Drogas en Aragón: el negocio de la adulteración

Los traficantes cortan los estupefacientes hasta eliminar su presencia en una de cada setenta dosis que se venden en la calle al menudeo y reducir su peso a niveles ínfimos en el resto, mientras la sobreproducción en Latinoamérica hunde los precios de la cocaína

Los traficantes utilizan medicamentos de uso común para adulterar la droga que venden en la calle.

Casi una de cada setenta dosis de droga que se venden al menudeo en Aragón carece de sustancia estupefaciente: no es droga, aunque se compra y se venda como tal. Así lo revelan los datos de la Delegación de Sanidad de Zaragoza, el laboratorio que analiza todos los alijos intervenidos a los traficantes y las papelinas interceptadas a los consumidores por las fuerzas de seguridad.

Así, en 240 de los 15.951 decomisos realizados el año pasado no existía rastro de ninguna sustancia sometida a fiscalización, algo que también ocurrió en 237 de los 17.386 efectuados entre enero y mediados de noviembre de este. El porcentaje de papelinas inocuas, que revela cómo cerca de medio millar de toxicómanos fueron timados por sus camellos hasta el extremo, se sitúa en el 1,43%, con un descenso del 1,5% al 1,36%.

Esos reducidos niveles de riqueza en una parte de las drogas que se mueven en la calle tienen como causa el carrusel de adulteraciones que los traficantes van añadiendo al estupefaciente conforme este va circulando por las redes, para elevar la rentabilidad de los trapicheos.

En ocasiones, la droga acaba teniendo una presencia ínfima, imperceptible para los reactivos que se utilizan en el laboratorio de Sanidad e inocua para los consumidores, sin que ni siquiera el camello lo sepa. Sin embargo, la mezcla de las sustancias de corte, que en el caso de la cocaína suelen ser lidocaína y cafeína, provoca a quien la consume un efecto placebo de adormecimiento de la boca y nerviosismo en el cuerpo que le hacen asumirla sin más.

Los niveles de riqueza de la droga que se mueve en la calle, no obstante, han experimentado una clara tendencial alza en los últimos años: hace siete, a mediados de 2011, la ausencia de sustancia estupefaciente se daba en el 12% de las intervenciones, lo que suponía que el polvo de una de cada ocho papelinas era inocuo.

Superproducción de cocaína

“Hay mucha mierda, los niveles de riqueza son mínimos en los pases que se realizan en la calle, al menudeo, como consecuencia de los continuos cortes que se le aplican a la droga”, explican fuentes policiales, que, sin embargo, advierten que en los escalones superiores del narcotráfico se está dando el fenómeno contrario: la superproducción de cocaína que se registra en Iberoamérica y la de derivados de la anfetamina como el éxtasis o el ‘speed’ que se da en países europeos como Holanda están provocando un aumento de la pureza y una caída de los precios.

Los datos de la Delegación de Sanidad refuerzan esa tesis, aunque con matices. La calidad de las drogas de consumo lúdico, como la cocaína, el éxtasis o MDMD y el ‘speed’, es elevada en los niveles altos y medios de las redes del narcotráfico, aunque más en unas sustancias que en otras, mientras que la heroína ya entra en el país con bajas cotas de riqueza.

Los resultados, centrados en las intervenciones bajo control judicial y que excluyen la droga que se consume al menudeo y que genera sanciones administrativas de la ‘ley Mordaza’ (en estos únicamente se analiza si hay o no estupefaciente, sin sacar el porcentaje), revelan que casi dos tercios de los alijos de cocaína (227 de 358) tienen una riqueza superior al 50% (es decir, que más de la mitad del polvo es droga) y que casi una tercera parte de ellos (117) superan el 75%. Por el contrario, el registro más bajo de la estadística lo marcan las 45 remesas (12,5%, una de cada ocho) en las que la presencia del estupefaciente no alcanza el 25%.

“Se está dando una superproducción de cocaína en Iberoamérica, y eso está provocando que aumenten los niveles de riqueza de las remesas que entran en España. Eso ha llevado a las organizaciones a vender la droga con mayor calidad y a bajar los precios. Es una cuestión de oferta y de demanda”, indican fuentes policiales, que, no obstante, insisten en que, conforme va circulando el estupefaciente, la presencia de la sustancia psicoactiva se va reduciendo a base de cortes y adulteraciones.

Éxtasis y anfetamina de baja calidad

Los niveles de riqueza bajan notablemente en el apartado que registra el MDMA, cuyo principal componente son las pastillas de éxtasis. En este caso, dos tercios de los alijos intervenidos entre enero de 2017 y noviembre de 2018 (122 de 181) no alcanzaban el 50% y tan solo 31 (uno de cada seis) pasaban del 75%.

Y el descenso es más acusado todavía en la anfetamina, capítulo en el que la droga de mayor consumo es el ‘spped’, un polvo anfetamínico que lleva dos décadas compitiendo en el mercado negro con la cocaína, ante la que viene a ser una especie de sucedáneo. Aquí son dos tercios de las remesas (227 de 330) las que no alcanzan el 25% de pureza, es decir, en las que apenas una cuarta parte del polvo es estupefaciente, a las que se suma otro 26% (88) que presenta entre un 25% y un 50%.

En los tres casos, cocaína, éxtasis y anfetamina, se trata de alijos intervenidos en los escalones medios y superiores de las organizaciones de narcotraficantes, lo que supone que iban a ser objeto de nuevos cortes que reduzcan su riqueza conforme vayan circulando hasta su venta al menudeo en la calle y en locales de ocio.

