Antifascismo y crisis: congreso antifascista internacional en Berlín

Bajo el título “Antifa in der Krise?” (¿Antifascismo en (la) crisis?) tuvo lugar el pasado fin de semana en la Universidad Técnica de Berlín, un congreso antifascista que reunió a un total de más de 1000 activistas provenientes de más de 11 países con el objetivo de “ofrecer una oportunidad de intercambio y discusión entre activistas de diferentes países europeos sobre la situación actual y la repercusión de la crisis en el movimiento antifascista”. El estallido de la crisis económica ha generado el auge movimientos racistas y neofascistas en la mayoría de los estados europeos. Cualesquiera que sean sus circunstancias, …

Cartel anunciando el congreso internacional antifascista delante de una de las entradas a la Universidad Técnica de Berlín.
Cartel anunciando el congreso internacional antifascista delante de una de las entradas a la Universidad Técnica de Berlín.

Bajo el título “Antifa in der Krise?” (¿Antifascismo en (la) crisis?) tuvo lugar el pasado fin de semana en la Universidad Técnica de Berlín, un congreso antifascista que reunió a un total de más de 1000 activistas provenientes de más de 11 países con el objetivo de “ofrecer una oportunidad de intercambio y discusión entre activistas de diferentes países europeos sobre la situación actual y la repercusión de la crisis en el movimiento antifascista”.

El estallido de la crisis económica ha generado el auge movimientos racistas y neofascistas en la mayoría de los estados europeos. Cualesquiera que sean sus circunstancias, el fascismo ha ido mutando su discurso y ha sido capaz de adaptarse a la realidad socioeconómica de cada país: accediendo con éxito al sistema parlamentario mediante un discurso ultranacionalista y xenófobo, en el caso del Jobbik húngaro; aprovechando la debilidad ideológica y estructural de un estado en descomposición y una sociedad en crisis, como Amanecer Dorado en Grecia; canalizando el desencanto social con la política parlamentaria tradicional, como en el caso del estado francés y la victoria del Frente Nacional durante las pasadas elecciones municipales o de un modo más dramático, protagonizando un golpe de estado con el apoyo de las potencias hegemónicas imperialistas, como las escuadras fascistas de Svoboda y Pravy Sektor actualmente en Ucrania. Tampoco hay que desdeñar el surgimiento de nuevos partidos de derecha populista, que con un marcado programa ultraliberal, antimigratorio, islamófobo y conservador, tan reaccionario como ambiguo, son capaces de aglutinar a un amplio espectro de votantes que oscilan entre el liberalismo y la extrema derecha. Este es el caso por ejemplo de Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania) o el Partido por la Libertad, liderado por Geert Wilders en Holanda.

La multiplicidad de caras bajo las que se camufla el fascismo hoy, pone en evidencia la necesidad de generar nuevas perspectivas de análisis y de acción desde el antifascismo. Por eso, desde el congreso de Berlín se plantearon, entre otras, las siguientes cuestiones a debate: ¿cómo se deben evaluar estos cambios en el ámbito de la extrema derecha?, ¿qué papel juega en estos cambios el cambiante contexto social marcado por la crisis?, ¿qué estrategias debe plantear el movimiento antifascista?

Perspectiva internacional

Para responder a estas preguntas, la conferencia abrió el viernes 11 de abril con una discusión a cuatro bandas sobre el repunte del neofascismo en el contexto de las próximas elecciones europeas. Por un lado, el abogado laboralista griego Apostolos Kapsalis explicaba que la herencia anticomunista de la dictadura militar de los años 60 ha impregnado la vida política griega y es clave, junto con la actual situación político-económica del país, para entender el auge en las últimas décadas de diferentes movimientos ultranacionalistas, conservadores y fascistas, entre los se encuentran el actual partido gobernante Nueva Democracia, Griegos Independientes o Amanecer Dorado. Respecto a este último, Kapsalis incidió en su papel como principal agente regulador de las relaciones políticas en Grecia. Su fuerte aglutinación de fuerzas en torno al ejército, la iglesia, propietarios y grupos monárquicos y conservadores y su vinculación con las fuerzas de seguridad y el poder judicial griego asegura su total impunidad, incluso tras hechos tan graves como el asesinato del rapero antifascista Pavlos Fyssas a manos de un miembro de Amanecer Dorado el pasado mes de septiembre.

Desde Hungría, la economista Annamaria Artner expuso que el discurso y la violencia xenófoba del Jobbik y su brazo armado la Guardia Húngara, no han surgido como consecuencia de la actual crisis, sino que tienen su origen en 1989. Especialmente inquietante resulta, destacaba Artner, que un tercio de los estudiantes de secundaria húngaros se muestren cercanos a esta organización fascista, lo que en su opinión evidencia el cada vez peor nivel de la educación húngara, controlada por el actual partido gobernante Fidesz, con quien el Jobbik comparte políticas xenófobas contra el pueblo gitano.

