Dejar tranquilos a los ríos

Amigos de la Tierra de Aragón organizaba una charla que con las ponencias de Alfredo Ollero y Luis Clarimón trataba de arrojar luz sobre dos cuestiones fluviales de gran influencia en Aragón, las crecidas del río Ebro y sus afluentes y la contaminación por lindano en el Galligo.

Dragados en el Ebro.
Dragados en el Ebro.

Con esta frase de Alfredo Ollero, podemos resumir las más de dos horas de charla organizada por Amigos de la Tierra de Aragón, que pretendía dar respuestas a los muchos dilemas que se plantean en torno a dos cuestiones relacionadas con los ríos en Aragón. Las crecidas del Ebro y sus afluentes y el desastre medioambiental de la contaminación por lindano.

Comenzaba las exposiciones el profesor de Geografía Física en la Universidad de Zaragoza y actualmente Presidente del Centro Ibérico de Restauración Fluvial, Alfredo Ollero, para explicar como decía el título introductorio: “¿Qué hacemos con el río Ebro y sus afluentes?” Las primeras palabras de Alfredo, “dejarlos tranquilos”, definían cual era su recomendación, la explicación iba a ser una clase magistral en la que nos explicaba que la mejor política en gestión de ríos es el no intervencionismo.

Una charla que agradecía las virtudes de una crecida, pues limpia el cauce, oxigena los fondos y renueva la vida del río y de las zonas colindantes, rejuveneciendo especies animales y vegetales y expandiendo sedimentos y nutrientes.

Una visión proteccionista que contrasta con el impostado debate, en el que se trata de enfrentar a ribereños y ecologistas, ante unas crecidas cíclicas que en ningún caso se solucionarían mediante limpiezas, dragados o refuerzo de las defensas.

Alfredo Ollero nos recordó que un río no es solo el cauce visible, y que sus límites acaban donde acaban las llanuras inundables. Una visión que necesita de trabajos de delimitación de zonas inundables, la rebaja de terrenos sobre elevados, así como la compaginación de planes urbanísticos y agrícolas con estas delimitaciones inundables, de tal forma que se tenga constancia de los peligros de tratar de invadir estos espacios que pertenecen al río, pese a que no veamos pasar el cauce por ellos. Una visión enfrentada con la de algunos habitantes de pueblos ribereños, empeñados en cultivar, construir granjas o viviendas dentro del cauce fluvial. Algo que en cierto modo es permitido por las administraciones públicas.

Cedía el testigo Alfredo Ollero a Luís Clarimón. Responsable de medio ambiente de Comisiones Obreras que iba a profundizar en la problemática de la contaminación por lindano en el río Galligo.

Cuando en 1994 la empresa Inquinosa cierra su fábrica de pesticidas en Samianigo, abandona las instalaciones con toneladas de residuos tóxicos en su interior. No tantas como las más de 150.000 arrojadas sin ningún control en los vertederos de Bailín y Sardas.

Clarimón mostró abiertamente las deficiencias, históricas y actuales, en el almacenamiento de dichos residuos, lo que ha provocado que la zona sea uno de los lugares más contaminados por pesticidas del mundo. Una contaminación que salta las fronteras de Samianigo.

El pasado año, científicos de la Universidad de Zaragoza, integrados en la Fundación Boreas, encontraba trazas de lindano en el Ibón de Sabocos, a 1900 metros de altitud y a más de veinte kilómetros de Samianigo, en las inmediaciones de la estación de esquí de Panticosa. Las muestras fueron tomadas antes, durante y después del traslado de los residuos más peligrosos al nuevo depósito de seguridad de Bailín, y determinaron un aumento del residuo en las aguas del Sabocos, mientras duraron las obras, lo que evidencia los problemas de contaminación ambiental que continúa generando el lindano.

Unos problemas que se suman a los ocasionados en las aguas del Galligo, que con altibajos en la concentración de lindano, han provocado numerosos cortes de agua en los pueblos ribereños y la grave afección en un río que parece avocado a la muerte.

Ambas ponencias subrayan la importancia por el cambio de una cultura que ha dejado de respetar los ríos, aumentando la explotación de los mismos, sin controlar los vertidos y tratando de dirigir y frenar cauces, generalmente en búsqueda de unos beneficios económicos desorbitados. Una relación con el sistema fluvial evidentemente insostenible.

Autor/Autora

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para más información.

ACEPTAR
Aviso de cookies