Campamento Jóvenes Revolucionarias: Mujer y crisis

A final de este mes, en Besalú (Girona) dará comienzo el 29º Campamento de Jóvenes Revolucionarios y Revolucionarias, cada día estará dedicado a una temática y una de ellas será mujer y crisis. En tiempos de crisis, las diferencias entre hombres y mujeres se hacen cada vez más grandes. Al comienzo de la crisis, las autoridades alardeaban de que los despidos se daban sobre todo en el ámbito masculino, prueba de la igualdad que se había conseguido entre ambos sexos gracias a las políticas institucionales. Sin embargo, a medida que han pasado los años, hemos visto como el gran peso …

A final de este mes, en Besalú (Girona) dará comienzo el 29º Campamento de Jóvenes Revolucionarios y Revolucionarias, cada día estará dedicado a una temática y una de ellas será mujer y crisis.

En tiempos de crisis, las diferencias entre hombres y mujeres se hacen cada vez más grandes. Al comienzo de la crisis, las autoridades alardeaban de que los despidos se daban sobre todo en el ámbito masculino, prueba de la igualdad que se había conseguido entre ambos sexos gracias a las políticas institucionales. Sin embargo, a medida que han pasado los años, hemos visto como el gran peso de la crisis recae sobre las mujeres. ¿Por qué se daba este fenómeno? Lo que estábamos viendo, a medida que aumentaba la flexibilización del mercado laboral, era cómo los trabajos de mayor calidad y con mejores condiciones eran sustituídos por trabajos precarios. Los despidos, por tanto, se daban en un ámbito de trabajos de mayor cualidad, ámbito ocupado por hombres.

Pasado un tiempo, en el cual los efectos de las políticas de austeridad se han hecho cada vez más grandes, la situación de las mujeres ha empeorado notablemente. La incorporación lenta pero continua de éstas en el mercado de trabajo puede llevar a confusiones: un aspecto es la incorporación y otro muy distinto las condiciones en las que se incorporan. Debemos de tener en cuenta que la sobrecarga de cuidados y de trabajos domésticos es un indicador de la dificultad de las mujeres para acceder en el mercado de trabajo. Las mujeres han salido a los empleos, pero los hombres no han entrado en el ámbito doméstico.

Las condiciones en las que se incorporan éstas siguen siendo, como decíamos, muy diferentes. Están concentradas en determinados sectores, dentro de los cuales llevan a cabo unas ocupaciones determinadas, que parecen una prolongación de lo que hacen en casa. El sector del comercio, actividades sanitarias y sociales, hostelería, educación o trabajo doméstico. La insistencia en que las mujeres tienen una determinada forma de ser, más sensible, cuidadora o afectiva, ahonda más en las diferencias laborales. Además, sufren mayor temporalidad y acceden en mayor medida a trabajos de tiempo parcial, a lo que se suma que tienen salarios más bajos (como media un 78% del masculino). La feminización del mercado laboral no significa solamente la entrada de las mujeres en el mercado de trabajo, sino la precarización generalizada (tanto de hombres, como de mujeres) hacia la situación que tienen las mujeres, y que cada vez es más exagerada.

No podemos desligar el empeoramiento de las condiciones de trabajo con el trabajo invisible que realizan las mujeres, el trabajo de cuidados. Un claro ejemplo es la destrucción, a partir de las políticas de austeridad, del sector público. Por una parte las mujeres ocupan un 52% de las plantillas de las administraciones públicas (de donde están siendo despedidas), y por otra la destrucción de “lo público” (ayudas a dependencia, ayudas a maternidad, educación, etc..) significa una “vuelta al hogar” de todos esos trabajos de cuidados de las que las mujeres se habían liberado al menos parcialmente.

Los efectos de la crisis recaen como vemos sobre todo hacia ciertos colectivos, en este caso las mujeres, que ven como sus condiciones de vida empeoran cada día más. Para nosotros es fundamental entender cómo el problema no es la crisis, sino el sistema capitalista que funciona gracias a la opresión de las mujeres y de otros colectivos. El trabajo no retribuido de cuidados ( reproducción de la fuerza de trabajo), la división sexual del trabajo dentro propiamente de la “economía real”, así como el ataque mediante políticas conservadoras a los derechos reproductivos de las mujeres, son condiciones básicas para el funcionamiento de un sistema capitalista. El trabajo que tenemos por delante, es entender cómo las opresiones de clase y de género se interseccionan y se conjugan, para así llevar a cabo políticas que sean capaces de plantear alternativas a este orden capitalista y patriarcal.

Isa Serra, militante de Izquierda Anticapitalista

Para más info sobre el Campamento pulsa aquí.

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