Teatro Arbolé: Artesanos de sueños

El teatro como arma didáctica y eje transversal. Ese es el fin de Teatro Arbolé ahora y desde sus comienzos hace 37 años; y así lo cuenta su director, Esteban Villarrocha

Fue en al año 1979 cuando varios amigos procedentes de la universidad, de la labor pedagógica, descubren los muñecos y se unen para inventarse un oficio, el de titiritero: “Nuestra afición la podíamos trasladar a un oficio. Éramos los primeros porque nadie se dedicó a esto como oficio, somos autodidactas”, dice Villarrocha. Y, además, aclara: “No somos artistas, somos artesanos”.

El director de Arbolé cuenta que con la llegada de la democracia a España venían nuevos aires, una nueva forma de actuación social basada en la enseñanza como motor de cambio y, ese ha sido su sueño desde el principio, la intervención social: “Este viaje no tiene sentido sino soñando con esa utopía”, comenta.

Por eso, el núcleo de su actividad se centra en las campañas escolares, desde los 2 hasta los 18 años. “Queremos trabajar con los espectadores del presente para crear espectadores mañana”, afirma Villarrocha. El objetivo desde los comienzos es crear un centro infantil y juvenil de referencia. Para eso, hay distintas actividades según la edad. Para los pequeños de guarderías y Educación Infantil, se llama Vamos a jugar un cuento, donde se encuentran clásicos como Los Tres Cerditos y Cinco Lobitos. Los niños de Primaria han podido disfrutar de Don Quijote por la Mancha de Aragón y Pinocho, entre otros, en La escuela va al teatro. Por último, para los jóvenes de ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos, se prepara Teatro y literatura del siglo XX, también con la obra de Cervantes junto con Tragedias de amor y cuernos.

Además, tiene muy claro lo que quiere: “Que en la cabeza de un niño que venga quede un recuerdo” y, añade: “Me emociona particularmente que muchos de los niños que venían antes, son ahora padres y traen a sus hijos”. Porque él recalca que la suya es una actividad de minorías ya que considera que no hay demanda social de cultura, sino de ocio, “yo no hago ocio, yo hago cultura”, y denuncia que el problema de este país es que no se sabe qué es la cultura y cree que es momento de definirlo. La culpa la echa a que no ha habido un proyecto cultural en España desde el comienzo de la democracia y que se encuentra relacionado con la falta de plan de educación. La solución pasa, dice, por considerar la cultura no sólo como un sector económico.

Otros proyectos para niños y niñas

Arbolé también realiza actividades en bibliotecas con la obra Veo-Leo, cuya protagonista es una bibliotecaria y los libros de los estantes se convierten en muñecos y relatan su trama; esto supone una manera de acercar los cuentos clásicos a los más pequeños. Con el lema “El 2016 lo viviremos leyendo”, han podido disfrutar también de El Quijote, con motivo del IV centenario de la muerte de Cervantes.

Culminando esa labor didáctica, la compañía ofrece una Escuela de Teatro para que los niños aprendan a ver una obra y a hacerla. “Una vez que hacen, saben cómo ver. Sirve para formar una personalidad”, comenta Villarrocha.

Otros de los signos de identidad de la compañía Arbolé es que han querido ser independientes desde el primer momento. Por eso, su primer local se sitúo en la calle Francisco Ferrer, en el entonces recién nacido barrio del Actur. “Eso abrió las puertas a compañías y a que nosotros viajáramos más”, señala Villarrocha. En el año 2008, con la llegada de la Expo, decidieron invertir en el local donde se sitúan actualmente. “Es el final de un sueño, hecho a la medida que nosotros creemos que es un teatro para niños, con 225 butacas. Más sería multitud”. Villarrocha dice que son una pequeña industria cultural, que genera puestos de trabajo y una actividad muy importante que va a llegar a más de 100 mil espectadores este año, no sólo con las actividades de los colegios sino también viajando a teatros y a pueblos tanto dentro de Aragón como fuera.

“Somos una isla de lo que pasa ahí afuera, por eso hemos estado siempre en la Margen Izquierda, para estar fuera de todo”, dice. La idea del Teatro Arbolé ha sido siempre no depender de nadie porque creen en la necesidad privada de la creación y de la actividad, aunque creen que es inevitable porque toda la cultura depende de la administración.

Labor editorial

Otra actividad menos conocida, pero no menos importante, es la labor editorial que desde el año 1993 vienen realizando. “Tenemos la única colección de autores contemporáneos aragoneses, somos la única comunidad que posee una colección de autores y, sin embargo, es como si no existiéramos”, se lamenta Villarrocha.

El motivo por el que se puso en marcha esta labor es “que el teatro es efímero, los libros no” y, por eso, se propusieron recoger las obras de títeres que pasaban por la sala. “Sin embargo, hemos pasado desapercibidos por la prensa”, apunta.

Esta iniciativa se divide en dos partes: Titirilibros y Librititeros. La primera contiene 21 ejemplares de textos dramáticos para títeres. En el año 2002 apareció la Serie Roja, con 12 volúmenes de publicados de textos dramáticos contemporáneos y con el fin de recoger las obras que se producían en Aragón por autores o directores de escena actuales. En segundo lugar, Librititeros contiene 7 números de obras susceptibles de ser llevadas al teatro de muñecos y, también, contiene teoría sobre la profesión.

Para finalizar, Esteban Villarrocha apunta: “Éramos unos hippies que construíamos una fábrica de sueños, un teatro para niños y niñas, con esa concepción de cambiar el mundo; pero estamos viendo que ese el mundo el que está cambiando a los niños, al teatro, pero para mal”.

Pero a pesar de este toque de negatividad, casi propio de los tiempos que vivimos, se puede encontrar en Arbolé un oasis de paz cultural que enseña a los niños a poner sus cabecitas en marcha y a construir unos mejores ciudadanos del futuro.

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