Corpus Barga ante los años convulsos

Infancia y adolescencia               No es de extrañar que un espíritu rebelde nacido a finales del siglo XIX nazca en el seno de una familia burguesa, pues muchos, allí nacieron. Sin embargo, la familia de Corpus Barga, bautizado Andrés Rafael Cayetano Corpus García de la Barga y Gómez de la Serna, era algo más que burguesa. Era representante de esa burguesía monárquica gobernante en Madrid, a finales del XIX y principios del XX. Una familia que no auguraba albergar un ácrata. Su abuelo, ministro de Espartero, y catedrático de la Universidad de Alcalá. Su padre, vicepresidente primero de las Cortes, ministro …

Antonio Machado y Corpus Barga, en la frontera francesa, camino del exilio.
Antonio Machado y Corpus Barga, en la frontera francesa, camino del exilio.
Antonio Machado y Corpus Barga, en la frontera francesa, camino del exilio.

Infancia y adolescencia              

No es de extrañar que un espíritu rebelde nacido a finales del siglo XIX nazca en el seno de una familia burguesa, pues muchos, allí nacieron. Sin embargo, la familia de Corpus Barga, bautizado Andrés Rafael Cayetano Corpus García de la Barga y Gómez de la Serna, era algo más que burguesa. Era representante de esa burguesía monárquica gobernante en Madrid, a finales del XIX y principios del XX. Una familia que no auguraba albergar un ácrata. Su abuelo, ministro de Espartero, y catedrático de la Universidad de Alcalá. Su padre, vicepresidente primero de las Cortes, ministro por Córdoba, senador vitalicio e íntimo colaborador político de Prim y Sagasta. En ese entorno nació, surgió, se forjó Corpus Barga, un viajero irremediable, un irónico y ácido librepensador, un anarquista, sin sindicato, sin agrupación, sin dogma. Un hombre libre, encadenado a un mundo al que no dudó en criticar.

Sus padres eran primos. Él veintitrés años mayor que ella. Confiaron al pequeño a los estudios en un pequeño colegio de curas de Madrid. Las tardes y los días se alternaban entre los lujosos salones de casas para nada discretas, y las calles del Madrid de los Austrias, que rezumaban futuros cambios, repletas de aristócratas y golfos, de condes y mulilleros, de mierda de caballo y de chicos que iban detrás barriéndola. Corpus no era ajeno a estas diferencias sociales, todo lo contrario, le llamaban enormemente la atención. Tras la infancia vino la adolescencia, y fue ahí, en ese preciso momento, en el que su mente dio un giro, se precipitó en el abismo del conocimiento de un mundo bipolar, de vencedores y vencidos, de patricios y plebeyos, de aristócratas y mulilleros.

Aficionado a la ciencia matemática, y pese a su creciente admiración por lo social, empujado por sus padres, Corpus se matriculará en Ingeniería de Minas. Su padre, con la intención de potenciar el interés por las minas, le enviará de viaje a conocer las minas de Peñarroya. Será allí donde Corpus conozca el anarquismo. Su guía en las minas, un capataz anarquista, le realizó una descripción somera, vaga, del anarquismo, de ese anarquismo ibérico poco letrado, pero convencido de la necesidad de dar un vuelco a la sociedad que ninguno de los partidos de la época podían, ni querían, fomentar. No tardarán en doblegar las ganas de contar lo que ocurría a su alrededor, de ayudar con su escritura a destruir todo lo respetable y establecido, a sus conocimientos y facilidad para los números y la física del futuro ingeniero. Abandonará la carrera, cuando ya era colaborador en diarios como El Imparcial El País, ambos abiertamente republicanos.

 

Primeros pasos como escritor y periodista

Corpus publicará su primer libro, en 1904, sin haber cumplido los diecisiete. Un poemario del que no queda constancia, pues él mismo tuvo a bien arrojar a las llamas todos los ejemplares. De él, solo queda el recuerdo de alguno que lo leyó, entre ellos su sobrino Ramón Gómez de la Serna, del que diría: “recuerdo aquello como si me hubiese asomado al libro más crudo que he leído. Era interesante, disparatado, audaz.”