La elevada adulteración de la heroína

Y lo mismo ocurre con la heroína, en la que los resultados de los análisis resultan diáfanos: ninguno de los ocho alijos intervenidos en Aragón en los últimos casi dos años alcanza el 25% de riqueza. De hecho, a la propia Policía le llamó la atención cómo una de las últimas remesas potentes de esta sustancia, intervenida en Tarragona, se quedaba en el 12% a la entrada del país.

La heroína que circula por Aragón es de muy baja calidad por varios motivos. Por una parte, por el estrangulamiento de las rutas del narcotráfico que están provocando los conflictos bélicos que se registran en Oriente Medio y Asia, que son los principales focos de producción, lo que ha reducido el trasiego de esta sustancia.

Y, por otra, se está produciendo un aumento del consumo y de la demanda en toda España, también en Aragón, que lleva a los traficantes a aumentar la adulteración para cubrir el mercado.

En el caso de la heroína, el repunte del consumo se centra, más que en las capas más jóvenes de la población, en personas mayores de cuarenta años que se reenganchan años después de haber dejado de consumirla. También están cambiando los hábitos de consumo en relación con los años ochenta: los ‘fumitos’, que consisten en inhalarla mientras se quema envuelta en papel de aluminio, ganan espacio a las jeringuillas. Pese a esos cambios, sigue siendo un estupefaciente de consumo minoritario, alejado de los usos vinculados al ocio y los locales nocturnos que se da en las otras tres grandes familias.

Ese desplome de la calidad de la heroína en relación con la que circulaba décadas atrás hace que apenas se produzca lo que se conocía como sobredosis, que en realidad, y por lo general, no tiene su motivo en los altos niveles de adulteración del estupefaciente sino que suele ser una consecuencia del consumo de droga de elevada pureza que doblega los cuerpos de quienes la toman.

¿Con qué se adultera la droga?

La adulteración o corte de la droga tiene como objetivo aumentar el margen de negocio por parte de los traficantes a base de incrementar el volumen añadiéndole sustancias.

Así, resulta relativamente habitual la técnica del placebo, consistente en mezclar la droga con productos que provocan efectos similares a los ‘naturales’, con lo que los traficantes maquillan la adulteración, que a menudo pasa desapercibida para el consumidor, según explican fuentes policiales.

En el caso de la cocaína, sustancias presentes en fármacos de venta libre como el paracetamol, la benzocaína y la lidocaína, presentes en medicamentos como las pastillas para el dolor de garganta o compuestos para expectorar, tienen como efecto la relajación de los órganos por los que pasa la mezcla como las vías respiratorias. Otros como la lactosa, la glucosa o la cafeína generan, según el caso, excitación y aumento de la energía en cuanto comienzan a ser metabolizados. Es decir, síntomas o efectos similares a los que produce la ingesta del polvo blanco.

Otras sustancias de utilización frecuente para cortar la droga son la fenacetina, cuyos efectos son de relajación muscular y de reducción de la temperatura corporal, y el ácido bórico, un insecticida que puede generar convulsiones y que suele presentarse bajo la forma de escamas de color blanco, lo que hace que su presencia en los alijos resulte imperceptible a la vista.

Lo habitual en la venta al menudeo es que la presencia de alguna de esas sustancias, o de varias de ellas, sea superior a la del estupefaciente que el consumidor cree estar comprando.

Ese juego con las apariencias llevó en tiempos a los traficantes a adulterar la cocaína con productos altamente tóxicos para el cuerpo humano como la sosa o el yeso.

Un tráfico y un consumo incalculables

Aunque existen estimaciones a nivel mundial y estatal, en la práctica resulta imposible cuantificar el volumen de negocio y las cantidades de droga y de dinero que se mueven en el mercado negro. De hecho, es una de las actividades delictivas con una mayor ‘cifra negra’, concepto criminológico que engloba los actos delictivos de los que ni las fuerzas de seguridad ni los tribunales llegan a tener noticia. De hecho, únicamente trascienden los hechos en los que se produce la intervención de sustancias.

Así, la Estadística de Condenados del INE (Instituto Nacional de Estadística) recoge cómo en los últimos cinco años, de 2013 a 2017, se declararon probados en los tribunales aragoneses un total de 1.606 delitos de tráfico de drogas, con un ritmo de altibajos: 281 en 2013, 348 al año siguiente, 326 en 2015, 299 un año más tarde y 352 en el pasado.

Los datos, en cualquier caso, no coinciden con el año de comisión de las infracciones, ya que en ocasiones la instrucción de las causas se prolongan durante meses e incluso años.

Eso, en cuanto al tráfico. En lo que se refiere al consumo, la estadística más aproximada que existe es la que elabora el Ministerio del Interior sobre la aplicación de la Ley de Seguridad Ciudadana, popularmente conocida como ‘ley mordaza' (tabla 1; tabla 2; tabla 3; tabla 4; tabla 5) .

Esta refleja cómo solo en los dos últimos años, 2016 y 2017, las fuerzas de seguridad levantaron 16.111 actas por tenencia o consumo de droga en lugares públicos, el grueso de ellas (12.080) en la provincia de Zaragoza.

Esas sanciones, que incluyen 44 por cultivo de marihuana y otros vegetales, 24 por permitir su consumo en locales y una por trasladar a personas a plantaciones, generaron multas por valor de 10,55 millones de euros (7,72 de ellos en Zaragoza).

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies