaleza política a esas nuevas dinámicas sociales que pugnan por organizar la nueva realidad, constituirse como sujeto a partir de la experiencia  del “movimiento real” construyendo la esperanza, dejando atrás el pesado y vacío dramatismo derrotista del estalinismo de la tercera internacional, pero también, el liviano y acomodaticio optimismo de marketing de un populismo fuera de sus fueros.

Buscar la grieta en cada escenario, hipótesis estratégica flexible pero sin miedos al conflicto, realismo a la hora de abordar las relaciones de poder, sus potencias y limites -la lucha de clases-, seriedad en lo orgánico para estar preparados para el acontecimiento, mentalidad de traperos para construir el sujeto… recoger, retejer y restaurar todo lo que es aplastado o expulsado de la vida en el tardocapitalismo y, esta vez si, en ese acontecimiento, construido o inopinado, trabajar por un sentido común contra hegemónico que nos de la posibilidad de “poner el mundo patas arriba” y por lo tanto que por fin se toque el punto del orden del día que se refiere a nuestra felicidad a la felicidad de las de abajo, la de la mayoría social. La clase media son los padres.

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