Por su parte, Tina Louis del colectivo antifascista francés La Horde, señalaba la renovación discursiva y la “profesionalización” del Frente Nacional, que desde el año 2010 y bajo el liderazgo de Marine Le Pen, está subordinando (sin abandonar) su discurso xenófobo y antimigratorio, a un programa amable anticrisis que cala en una clase trabajadora carente de referentes en la izquierda estatal francesa. Paralelamente a este proceso interno de reestructuración política del FN, que cuida mucho alejarse de la imagen ultra de gran parte de su militancia, Louis apuntaba el incremento de agresiones violentas en la calle por parte de grupos reaccionarios y de extrema derecha, como el que en junio de 2013 asesinaba al joven antifascista Clément Méric en París.

Un contexto totalmente diferente al de los países más afectados por la crisis económica lo ofrece Suecia y el ámbito escandinavo en general. La historiadora alemana residente en Suecia, Cordelia Hess, habló del crecimiento del neofascismo en un país en el que no existe el euro, ni la burbuja inmobiliaria y en el que los partidos políticos, son per se euroescépticos. En el caso sueco, afirmaba Hess, el populismo y una extrema derecha cada vez más fuerte ha logrado penetrar en la sociedad no a través de los aspectos económicos, sino de un discurso cultural antimigratorio, antifeminista y homófobo, contra lo “políticamente correcto” de la sociedad sueca.

Cuatro situaciones diferentes para cuatro países, que sin embargo presentan un mismo reto: articular un frente amplio antifascista desde planteamientos políticos de clase. Así, Apostolos Kapsalis concluía su intervención llamando al sindicalismo y al antifascismo a unir estrategias y discursos para movilizar a una clase trabajadora griega sumida en la apatía y en una situación desesperante, Annamaria Artner y Cordelia Hess entendían que solamente un antifascismo politizado y anticapitalista puede hacer frente al ascenso electoral del neofascismo en sus países y Tina Louis se remitía a la experiencia del “antifascismo republicano” francés de los años 80 y 90 para sentar de nuevo las bases de un antifascismo unitario capaz de enfrentar las agresiones en la calle y las urnas.

Sobre el auge del racismo y neofascismo en estos países y en otros como Polonia, Italia, la antigua Yugoslavia, el estado español, Dinamarca, Austria, República Checa y Alemania, se profundizó a lo largo de 26 charlas repartidas en bloques temáticos durante todo el sábado y el domingo por la mañana, donde además de la perspectiva internacional, se tuvo la oportunidad de hablar sobre antifascismo en clave estratégica e histórica, abordando temas complejos y necesarios como la historia y éxitos del antifascismo alemán, el antisexismo en el movimiento antifascista, la necesidad de mantener viva la memoria histórica antifascista o el antifascismo en el ámbito institucional.

Nuevos retos para el antifascismo en la República Federal de Alemania

Una segunda mesa redonda, en esta ocasión sobre el panorama en Alemania cerraba la segunda jornada del congreso. Entre los pogromos a viviendas de inmigrantes en el este de Alemania en los años 90, los más de 180 asesinatos cometidos por la extrema derecha en los últimos veinte años y por otro lado, el éxito de los bloqueos de las marchas nazis en ciudades tan simbólicas como Dresden, el antifascismo alemán enfrenta hoy nuevos desafíos. Con un NPD (Partido Nacionaldemócrata de Alemania) desmembrado y consumido en luchas internas y una autodenominada nueva derecha cultural indefinida políticamente, están surgiendo nuevos actores en la escena política alemana como Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania), ya mencionada al comienzo de este artículo, cuya ambigua ideología entre el conservadurismo, liberalismo y su crítica etnicista a la migración provoca que se caiga a menudo en el reduccionismo y la subestimación de su discurso populista. Además, otros nuevos retos del antifascismo planteados en el debate fueron el acoso y rechazo a los hogares de refugiados por parte de “iniciativas ciudadanas” y grupos neonazis en ciudades y barrios como Berlin-Hellersdorf y el complejo NSU, el grupo terrorista neonazi que entre los años 2000 y 2006 asesinó a nueve inmigrantes y cuyo proceso judicial y los detalles que han salido a la luz sobre el conocimiento que los servicios secretos alemanes ya tenían sobre esta célula, ha generado un fuerte debate social sobre el racismo institucional en Alemania.

También durante esta palestra, las activistas alemanas destacaron la necesidad de articular un movimiento antifascista desde el análisis y la acción política para que, recordando aquel mural en el barrio de la Madalena de Zaragoza, "saquemos a mascaruta a o faixismo de huei".

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[Paula Cuartero. Corresponsal de AraInfo en Berlin. @PaulaCuartero]

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