En 1906 publica su primer artículo, La soberbia del Mercurio,  en El País, por aquel entonces un periódico rebelde y abiertamente antimonárquico. En 1907, a la edad de veinte años, ya colaboraba en Los lunes del Imparcial, prestigiosa publicación literaria, codeándose con autores de la talla de Azorín, Baroja o Unamuno, la posteriormente conocida como generación del 98, y con la que Corpus mantendría una estrecha relación. Publicará en esas fechas Clara Babel, un libro de relatos y cuentos que cabalgan entre la delicadeza literaria, y la salvaje crítica a lo establecido, algunos de ellos aparecidos en publicaciones anarquistas previamente.  No tardó en participar en las tertulias del madrileño Café de Levante de la calle Arenal, aquel en el que la generación del 98, potenciaba sus ideas entre tazas de café, vasos de licores y humo de pipas y cigarrillos liados.  Será por aquella época, que el aprendiz de ingeniero, recién estrenada su faceta de articulista y enredado en largas conversaciones en el Café de Levante, vivirá dos sucesos que cambiarán, o más bien, potenciarán el rumbo adquirido en su vida. En 1905, el hundimiento del tercer depósito de las Aguas de Lozoya, dejó sepultados a decenas de obreros. Corpus, junto a otros aprendices de ingenieros fueron enviados con el fin de ayudar al desentierro, la situación provocó su indignación. A finales de 1907, moría su madre, y una semana después, lo hacía su padre, víctima de una profunda tristeza. Ambos acontecimientos, generarán en Corpus por un lado, un acercamiento a los círculos anarquistas y por otro, el abandono de la carrera de ingeniero de minas que había potenciado su padre. Su comportamiento se radicaliza continuamente, toma cuenta de su privilegiada condición burguesa y decide romper con las comodidades familiares.

 

¡Viva la anarquía!, estancia en Belalcázar y viaje sin retorno

Hablaba Galdós en una manifestación en la Plaza Santa Ana.”¡Viva la anarquía! ¡Viva la anarquía! ¡Viva la anarquía!” Por tres veces tuvo a bien lanzar al viento la consigna Corpus Barga, lo que le acarreó su primer contencioso con la justicia española. Sus lazos con un grupo anarquista eran cada vez más fuertes. Es en Mayo de 1908 cuando la situación se complica. El grupo anarquista ha decidido pasar a la acción y planea un atentado contra el parque de Artillería de Malasaña. La celebración del 2 de Mayo, y la presencia de las autoridades civiles y militares,  la del propio Alfonso XIII incluida, facilitan la elección de la fecha. Corpus había filtrado toda la información al grupo, no en vano, su tío era el coronel al mando del acuartelamiento. El grupo, lo elige a él, por sus aires burgueses, para entrar en el recinto y lanzar la bomba. El 30 de Abril, Corpus se echa atrás, en el cuartel también estará su hermano Rafael, el hermano amigo y más cercano en la edad con el que habría compartido las grandes aventuras de su infancia, presencia que parece será el motivo principal de su retirada. Confiesa a sus hermanos mayores, Eulalia y Pedro sus intenciones, y éstos deciden enviarle a la casa de Belalcázar, con el fin de evitar represalias del grupo anarquista.

El pequeño pueblo de Córdoba no será un atenuante de sus pensamientos. Descubrirá una población que nada tiene que ver con Madrid. Anquilosado en el pasado, el pueblo parece mostrarle a Corpus la decadencia y la autenticidad al mismo tiempo. Sin embargo, las diferencias sociales continuaban ahí, terratenientes y pastores, siendo él, por las posesiones de su familia, uno de los primeros. Allí tomará conciencia de la situación de los pastores y labriegos. La estancia en Belalcázar será relajante, pero aumentará las ganas de Corpus tanto de cambiar el mundo, como su propia existencia, pues no desea ser el señorito burgués que exprima a campesinos y pastores.

A sus veintiún años decide escapar de España, y se embarca en un buque con destino a Buenos Aires. Será en la ciudad del Río de la Plata donde por fin consiga el objetivo que había buscado ya en Madrid, separarse de esa vida burguesa y sufrir la vida como lo hacía quien no tenía nada cuando se despertaba por las mañanas. Si su intención fue contactar con grupos anarquistas argentinos y colaborar en los diarios locales, ninguno de los dos objetivos pudieron ser cumplidos. Sin embargo allí encontraría la pobreza, la miseria, y no conseguirá sino afirmarle en sus pensamientos, y sufrir por fin, lo que había buscado en el cómodo Madrid de los Austrias, residiendo ahora en un país ajeno, lejano, pero que en cuestiones de pobreza en nada se diferenciaba de la España de la que había huido. Este viaje terminará con el arresto por parte de la policía. Corpus no disponía todavía de la mayoría de edad, que por aquel entonces se situaba en los veintitrés años,  y su familia había emitido orden de búsqueda y captura, alentada por un tío paterno, tutor legal de Corpus.

