No quieren más ayuda quieren futuro

Carta desde el campo de personas refugiadas de Idomeni -en la frontera entre Grecia y Macedonia- de Mark Strummer, voluntario independiente

Idomeni. Foto: Mark Strummer

Después de 28 horas de viaje, porque así es como viajamos la gente humilde. Durmiendo en suelos de aeropuertos, haciendo escalas, autobuses y apretados en un coche en el que no cabe un alfiler. Después de eso Idomeni, frontera de Grecia con Macedonia.

La llegada de noche nos hace ir directamente al hotel en el que hemos leído que se concentran las y los voluntarios independientes. El pequeño hotel parece el típico hostel de mochileros, en su bar/recepción decorado como hace 50 años nos encontramos a un montonazo de gente de mil nacionalidades y mayoritariamente jóvenes que han venido a lo mismo.

Completamente reventados por el viaje y sin saber muy bien cómo vamos a ayudar nos vamos a dormir en la tienda de campaña que hemos plantado detrás del hotel donde ya hay unas cuantas más, a pesar del cansancio cuesta dormir y es que el cerebro va a mil por no saber cómo reaccionar ante lo que me voy a encontrar.

Al día siguiente madrugón y a buscar donde acoplarnos. Después de un intento fallido con Médicos Sin Fronteras (maldita burocracia), nos acoplamos a un grupo de gente que corta verduras como si no hubiera un mañana en el parking del hotel que luego cocinan en una carpa con fogones.

De pronto por la carretera bajan cientos de refugiados en manifestación cortando la carretera. Dejamos de cocinar y nos acercamos a recibirlos con aplausos, primer nudo en la garganta que cuesta digerir, nos unimos a sus gritos de "Open the Borders" la gente te hace el signo de victoria, te dan las gracias te sonríen... difícil de explicar.

Después de una hora siguen su manifestación bajo la lluvia y nosotros seguimos cocinando para llevar la comida al campo.

Idomeni. Llegamos por un camino secundario porque las y los refugiados han cortado el acceso principal y además parte de ellos se niegan a recibir más comida. No quieren más ayuda quieren futuro.

Por fin llegamos al campo... dantesco. Centenares de tiendas de campaña repartidas en un barrizal por el que cuesta andar. Un hervidero de gente de todas las edades y de muchos países y sobre todo cientos de niñas y niños, No os imagináis cuantos.

Montamos la cocina con cuatro pales y una carpa de las de jardín y enseguida se crea una fila que no termina nunca. Ayudamos a mantener una fila y a que nadie se cuele, porque hay gente que lo intenta, es lo que tiene una masa como ésta moviéndose, que tiene de todo, desde gente adorable hasta gente que no le importa una mierda que el de atrás no coma.

Y otra vez las y los niños. Algunos “auténticos cabroncetes” que no dejan de dar mal, otros sólo quieren que los levantes o juegues con ellos, otros se te quedan mirando fijamente y yo a ellos y en su cara se dibuja una sonrisa y en la mía otra y el nudico en la garganta vuelve.

3.000 comidas después volvemos al hotel, dejamos el campo. Es extraño, pero si lo piensas, normal. Hay críos jugando por todos lados ajenos en cierta manera a la magnitud de la ruina de su alrededor, los mayores dentro de lo que cabe hacen vida, hay gente vendiendo tabaco, comida... Un ghetto en toda regla.

Volvemos hacia el hotelucho reventados. Aún tenemos tiempo para llevar sacos de dormir y mantas a los refugiados que han decidido dormir cortando la carretera. Están más que hartos, algún día aquí va ocurrir algo gordo.

En el hotelucho encontramos a muchísima gente del Estado español, creo que con diferencia somos de la parte del mundo que más hemos venido. En cierta manera te hace sentir orgulloso del sitio de dónde has nacido.

Ha pasado un día que han parecido 15.

Escribo esto para contaros y para que no se me olvide nada de nada. Pienso en los gobernantes que han creado esta situación y sólo pienso que me encantaría arrastrar sus caras por este lodazal y meterlos en una tienda de campaña aquí de por vida. Como me alegro de no parecerme en nada a ellos.

A pesar de semejante percal estamos bien. Sin perder la sonrisa y las ganas. Abrazos.

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