 

La vuelta a España, París, Menipo y Europa

Su regreso a España padeció una suerte de confinamiento familiar en la “Casa Grande” de Belalcázar, del que pronto Corpus escaparía. De nuevo las tertulias en el Café de Levante, su creciente relación con la generación del 98, Azorín, Valle Inclán, los Baroja, Unamuno, de los que él mismo diría que no podían ser descritos como una grupo heterogéneo, pues nadie haría un “ramillete con un cardo, un espino, una ortiga y cosas así”, y de todos ellos había en esta generación, cada uno era original y distinto a los otros.

Retomará las colaboraciones en los diarios republicanos como El Intransigente y El liberal, radicalizando sus mensajes, hacia una sociedad que desde las letras quería dinamitar. Publicó su novela, La vida rota, de la que el mismo haría una crítica en la revista Prometeo, que diría: “no hemos leído muchos libros tan detestables como ‘La vida loca’ ”. Perduraba ese espíritu eterno de autocrítica que años antes le había obligado a deshacerse de todos los volúmenes de su primer libro. Continúo fomentando las relaciones con los escritores y artistas que había fomentado antes de embarcarse en su  errada aventura. Fruto de estas relaciones, Corpus viajará a París en 1910. Allí, junto a Ramón Gómez de la Serna y Pío Baroja, conocerá la vida parisina, de la que no tardará en enamorarse.

De regreso a España, pasará unos días en su querido Belalcázar, donde renovará su odio hacia el caciquismo hasta el punto de generar una agria polémica una conferencia que pronuncio en la Casa del Pueblo de dicha localidad. Cada vez más su lenguaje era directo, corrosivo. Palabras que violentaban. Un lenguaje de alguien desgarrado, que debería tener algún problema más que su enfrentamiento con la sociedad, su comportamiento era inseguro, desasosegado. Es quizá en este desasosiego donde encontró la paz escribiendo, y llegase así al periodismo, como una evasión, una actividad que le permitía evadirse por unas líneas, fundiéndose a la vez en la sociedad. Una huída que será también geográfica, con la intención de huir de España, pero a su vez con la intención de conocer lo que hay fuera. A mediados de 1910 volverá a París, donde tendrá relación con otros escritores y artistas, en su mayoría revolucionarios rusos.

 

Regreso a Madrid, Menipo y exilio

A mediados de 1911 Corpus regresará de nuevo a Madrid. Pasará una temporada en Belalcázar, donde retomará su agresividad contra el señorío terrateniente. Republicano declarado, comienza a colaborar con los periódicos más radicales. Aparte de los artículos, Corpus continúa con su labor literaria, y publica diversos relatos entre temas actuales y agresivas ficciones. Algunos de estos relatos notables serán: Cómo se proyecta la aviación sobre la humanidad, en el que narrará el vuelo del piloto francés Lucien Mamet en el aeródromo de Ciudad Lineal de Madrid, o El anarquista Borbón, que narrará las peripecias de un anarquista llamado Borbón en París, y donde se vislumbraba el inicio de un nuevo planteamiento satírico.

Es a finales de 1913, a la edad de veintiséis años, cuando Corpus crea el semanario satírico Menipo, creado, redactado y dirigido por él, fue una publicación precursora del género, anticlerical, republicano y reformista, su lenguaje ávido y agresivo dotado de gran humor, atacaba con virulencia a la totalidad del sistema español, desde la sociedad al gobierno, sin olvidar a la Iglesia o la literatura y las artes, y todo esto apoyado por ilustraciones de Tito Salmerón.  Tampoco era un semanario político, aún bajo su perspectiva republicana, Corpus diría de Menipo: “No somos partidarios de las medias tintas de los colores políticos. ¡Aquí no caben más colores que el de la vergüenza y  el de la ira, que son muy parecidos!” Por aquellos tiempos en España, y desde 1876, existía libertad de prensa, pero estaba tipificado el delito de imprenta, con lo cual Menipocaminaba sobre una línea muy delgada.  La línea fue traspasada en 1914, o así lo consideró el Ministerio de Marina, que cada vez disponía de más poder y que ya había asaltado la redacción de Cu-Cut, otra publicación satírica de Barcelona. El Ministerio denunciaría a Menipo, tras ser publicado un artículo sobre el viaje del Acorazado Carlos V a México. La crítica contra el ejército comenzaba a ser muy mal vista por un colectivo que acrecentaría su poder hasta llegar a la dictadura de Primo. Ante un juicio que se echaba encima y un sumario que no dejaba de aumentar, Corpus optó por declararse prófugo y volver a París, ciudad en donde viviría hasta 1948, exceptuando diversas estancias en Berlín y España.

Desde su llegada a París comienza a colaborar con El País, con una serie de artículos sobre la realidad francesa y otros países europeos. En los años siguientes escribe asiduamente en diarios españoles y sudamericanos. Fue corresponsal de El Sol en París desde su fundación en 1917, y de La Nación de Buenos Aires desde 1929, además de colaborar con asiduidad en publicaciones como España, Índice, Nuevo Mundo, Revista, La Correspondencia de España. Sus artículos eran muy valorados, y así, un ilustre de las letras españolas, Juan Ramón Jiménez, diría de él: “directo, con la distancia menor y rápida. Su escritura tiene el vuelo de rectas y ángulos de una libélula. …parece que escribe con sarmientos, con yerbas, con agua, con carbón, con hormigas, con escoria, con rocío”. Su estancia en París estuvo marcada sin duda por las relaciones que estableció, Maiakovski, Kerenski, Trotski, Zuloaga, Picasso, Henri Bergson, Diego Rivera, Unamuno, Joan Miró, Modigliani, …  Durante estos primeros años en París, realizará diversas escapadas a España y otros países europeos, donde destacarán sus viajes a Italia, y sus viajes a los distintos escenarios de la I Guerra Mundial, desde donde escribirá artículos muy cercanos al periodismo de guerra. Entrevistó también durante la guerra a diversos personajes, Rodin, Bergson, Léon Bonnat… con el fin de contribuir a inclinar la balanza española del lado de los aliados. De los viajes a Italia, el primero narrará los momentos convulsos que sufría el país antes de la entrada de los años 20, fijando el centro de atención en los marxistas y bolcheviques que dominaban diversas ciudades del norte de la península. En su tercer viaje, ya con Mussolini en el poder, aunque en horas bajas, viaja con la intención de ser el periodista que narre la dimisión de Mussolini, con el que llegaría a entrevistarse. Tras asistir al famoso discurso de Mussolini del 3 de enero de 1925, se convenció de que sus deseos no se verían cumplidos. El fascismo eliminó, durante la estancia de Corpus en Italia, cualquier atisbo de democracia y parlamentarismo, dejando ver al fin su carácter más totalitario, y su relación con los diversos movimientos que aparecían en Europa.

 

Berlín , Madrid, la guerra civil, de nuevo París

En 1930 el auge del nazismo impulsa a La Nación a enviar a Corpus a dirigir su agencia de Berlín. Allí realizará otro viaje del que escribirá grandes artículos, el viaje del Graf Zeppelín de Alemania a América. Durante su estancia en Berlín narrará para el diario argentino su visión particular del país, y en un artículo publicado en La Nación, “Las elecciones alemanas o el centenario del romanticismo”, donde haga la descripción más detallada del momento político alemán que le tocó ver en Berlín, y que supo narrar con eficacia y cierta visión de futuro, anticipando que la elección del presidente de la república Hindenburg  para formar gobierno se debatía entre dos peligros liberales, el nacionalsocialismo y el fascismo. Mientras, sigue enviando colaboraciones a publicaciones españolas con alegatos contra todo nacionalismo, del que dirá es “la más negra reacción de este siglo”, dentro de las que destacará un violento ataque contra las reivindicaciones catalanistas.

La Nación enviará a Corpus a Madrid, al igual que hizo en Berlín, para encargarse de la agencia. Corpus, tras el cambio radical, después de una compra de acciones de la derecha, a monárquico que había dado El Sol, lo abandonará junto a otros. Rápidamente, Nicolás Urgoiti funda la revista trimestral Crisol, embrión del que será diario Luz, en ambos colaborará con fervor Corpus, donde daba repaso a la sociedad española. Sus desavenencias con el director, Luis Bello, le alejarán de la publicación, pero no sería por mucho tiempo, pues meses más tarde sería nombrado director, compatibilizando esta labor con la agencia de La Nación y la creación y dirección de un semanario llamado Diablo Mundo. A finales de 1934, el diaro Luz desaparece y le sustituye el Diario de Madrid, donde también colaboró. A partir de 1935 la sociedad española entra en plena efervescencia política, las divergencias entre las diversas facciones políticas crecen. Corpus vuelve a colaborar con El Sol, y emprende un viaje por Europa y escribirá artículos desde París, Viena, Budapest, Bucarest y finalmente Rusia, de donde regresará con celeridad tras el estallido de la guerra.

Durante la guerra Corpus no será el periodista que publicaba asiduamente, pero no dudará en manifestar su apoyo incondicional a la República, por la legitimidad de ésta. Tendrá un papel destacado entre las relaciones de España y la URSS durante la guerra. Será Corpus el encargado de formalizar la compra de los aviones rusos que había de traer a España André Malraux, al que conocería en la embajada española de París.  Atacará a los países como Francia y Gran Bretaña que habían decidido no participar en la guerra, convencido de que lo que fallaba ante los sucesos de España era Europa, y su indiferencia. Corpus colabora  con el periodismo de la zona republicana y dirige durante algún tiempo Revista de las Españas y colabora con otras publicaciones como Hora de España o El Mono Azul . Participa en el desmantelamiento del Museo del Prado y en el envío de sus obras a Suiza, y es uno de los artífices del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas que se celebrará en Barcelona, Valencia y Madrid.

A principios de 1939 el gobierno de la República dispone que todos los organismos del Estado abandonen Barcelona. Deshaciendo la falsedad difundida posteriormente sobre el abandono y traición a Antonio Machado por los suyos, Corpus fue el acompañante de toda la familia hacia el exilio, consiguió un coche en la frontera para ellos, a los que personalmente llevaría y acomodaría en la ciudad de Colliure, antes de marchar a París.

Allí, en París, 1940, reanuda en sus escritos la preocupación por la política de no intervención, de la que acertadamente dirá: “la neutralización es como el cloroformo, solamente que al contrario. Se neutraliza todo el cuerpo –Europa- menos la parte que se opera en vivo. Tal se hizo con España, como se había hecho con Austria, se ha vuelto a hacer con Bohemia y se quiere hacer con Polonia”. En París reanudará las relaciones establecidas hace tiempo y emprenderá otras nuevas. Pocas son las informaciones sobre Corpus durante este tiempo convulso de Europa.  Tras la ocupación nazi de París, vive en Marsella y Niza entre 1941 y 1944, como corresponsal de La Nación en el gobierno de Vichy. En 1944 es creada la Unión de Intelectuales Españoles, donde se organizaría una resistencia intelectual al régimen franquista y publicarán un Boletín. Corpus será un activista de la unión y colaborará tanto en París como en Toulouse en todas las actividades de la misma.  A partir de este momento y durante los años posteriores, su preocupación pasará por el difundir la tragedia del franquismo a todos los rincones del planeta, y de establecer un organismo de enlace entre “los profesores, escritores y artistas desterrados a las Américas, en Inglaterra, en Francia. Su tarea principal sería reunir y difundir noticias de España”. Su trabajo al frente del Boletín de la UIE entroncará con el de otros exiliados, más jóvenes, más politizados como Rafael Alberti o Jorge Semprún, que habían formado la revista Independencia, más politizada que el Boletín, y con ella también colaborará Corpus, con la publicación de ocho artículos. La colaboración era necesaria, y comprendía Corpus que los escritores desterrados a Francia debían salir del aislamiento en el que se encontraban. En uno de los boletines de UIEdecía: “somos pocos y apenas tenemos medios de publicidad. Nuestros compañeros que están en América tienen estos medios, han contribuido felizmente en creaciones editoriales que honran las repúblicas americanas de idioma castellano. También se hallan en mejor situación que nosotros los profesores españoles de las universidades de Estados Unidos.” Corpus Barga emigró a América en 1948.

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